Malo, que empezó a rodar hace diez días en Lekaroz, esperaba encontrar allí las nubes y la niebla con la que había pensado envolver su historia. Sin embargo, se ha topado con un tiempo primaveral, y, ayer mismo, una de las protagonistas del filme, Philippine Leroy-Beaulieu, embutida en un jersey de lana de cuello alto, resoplaba cada vez que tenía que desandar el sendero que conduce a uno de los accesos al internado para repetir una escena que no terminaba de salir redonda. «Queremos envolver la historia en una estética de alta calidad y, para ello, entre otras cosas, hemos optado por un formato que requiere más precisión de la habitual», explicó poco después el propio Malo a un grupo de periodistas que se acercó ayer al rodaje. En cuanto al tiempo, lo que podía haber sido un inconveniente se ha convertido en un hallazgo. «He visto los primeros resultados y la verdad es que este tiempo le está dando a la historia un punto muy distinto, muy interesante», añadió.

Tras el intenso drama de “Frío sol de invierno”, Malo quería rodar algo «diferente», y ese algo ha resultado ser “La sombra de nadie”, «historia realista con un cierto trasfondo sobrenatural». No es una historia de terror, «que no me quiero apoyar en el efectismo de los sustos», y mucho menos gore, «un tipo de cine que no me interesa», sino «una historia de suspense psicológico, en este caso, de suspense rural».

La historia, escrita por el propio Malo, está ambientada en 1967. Marco (José Luis García Pérez), un psicólogo infantil herido por su pasado, llega a un pueblo en el que, poco antes, Laura, una de las niñas del internado, ha aparecido muerta. «Marco ­destacó García Pérez­ no es para nada un detective, pero va recomponiendo el puzzle». Y es que en el pueblo son muchos los que tienen algo que ocultar. «Pero no hay buenos ni malos, sino personas que actúan de un modo concreto porque creen que así deben hacerlo».

Entre estas personas se encuentra Julia (Leroy-Beaulieu), directora del internado, testigo de extraños sucesos que afectan a sus pupilas y, sobre todo, a Mónica, amiga de Laura.

El papel de Mónica corre a cargo de Andrea Villanueva, una irundarra de 11 años que ayer mataba el tiempo dando de comer a un perro, vigilada de cerca por su madre Estibalitz. Andrea, seleccionada entre casi quinientas aspirantes, no había actuado hasta ahora ante la cámara y ha sido un descubrimiento. De hecho, la semana pasada, tras su primer día de rodaje, recibió el aplauso de todo el equipo. «Rodar con niños es inquietante. El papel de Andrea es clave, y, cuando vi con qué naturalidad actuaba, se me quitó el único miedo que tenía y me marché a Donostia a pasar el fin de semana visiblemente aliviado», confesó Malo.

El reparto se completa con actores como Vicente Romero, Manuel Morón, María Jesús Valdés, Andrés Gertrudix, Iñake Irastorza, Zorion Egileor o Kepa Cueto.

Pero, si hay un protagonista en el filme, ése es el propio internado, imponente, quizá más aún por su gran deterioro. Construido a finales del siglo XIX y cerrado desde hace dos décadas, Malo le había echado el ojo para rodar las secuencias del psiquiátrico de “Frío sol de invierno”. Al final, optó por otro edificio, pero no se ha resistido a darle el papel estelar en “La sombra de nadie”. «Yo no viviría en los decorados en los que ruedo, pero estos ambientes decadentes me ayudan muchísimo a contar historias, y éste es formidable, en cualquier momento te topas con un rincón extraordinario. Hay, por ejemplo, una parte calcinada por un incendio, e incluso modifiqué el guión para que tuviera cabida», afirmó el director.

Pero no todo es natural, hay mucho de artificio. «En las pelis parece que todo estaba allí, pero aquí hay un trabajo de decorados imponente», destacó. De hecho, un equipo de dieciséis personas dirigido por Pello Villalba trabaja en Lekaroz desde el 1 de febrero. Por ejemplo, han rehabilitado un aula y han resucitado la biblioteca, para lo cual han vuelto a llenar los estantes con varios miles de libros. Su trabajo ha sido tal que quien deambule por los interminables pasillos tendrá dificultades para distinguir si, por ejemplo, las imágenes de santos que cuelgan de las paredes son auténticas o forman parte del atrezzo. Pero hay más. Villalba ha convertido la antigua iglesia en taller y allí ha construido, entre otros decorados, todo un cementerio.

Una producción importante

Esta labor artística está en consonancia con la calidad estética que persigue Malo para su historia y, lógicamente, requiere un gran esfuerzo de producción, que corre a cargo de Luis Goya (Zine 1). El presupuesto es de 2,5 millones de euros. «Cuando me dieron el Goya, ya dije ­recordó Malo­ que era el segundo que tenía, porque el primero era Luis, quien produjo ‘Frío sol de invierno’ y con quien me compenetré de maravilla. Y ahora está sucediendo lo mismo. Me suele decir: ‘Yo te doy el marco y tú pintas el cuadro’. Lo cierto es que me ha proporcionado justamente el juguete que quería».

Al respecto, Malo aseguró que, «en casa», se siente a gusto. «Y no son palabras. En este filme repetimos buena parte del equipo del anterior, porque una de las cosas que me motivan es la posibilidad de crear una pequeña industria aquí, que nos permita no tener que estar siempre mirando a Madrid».

El rodaje del filme se prolongará en Lekaroz y algunas otras localizaciones del Baztan a lo largo de seis semanas. Después será el turno de Iruñea, Iranzu, Donostia (Tabacalera) y la localidad francesa de Castet. «Esperamos ­dijo Malo­ que el filme esté listo en setiembre»; «a finales de agosto», corrigió Goya, como si después de los mutuos halagos quisieran escenificar las eternas disputas entre director y productor. -