El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, vino ayer a insistir en las mismas ideas que el 20 de agosto de 2005 planteó en Diyarbakir: «Más democracia» para Kurdistán Norte. Eso es precisamente lo que reclama la nación kurda, además de otras reivindicaciones históricas, pero en Kurdistán Norte saben que las palabras de Erdogan son sólo para consumo de la Unión Europea. La realidad en la empobrecida y humillada nación es bien diferente y no ha cambiado absolutamente nada en los últimos años, pese a los publicitados cambios políticos anunciados por los turcos para adaptarse a las exigencias de la UE. Esa frustración, tanto política como social, un olvido aterrador y la represión feroz se encuentran tras la revuelta kurda, duramente reprimida por Ankara.

Aurora Lago explica que «remontándonos unos pocos años en la historia, las organizaciones kurdas han pedido por activa y por pasiva al Gobierno turco que abra una proceso de negociación para solucionar el conflicto. El PKK decretó un alto el fuego tras la detención de Abdullah Ocalan, pero volvió a las armas el pasado junio porque Ankara no abrió ninguna puerta para encauzar o solucionar el problema».

«Formalmente sí ha habido algunas reformas en la Constitución turca en respuesta a las exigencia de la UE, pero son pocas y, además, no son reales ­afirma Lago­. Por ejemplo, en el plano cultural está la cuestión de la lengua. Ankara permite la enseñanza en kurdo, pero en realidad si tú quieres que tu hijo aprenda en kurdo tienes que llevarle a un centro privado, con todo lo que eso significa, al margen de todas las trabas burocráticas que existen. Otra cuestión es la situación social. Históricamente la población kurda está empobrecida. Los kurdos viven en una región rica pero Turquía la mantiene empobrecida».

En opinión de Lago, tampoco se han dado avances en temas en los que la UE, aparentemente, es muy puntillosa. «Las violaciones de derechos humanos, las torturas y las desapariciones continúan hoy en día. Todo esto ha generado una enorme frustración porque no se ve una salida, una vía para que se puedan plasmar los derechos del pueblo kurdo, pese a que la UE pide a Turquía, de manera genérica, que no viole los derechos humanos», afirma.

En este sentido, recordar que oficialmente el Gobierno turco levantó el 20 de junio de 2002 el estado de excepción. En la práctica continúa con una apabullante presencia de tropas y policías en Kurdistán norte. «Se vive una situación que está al nivel de años anteriores. Los enfrentamientos son cada vez más fuertes porque a la situación no se le da ninguna salida, pese a que aparentemente Ankara dice que hace cosas».

En esa línea, Erdogan dijo ayer que las protestas kurdas no iban a afectar a la «democratización» del Estado turco, y volvió a prometer «más democracia, más libertades y más derechos» para los kurdos. Sin embargo, según la miembro del Centro de estudios kurdos, «a nivel formal, de cara al exterior, parecen que las cosas cambian, pero se trata de declaraciones que nada tienen que ver con la realidad».

Aurora Lago indica que el pueblo kurdo «tenía muchas esperanzas de que Turquía entrara en la UE porque pensaban que la Unión Europea forzaría a Ankara a reconocer sus derechos. No es así, y esto también provoca frustración». La UE, en sus documentos sobre Turquía, evita a toda costa hablar de kurdos y se refiere siempre a las «minorías». «Ahí está la trampa ­afirma Lago­, la UE habla de manera genérica de los derechos de las minorías, pero nunca de los derechos del pueblo kurdo, que para ellos no existe».

En este contexto, Lago cree que el futuro para el pueblo kurdo se presenta muy duro, con un aumento de la resistencia y en medio de un escenario convulsionado con la ocupación de Irak y un Kurdistán Sur que pese a su peligrosa alianza con los invasores no es probable que alcance mayores cotas de autogobierno y mucho menos, hacer efectivo el derecho a la autodeterminación. Los kurdos volverán a ser traicionados. -