Una convocatoria plural: medio centenar de agentes políticos, sindicales y sociales se habían adherido a la iniciativa que comenzó a gestarse tras la prohibición del acto previsto por Batasuna para dar a conocer el resultado de su congreso. El 21 de enero, desde el mismo BEC de Barakaldo se anunciaba que ese ataque antidemocrático tendría una respuesta contundente desde Euskal Herria. Desde entonces, en apenas dos meses, se han vivido otros graves acontecimientos que fueron sumando, si cabe, más argumentos para dar esa respuesta desde la calle, desde la pluralidad, «en primera persona», como destacó ayer el representante de uno de esos colectivos implicados. Y, apenas diez días antes de la cita de ayer, ETA daba a conocer su decisión de declarar un alto el fuego permanente para impulsar un proceso democrático.Un lema plural: «Konponbide garaia da. Euskal Herria. Erabakia. Adostasuna». Es tiempo de soluciones, de exigir a todos soluciones, de elaborar entre todos soluciones y de acordar entre todos, y en primera persona, la solución para lograr un escenario democrático, de justicia y paz, para el conjunto de Euskal Herria.
Así lo entendieron quienes ayer se desplazaron hasta Bilbo desde puntos muy distantes en la geografía de esta nación. Y quienes sumaron su voz desde las cárceles junto al grito de «independentzia!», los lemas más coreados fueron los que exigían la repatriación y la libertad para los presos políticos, desde el exilio, desde la diáspora. Como refleja el recuento de GARA, ¡aproximadamente un 2,5% de la población total de Euskal Herria que roza ya los tres millones de habitantes marchó al mismo paso con un objetivo común! Sin duda, el esfuerzo personal de cada uno de los participantes merece una de esas ovaciones que se escucharon sin cesar al paso de la cabeza de la manifestación.
Y para acompañar a este pueblo llegaron representantes políticos y sociales, y muchos otros a título personal, de otras naciones: desde Irlanda, desde Bretaña, desde Corsica, desde Catalunya... Naciones, en plural. Como explicó el dirigente de ERC, Joan Puigcercós, acudieron para sostener que es posible «discutir, sin violencia y con total libertad, de los derechos individuales y colectivos».
En primera persona, ciudadanas y ciudadanos expresaron su deseo que la decisión última no la tomen las élites políticas ésas que se difuminan en la imagen una vez que la movilización social se extiende hasta romper el marco de la fotografía, que no tomen ninguna decisión sin tenerles en cuenta. Si este compromiso individual de una parte tan importante de la sociedad vasca se mantiene, ésa será la mejor garantía de que la Mesa de Solución se denomine como se denomine se pondrá a funcionar cuanto antes y con el blindaje democrático necesario.
Pluralidad política: no hubo carteles ni siglas partidistas, pero antes de comenzar la marcha, cada cual desde su ámbito, tuvo la oportunidad de ofrecer su análisis de la situación. Y lo hiceron reflejando una parte de la pluralidad política de este pueblo (como se puede constatar a través de sus propias palabras en las páginas 16 y 17).
Con los brazos abiertos
Los convocantes de la manifestación dejaron claro desde un principio que su intención es seguir sumando, sin frentismos, para que cada paso que se dé hacia ese escenario democrático tan deseado deje una huella más grande en este difícil camino que, con ausencias significativas, ya se ha iniciado.Con los brazos abiertos para alcanzar «un acuerdo entre todos, se han dirigido durante los últimos días los convocantes a quienes no han dado ese paso hacia la unión de esfuerzos.
Quizás hoy les sea más difícil a los dirigentes del PNV rechazar esa mano tendida. Difícil es saber cuántos «simpatizantes» jeltzales acudieron a la manifestación, pero la presencia de militantes de EGI miembros del Consejo Nacional de la organización juvenil, algunos con cargo institucional evidencia que los llamamientos a no tomar parte en esta iniciativa no han sido tan expeditivos como se han querido presentar ante la opinión pública.
Es normal que a quienes con tantos reparos se han acercado a foros abiertos y plurales como los del Foro de Debate Nacional les cueste mucho más salir a la calle con colectivos que, tanto en las políticas sectoriales como en la construcción nacional, defienden propuestas que, en muchas ocasiones, se sitúan en las antípodas del partido que fundó Sabino Arana. Pero lo que no es de recibo es el tono que el EBB ha utilizado en las últimas semanas para desmarcarse de la convocatoria de ayer.
El pasado 19 de marzo, Iñigo Urkullu insinuaba que su partido quizás a través del lehendakari del Gobierno de Lakua estaba preparando una gran ma- nifestación contra ETA para después del verano. Tras afirmar que «todavía» existía en ETA «un miedo al vértigo», el portavoz del EBB añadía que «cabe (la posibilidad de) que la sociedad vasca tome las riendas, con el acompañamiento de las sensibilidades políticas», ya que «hay límites temporales, con unos escenarios de elecciones en el próximo futuro».
Ayer, marchando tras la pancarta que proclamaba que «es tiempo de soluciones», muy pocos estarían pensando en las próximas elecciones o, si lo hicieron, no les dedicarían mucho tiempo a esas elucubraciones.
Quizás, quienes no estaban allí, y hace ya varias semanas analizan unos sondeos «muy preocupantes» para sus intereses de cara a las municipales y forales de la primavera de 2007, sí hayan dado prioridad a diseñar el escenario preelectoral antes que a movilizar a su militancia y su base social en la clave de resolución del conflicto.
Urkullu hacía esas declaraciones un día después de que la calle Autonomía dejara otra imagen de impacto mediático. Apenas 1.500 personas secundaron la convocatoria de la desaparición de Elkarri, o el nacimiento de Lokarri, que tenía un lema no tan diferente al de ayer: «Guztion artean. Paz-Acuerdo-Consulta». Una iniciativa que contaba con el respaldo del Gobierno de Lakua y a la que acudieron varios de sus consejeros, así como el propio Urkullu y la secretaria del EBB, Josune Ariztondo, por el PNV; representantes de EA y Aralar que también portaron la pancarta ayer; y, a título individual, algún que otro dirigente del PSN y del PSE. «No es posible desarrollar un proceso de soluciones con bombas, amenazas, ilegalizaciones o en- carcelaciones», comentó entonces Paul Ríos, coordinador general de Lokarri. Dos semanas después, ahí están el alto el fuego permanente de ETA, las ilegalizaciones y las encarcelaciones. Y ayer, otro granito de arena aportado por la Guardia Civil: retenciones a los manifestantes en su regreso por Altube (A-68) o por Durango (A-8 y N-634).
Es necesario el esfuerzo de todos, sin disimular las discrepancias de partida y sin compartir objetivos políticos. Pero PNV, PSOE e IU deben aclarar si quieren compartir el viaje al que aspira la mayoría social de Euskal Herria. Quienes se levantaron ayer viendo un amanecer de esperanza, pudieron escuchar a media mañana a Josu Jon Imaz utilizando el doble lenguaje jeltzale: «No son tiempos de frentes, sino momentos de unidad nacional»; «si esto va mal, igual llega el momento de pedir a la sociedad vasca que baje a la calle, pero no tenemos que usar ese recurso cuando no es necesario».
Por muy tozudos que sean los dirigentes jeltzales, hoy no podrán mantener ese discurso, si no es cayendo en la falacia, porque la sociedad bajó ayer a la calle. Y deberían explicar por qué creen que ahora las cosas «no van mal».
Mas difícil de entender, por mucho que lo intenten explicar, es por qué Imaz se vio obligado a acercarse a los micrófonos de Radio Euskadi horas antes de iniciarse la manifestación para reiterar machaconamente que la decisión adoptada «por unanimidad» en el EBB de no asistir «compromete al conjunto de militantes y organizaciones del PNV». Como colofón, otra frase para la historia del compromiso jeltzale: «Los militantes del PNV hoy no tienen que estar». Minutos antes, en los mismos micrófonos, su compañero José Antonio Rubalcaba ponía en duda que EGI hubiera anunciado su presencia, «aunque lo ponga en GARA».
Para completar la mañana, Radio Euskadi también recogió la reflexión de José Antonio Pastor, otro de los «no convocantes»: el dirigente del PSE lamentaba que «desde el minuto 1 del partido» se opte por convocatorias «más partidistas que integradoras». Curiosa metáfora cuando, antes de cumplirse el minuto 1, su «equipo político-judicial» ya ha enviado al banquillo penitenciario a uno de los interlocutores y, además, reclama un rescate millonario para que pueda participar en igualdad de condiciones. -