Arantxa Elizondo - Profesora de Ciencia Política (UPV)
Las voces de las mujeres
Desde que el pasado 22 de marzo escucháramos el comunicado de ETA (precisamente en la voz de una mujer) hemos entrado de lleno en un nuevo contexto social y político. A pesar de la divergencia en las interpretaciones acerca de lo que este alto el fuego significa o en las predicciones acerca de lo que pasará en un futuro cer- cano o lejano hay una idea que está clara para casi todo el mundo: Vivimos nuevos tiempos, tiempos de negociación, de debate y contraste; tiempos, en definitiva, de cambios.Evidentemente, las arenas en las que se están moviendo los actores políticos y sociales en la actualidad son numerosas: las instituciones parlamentarias en su doble vertiente, el Parlamento de Vitoria-Gasteiz y el Congreso de Madrid; el órgano u órganos que previsiblemente se crearán específicamente para canalizar el debate entre los partidos políticos bajo la probable fórmula de mesa de partidos; el ámbito de la sociedad civil en la que participan los distintos agentes sociales, grupos, asociaciones o movimientos; el espacio protagonizado por periodistas, tertulias, analistas, comentaristas y personas expertas cubierto por los medios de comunicación; y por último, la zona oscura donde se lleva a cabo la parte más opaca de la negociación y en el que desconocemos quiénes están participando y qué cues- tiones están debatiendo, y que probablemente sea el que va a marcar la pauta de lo que ocurra en los demás ámbitos. Durante las últimas semanas estamos asistiendo al posicionamiento de los principales actores socio-políticos en todos estos campos: algunos se reafirman en sus posiciones pero la mayoría se desplaza lentamente hacia su reubicación en lugares distintos a los que han ocupado hasta ahora. Al mismo tiempo, estamos viendo también la aparición de nuevos actores que buscan jugar su papel en el proceso. En este sentido me ha llamado poderosamente la atención la existencia de una plataforma integrada por mujeres de la mayoría de los partidos políticos de Euskadi que tiene como principal objetivo incorporar la voz de las mujeres a la búsqueda de la paz y la reconciliación. Según ha contado una de las participantes, llevan mucho tiempo realizando un trabajo callado y ha llegado por fin el momento de mostrar los resultados de sus esfuerzos. La pregunta es sencilla: ¿qué aportaciones pueden realizar estas mujeres en el proceso político que se abre en Euskadi? La respuesta es más sencilla aún: muchas. Su aportación más llamativa ahora mismo es que, más allá de los acuerdos concretos que hayan podido alcanzar o a los que puedan llegar en adelante, lo que resulta realmente asombroso es la existencia misma de la plataforma, puesto que no es usual que en Euskadi la clase política subraye los aspectos que les unen por encima de las divisiones partidistas. Por otro lado, siendo algunas de las integrantes de esta plataforma representantes en el primer Parlamento Vasco que está presidido por una mujer e integrado por más mujeres que hombres, su actuación está reivindicando el papel de las mujeres como agentes activas en los procesos políticos. Por último, lo que es más importante, ellas no sólo nos recuerdan que existe la desigualdad social entre los sexos sino que además intentan vincularla al debate político actual, es decir, quieren decirnos que si lo que está ahora encima de la mesa es el diseño de los pasos necesarios para la consecución de una sociedad más justa y pacífica habremos de incorporar necesariamente también entre nuestros objetivos la igualdad de hombres y mujeres y la eliminación de todas las formas de violencia, incluida la que se ejerce contra las mujeres. No es la primera vez que las mujeres de distintos bandos se unen por encima de los conflictos que destrozan la convivencia en su sociedad para proponer soluciones y caminar hacia la reconciliación: blancas y negras en Sudáfrica; católicas y protestantes en Irlanda del Norte; serbias, bosnias y croatas en Yugoslavia; israelíes y palestinas en Oriente Medio, han sido ejemplos arriesgados que nos han enseñado que, aunque difícil y doloroso, es posible el encuentro entre posiciones enfrentadas. A pesar de las diferencias entre los conflictos mencionados, estas voces de mujeres responden al mismo espíritu valiente que se compromete a construir puentes para la reconciliación en una ardua aventura que merece nuestro apoyo y reconocimiento. Bienvenidas sean. -
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