A José Bono, Zapatero le ha enseñado el camino a su casa y Raúl del Pozo, en “El Mundo”, advertía ayer: «Cuidado con Zapatero, ha empezado a dar en el clavo; como Talleyrand ya ha aprendido a explotar a sus enemigos políticos; sólo discute a través del BOE. La defenestración de Bono ha sido una obra de arte política; ha liquidado al español hasta la médula en medio del éxito popular y de una gestión brillante».Carlos Martínez Gorriarán se lamentaba en “Abc”: «La salida de Bono representa el ocaso definitivo de la vieja guardia socialista, esa que algunos ingenuos esperaban que defendiera a muerte la unidad constitucional frente al soberanismo periférico. El voto unánime de los diputados socialistas apoyando el Estatuto catalán dio la exacta medida de esa ingenuidad. Murmurarán y darán algún titular de periódico maligno ‘¿has visto lo que dice Alfonso?’, pero ninguno osará jugarse un buen retiro oponiéndose al ‘federalismo asimétrico’ y demás inventos. Tras amortizar a su viejo rival colocándolo en Defensa, donde cubría de paso el flanco patriotero, populista y cañí, Zapatero envía a Bono a una jubilación dorada». O sea, a hacer gárgaras.
El editorialista de “El País” hacía una lectura en clave vasca: «queda cerrada la etapa en la que algunos alentaron a Bono para erigirse en alternativa a Zapatero. El presidente puede afrontar el proceso vasco con perfecta armonía entre Interior y Defensa, donde coloca a dos políticos de su máxima confianza».
El que gemía era el editorialista de “El Mundo”:«Bono era de los mejores de este Gobierno y deja un vacío político que será difícil de compensar».
El multimedia Fernando Jaúregui describía al personaje: «José Bono era una especie de ‘rara avis’ en el conjunto del Gobierno Zapatero. Un llanero solitario, que mantenía posiciones distintas y distantes en demasiadas cosas: enfrentado con los nacionalistas vascos y, sobre todo, catalanes, poco amigo de la solución bipartita en Galicia, quizá no entusiasta de algunas de las concesiones que habrá que hacer a cambio de la paz en el País Vasco».
Y, en su editorial, “El Correo Español” veía crisis en el
PSOE: «La marcha de Bono (...) denota el malestar que algunas de las decisiones
políticas de Zapatero han generado dentro de su propio partido». Si hay que
hacer caso al viejo refrán, habrá que constatar que es la derechona la que
lamenta que Bono se vaya. Pues qué bien. - msoroa@gara.net