Maite Soroa
Los analistas de las mesas
A Kepa Aulestia le ha dado por escribir en Catalunya y marear con sus vaticinios a la ciudadanía de allí, que bastante tiene con lo suyo.Ayer, en “La Vanguardia”, escribía sobre el proceso en Euskal Herria y les contaba que lo de las dos mesas no tiene que ser así. Se apoyaba en Josu Jon Imaz, que quiere posponer una mesa sine die, y decía Aulestia que «el planteamiento parece acertado para no admitir que la decisión de ETA esté supeditada al resultado previo del diálogo entre los partidos. Resulta preocupante que tras la manifestación del pasado sábado en Bilbao los dirigentes de Batasuna hayan advertido que la paz no depende de las conversaciones entre ETA y el Gobierno, sino de los frutos que ofrezca la mesa de partidos». ¡Anda la osa! Aulestia ve problemas. Como el que sigue:«el problema es la distancia a la que las pretensiones de los terroristas (...) se sitúan respecto a la realidad de una sociedad plural, de unas leyes que no son otras que las vigentes y de unos cauces de modificación de éstas que exigen amplios consensos y bastante lentitud». Y más aún:«Si, a pesar de todos sus riesgos, el Gobierno precisa ritualizar en torno a una mesa formal el diálogo ‘con quienes hayan renunciado a la violencia’, la otra mesa, la de los partidos, exige también una plasmación institucional que evite suspenderla en el limbo pretendido por quienes insisten en dar paso a un diálogo ‘sin límites ni condiciones’. Por quienes abonan el falaz anhelo de que todo, absolutamente todo, sea posible, con la advertencia añadida de que mientras todo no sea posible, nada de lo posible les comprometerá». O sea, que no todo es posible. ¿Quién marca los límites? ¿Aulestia? Y en “El Ideal” de Granada Antonio Papell, un vetusto
del periodismo, se ponía casi en sintonía con Aulestia:«Ni siquiera es probable
que ETA informe a la opinión pública de su propio desmantelamiento y, desde
luego, no habrá ‘mesas’ como las verbalmente demandadas por Batasuna. Con toda
probabilidad, ETA se consumirá en silencio y bajo la mirada atenta y discreta
del Estado, que dará fe de su desaparición (...) al tiempo que el Gobierno, en
connivencia con el PP, comience a suavizar las condiciones penitenciarias de los
reclusos. Y en algún momento se emprenderá también un proceso muy dilatado de
magnanimidad hacia los terroristas que no se hayan manchado las manos de
sangre». Otro chalao. msoroa@gara.net .
|