Tomar protagonismo
Al término de la reunión que ayer mantuvieron en la Moncloa el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y el lehendakari de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, Juan José Ibarretxe, ambas partes coincidieron en que el protagonismo del proceso abierto corresponde a la ciudadanía vasca. Sin embargo, no parece que Madrid y Lakua estén de acuerdo en cuál es objetivo del proceso abierto ni del protagonismo a tomar en él por la sociedad vasca.
Para Juan José Ibarretxe, el objetivo del proceso es alcanzar la paz «y abrir un tiempo político de acuerdos que permitan superar divergencias que tenemos hace años y alcanzar un modelo de relación amable entre Euskadi y España para el siglo XXI». Y, aunque dice no querer entrar en una carrera de liderazgos, asegura que «su responsabilidad como lehendakari es dirigir» el proceso de diálogo que lleve a ese acuerdo y hacerlo «sin prisa pero sin pausa». Es cierto que cuando el lehendakari habla de «pueblo vasco» se entiende que se refiere al conjunto de Euskal Herria, pero su condición de presidente de la comunidad autonómica formada únicamente por tres herrialdes entra en contradicción con esa globalidad. El lehendakari tiene un papel muy importante en el proceso hacia la consecución de la normalización democrática, pero éste no podrá ser el de liderar el diálogo multipartito, porque esto dejaría fuera a una parte importante de la ciudadanía vasca. Por otra parte y aunque quizá no lo pretenda sus afirmaciones en torno a que el final del proceso sea «una relación amable entre Euskadi y España», frase muy empleada en la defensa del nuevo estatuto político de la CAV, dan la impresión de que pretenden prefijar un modelo de cierre muy parecido a un proyecto demasiado ligado a los esquemas de su tripartito, esquemas que podrían incluso considerarse ya superados por el avance social en Euskal Herria.
Entre tanto, el Gobierno español volvió a dejar claro que su objetivo en este proceso es dar por acabada la lucha armada de ETA y que el protagonismo «si cabe especial» de la sociedad vasca se circunscribe a ese ámbito, por ser «víctima de primera línea» de esa violencia. Madrid, por tanto, no concede un protagonismo político a la ciudadanía vasca. Era lo previsible. Es evidente que el Estado español y el francés no van a regalar nada. Por lo tanto, habrán de ser las vascas y vascos de toda Euskal Herria quienes, sin pedir permiso a Madrid y a París, tomen el protagonismo político que se les niega en la definición de su propio futuro, sea cual sea después la decisión final que adopten. -
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