Decían que se esperaba hacía tiempo, barajaron fechas, anunciaron términos concretos y al final, cuando llegó la noticia, a muchos se les quedó cara de pasmo. Y los más afectados, como cabía esperar, los de siempre.

En “El Mundo” José Luis Martín Prieto rabiaba y se presentaba de aguafiestas:«Lo peor de las treguas es que siempre acaban con otro asesinato». Y el editorialista, también descolocado, titulaba:«Un texto y un contexto que inspiran más preocupación que esperanza». Pues que salgan a la calle y pregunten a la gente. No dan una.

Se pueden imaginar a quiénes preguntó Pedro J. Ramírez:A Alcaraz, a Consuelo Ordoñez, a Portero, a Buesa, a Pilar Elias, a Gotzone Mora... O sea, en plan imparcial...

En “La Razón”, frustrados en lo más íntimo de su alma cuartelera, Iñaki Ezkerra hablaba de «la última bomba de ETA» al referirse al comunicado, y reconocía su chasco:«no es una situación como para echar cohetes ni tampoco para brindar». Pues mira por dónde, si Ezkerra no brinda, servidora descorcha una botella de buen champán. Bueno, mejor, cava catalán.

Y Carmen Gurruchaga, desde la profundidad de su pensamiento, hace notar que el comunicado que anuncia una tregua permanente de una organización que lleva practicando la lucha armada desde hace más de cuarenta años, «coincide con la más que posible entrada en prisión del dirigente de la izquierda abertzale Arnaldo Otegi». Pensamiento profundo el de Gurruchaga. Tal vez demasiado profundo...

En el “Abc” de Zarzalejos caían del guindo y abrían a toda plana:«ETA declara un alto el fuego permanente para impulsar la autodeterminación». Pero, ¿es que alguien esperaba otra cosa? ¿Esperaba Zarzalejos que ETA declarara una tregua permanente para impulsar la Ley del Suelo, por ejemplo? El periodismo está plagado de mediocres.

También Florencio Domínguez, en “El Correo”, advierte de tamaño peligro y, de paso, deja ver que no le gustan las consultas populares: «no se trata de acceder a la independencia en el momento de firmar el acuerdo, pero sí de establecer el mecanismo que permita la consulta independentista según el modelo quebequés: una consulta y si se pierde, otra y después otra más». ¿Por qué preguntar a la gente sobre algo que a él no le gusta?

Y en “El País” se pusieron en plan trascendente y prudente en un editorial titulado «Oportunidad inédita» , en el que al optimismo antropológico de Zapatero sumaban un buen chorro de cautela y aprovechaban para zurrarle el cuero a Ibarretxe:«resultó especialmente inoportuna la interferencia del lehendakari Ibarretxe anunciando la convocatoria de una mesa de negociación política, llamada de normalización, a la que seguiría su famosa consulta». Todo el mundo se quiere sumar al carro. Los próximos días veremos cosas sorprendentes. ¡Qué bien! - msoroa@gara.net