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Gara > Idatzia > Ekonomia 2006-04-09
«Con la navaja del bocadillo cortaban las placas de amianto»
Los efectos dramáticos del amianto, pese a su prohibición, continuarán. En Hego Euskal Herria se calcula que 10.000 trabajadores perderán la vida. El silencio de la Administración y de las empresas provoca que los afectados eleven su voz en demanda de justicia. El 28 de abril se dedicará a esta enfermedad laboral.

Hay muchos trabajadores que tienen en sus pulmones amianto y lo desconocen», señala Nieves Rodríguez, viuda de José María González Esteban, ex trabajador de Babcock Wilcox Española. Los testimonios de los afectados por el amianto, por una u otra causa, dejan al descubierto la terrible deuda de esta sociedad con aquellos trabajadores que se ganaron el pan con el sudor de su frente y, sobre todo, entregando su salud ante la falta de medidas de seguridad en las empresas. Es un homenaje a esos y sus familiares, pero también un grito al aire para que nadie esconda este dolor, que se vea, que se palpite. Un ejemplo claro es el Estado francés, donde la asociación Andeva trabaja por lograr unas indemnizaciones y pensiones que les permitan a los afectados y sus viudas vivir con calidad en los últimos años de sus vidas.

Cati Bayona recuerda a Dolores, su hermana, que falleció hace apenas un año tras un mesotelioma maligno, un tipo de cáncer que se produce por haber estado en contacto con el amianto. Igual que los otros, tiene un largo período de latencia. No se manifiesta antes de los diez, quince, veinte e, incluso, treinta años, lo que añade un rasgo de dificultad para todos aquellos trabajadores que en algún momento de su vida trabajaron con ese mineral e, incluso, por sus esposas que lavaron sus buzos de trabajo, porque pudieron contener las microfibras que originan esa enfermedad mortal.

Dolores Bayona trabajó ocho años en la empresa Montero K. F., una fábrica de amianto de Ezkerraldea. Dejó el empleo en 1974, cuando se casó a los 31 años. En 2004, las alergias frecuentes que padecía no le fueron a menos, como en otras ocasiones, y, tras una serie de análisis y exploraciones, le detectaron el cáncer por el contacto con el amianto.

«Todo el mundo lo sabía»

Cati Bayona, de Portugalete, recuerda que «todo el mundo sabía que el amianto no era bueno. No hay un seguimiento de quienes han estado trabajando con ese producto». Insiste que, antes de su hermana, su padre se tuvo que prejubilar por asbestosis, otra de las enfermedades incurables derivada del contacto con el «mineral asesino», como se le conoce en el mundo. Más tarde contrajo el mesotelioma, que le condujo a la muerte.

El efecto invisible y mortal del amianto provoca, por ejemplo, que «haya trabajadores que ni siquiera sepan que lo tienen hasta que se manifiesta de una manera terrible». Bayona recuerda que «muchos compañeros de mi hermana y de mi padre no saben lo que tienen, pero algunos están horriblemente mal. Les da igual. Tienen una edad avanzada y no tienen suficiente valentía para denunciar lo que les ha ocurrido por trabajar en malas condiciones de seguridad».

Es testigo directo de esta situación y añade que «en mi familia hay otros que han trabajado en Montero y tienen la enfermedad». Esas personas reciben «míseras jubilaciones y tienen que soportar la enfermedad. Malviven. Hay que denunciar esa situación que padecen y padecerán otros».

Esmeralda Bermejo es médico. Reside en Gasteiz y su padre falleció en enero de este año a consecuencia de un mesotelioma pleural maligno asociado con el amianto. La vida laboral del traba- jador se desarrolló en Unión Cerrajera de Bergara, y se jubiló hace veinte años. «En apenas dos años, las con- secuencias del trabajo con el amianto le han matado. En un año tuvo hasta siete ingresos en el hospital de Txagorritxu», señaló. Durante las veinticuatro horas necesitaba apoyo de oxígeno. «La calidad de vida empeora hasta límites insospechados. Es una enfermedad que no se la deseo ni al peor enemigo».

Su hija recuerda que su padre le comentaba que trabajaban con «delantales y guantes protegidos con amianto, para evitar el calor». Reconoce que «si los familiares no nos movemos en este tema, para denunciar esta situación, nadie más lo hace» y critica «el elevado desconocimiento» que hay entre los trabajadores sobre las consecuencias del amianto, con el que trabajaron durante años y años a lo largo de su vida.

Lo preocupante de esta situación es el silencio que la Administración pública impone y que beneficia, sobre todo, a aquellos que en su día hicieron negocio con ese mineral asesino, pero que hoy esquivan la gravedad del problema. En este caso, hay que recordar que en el Estado español no se prohibió hasta 2002, cuando en otros países de la Unión Europea llevaban decenas de años prohibiéndolo precisamente por su efecto mortal.

Jesús Arrieta tiene 56 años. Es de Arrasate. Está de baja en Fagor Electrodomésticos y le han diagnosticado asbestosis. Se enteró debido a otra enfermedad que tuvo a finales de 2004, ya que en el período de rehabilitación le hicieron una serie de controles que derivaron en asbestosis. «No sé cómo me he contagiado. Nadie nos había dicho en esa empresa que habría amianto. No sé si en los revestimientos, en las instalaciones. Puede haber otros compañeros afectados. El diagnóstico fue de casualidad, dado que me tuvieron que operar de una perforación del esófago y a raíz de la rehabilitación se descubrió», señaló. Arrieta ve difícil el futuro y, desde luego, le cuesta tener que acostumbrarse a no poder subir a Urbia o a Aizkorri «como antes, pero no pierdo la esperanza, si dejo la enfermedad estacionaria. Tengo limitaciones, porque me canso y no puedo hacer marchas como antes. Con los inhaladores me mantengo bien».

Encara con optimismo esta situación, pero recuerda que en las fábricas «existe un fuerte desconocimiento de este tema y de todas las enfermedades profesionales, lo que es bastante preocupante para el futuro de los propios trabajadores».

Nieves Rodríguez es viuda de José María González Esteban, que trabajó en la antigua Babcock Wilcox Española. Recuerda que se encuentra a la espera de decisiones judiciales para poder recibir la oportuna indemnización por la muerte de su marido. «Era tremendamente activo, pero en 2000 comenzó a sentir un malestar general. Tras diferentes pruebas, se descubrió el cáncer. Falleció en 2002, con 60 años». Trabajó en contacto con el amianto desde 1974 a 1992. Por su actividad de garzón, quien trabajaba en la boca de los hornos, estuvo en contacto diario con el «mineral asesino», sin que nadie le informara de las consecuencias fatales. «Inhalaba polvo, preparaban incluso masa con amianto para recubrir agujeros de los hornos refrac- tarios», explica su mujer, quien recuerda que «me ha quedado un vacío que no sé como llenar».

Insiste en que la enfermedad mortal provoca «un deterioro de la vida en poco tiempo. Al principio, casi no podía andar, más tarde le pusimos una silla de ruedas y le conectamos oxígeno. Más tarde, no se movía de la cama». La mujer cuenta que «con la misma navaja que cortaban el bocadillo, partían las placas de amianto. Nadie les dijo nada respecto a tomar precauciones».

Nieves recuerda que, al final, siempre es el «trabajador el que peor sale parado de estas situaciones. Nos ha destrozado la vida, a mí y a mis hijos» y recuerda que cuando su marido se enteró de la gravedad del problema «me prohibió decirles a mis hijos y a los familiares que les dijera lo que tenía. He vivido con esa angustia durante los últimos años». Insiste en que «está reconocido en la primera sentencia de los jueces que nadie les informó de los peligros, pero tampoco les pusieron los elementos necesarios para garantizar su seguridad en el trabajo diario».

«Trajes de astronauta»

Jesús Gabiña se jubiló hace nueve años de Guardian Llodio, antigua Villosa, pero hace tres años «viniendo de vacaciones de Benidorm noté ya que me encontraba mal». Le diagnosticaron asbestosis. «Trabajaba en los hornos de Villosa, reparándolos. Hacíamos masa con amianto para tapar agujeros del horno. Hemos trabajado así muchos años, porque entré en 1962 en la fábrica». Su actividad se desarrolló entre Villosa y Vidrala.

«Limpiábamos las cámaras debajo de los hornos. Nos poníamos unos trajes de amianto para soportar el calor. Una vez recuerdo ­señala Gabina­, nos trajeron unos trajes como los de los astronautas. No pesaban, al contrario de los de amianto, que sólo para moverte te costaba un triunfo, y soportaban bien el calor. Pero nos los quitaron enseguida. Nos dijeron que eran muy caros». Al igual que lo relatado por Nieves Rodríguez, este ex trabajador de Guardian Llodio recuerda que «con la misma navaja que cortábamos el bocadillo, la utilizábamos para cortar y reparar los hornos que estaban infectados de amianto».

Jesús Gabiña insiste que nadie les dijo de los peligros que corrían y, por otra parte, resalta que todos los exámenes médicos estaban dirigidos al control de la silicosis, pero nada que tuviera que ver con el amianto». Se queja de Osalan y Osakidetza «porque no hacen nada por nosotros. ¿Qué tenemos que hacer, ir en sillas de ruedas como Pepín Montalbán (otro afectado por el amianto), ex director de la Banda de Música de Laudio?». Alerta de que todavía «los hornos de Villosa yVidrala tienen que tener amianto, incluso puesto por mí, y el riesgo es permanente». -

BILBO



Prohibición mundial del amianto

Los datos estadísticos muestran un panorama realmente negativo para los próximos veinte años. La Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) confirma que 100.000 trabajadores mueren al año por amianto. Por esa razón reclama que se prohíba a nivel mundial, puesto que los países avanzados lo han hecho en mayor o menor medida, pero se está desplazando la producción hacia los más necesitados. La Asociación de la Seguridad Social a nivel Internacional alertó del incremento de la producción. Osalan reconoce que las muertes por amianto crecerán y un informe navarro reconoce una mayor implicación del asbesto como agente «más frecuente» en cuanto a las enfermedades profesionales en Nafarroa. -



«La union nos dara fuerzas para seguir»
Txus Macías es secretario de la Asociación de Víctimas del Amianto de Euskadi. Tiene su sede en Laudio. Está empezando a andar. Su padre trabajó en Guardian Llodio y falleció por asbestosis.

Reconoce que esa enfermedad «supone un drama para los familiares», pero reconoce que «debemos unir las fuerzas para seguir adelante», porque «todavía hay amianto en los edificios y en las empresas». No se puede bajar la guardia. Angel Moreno es delegado sindical de CCOO en la empresa Fibras y Elastómeros de Barakaldo. Indica que desde hace seis o siete años ya no se trabaja con amianto, pero allí se producía. «Nos hacen reconocimientos médicos», dice. No recuerda casos de amianto, pero sí que «hubo bastantes prejubilaciones».

Hay temor por parte de los trabajadores y, en varios casos, algunos de ellos han declarado, en juicios, que se trabaja con seguridad y después les ha emergido la enfermedad.

El abogado Félix Cañada manifiesta que los trabajadores deben disponer de historiales para demostrar que trabajaron con amianto y «es una dificultad».

los sindicatos reclaman prevencion

Los agentes sociales reclaman una mayor implicación de la Administración pública en cuanto a la prevención y al establecimiento de una serie de garantías de prejubilación para los trabajadores que hayan estado en contacto con el mineral.

Pilar Collantes, de UGT, reconoce que «será la próxima pandemia laboral» y advierte de que se debe trabajar en favor «de las víctimas» y que «quienes están en activo puedan jubilarse con anticipación».

Ibon Zubiela, de LAB, reconoce que los protocolos de vigilancia de la salud deben extenderse «más allá de los cinco años actuales» y denunció que existe «un déficit del sistema sanitario en el control de los actuales trabajadores, así como de los postocupacionales». Para el responsable de LAB, el problema parte de que las empresas «no están concienciadas» y critica que el reglamento que Madrid pondrá en marcha «es un paso atrás».

Luis Miguel Sáenz, de ELA, reclama que la legislación apoye a las viudas de los afectados y a quienes estuvieron en contacto, para que puedan también jubilarse, «como lo hacen los mineros, por ejemplo». ELA prepara un estudio sobre el efecto del amianto, pero Sáenz adelanta que «las muertes por amianto son mucho mayores a las estadísticas que nos han presentado en Osalan».

Angel Cárcoba, de CCOO y experto en este tema, critica la labor del PSOE, porque «cuando estaban en la oposición aseguraban que iban a resolver los problemas, pero no hay nada claro». Recuerda que el Estado francés hizo un examen que concluyó que «estuvo anestesiado ante este mal».


 
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