Otros cinco muertos en Nepal cuando se cumplen 15 días de huelga general
El pueblo de Nepal volvió a desafiar ayer el toque de queda impuesto por el rey y golpista Gyanendra, aunque pagó su tributo en sangre, con la muerte a tiros de cinco manifestantes. La oposición mantiene el pulso con el régimen y ha convocado para hoy una manifestación masiva en Katmandú. El rey ha respondido ampliando el toque de queda y amenazando con disparar a todo el que se mueva. La ONU muestra su preocupación e India ofrece su mediación.
KATMANDU
Al menos cuatro manifestantes murieron ayer cuando soldados y policías respondieron con fuego real a una marcha de protesta en Chandragadhi, en el distrito oriental de Jhapa. El balance de víctimas fue confirmado por periodistas locales y por la organización nepalí de defensa de los derechos humanos INSEC.
Una fuente policial anónima confirmó horas antes la muerte en la tarde-noche del martes de otro manifestante, cuando las Fuerzas de Seguridad dispararon contra una multitud en Nepalgunj, en el oeste del país. Decenas de manifestantes resultaron heridos.
En la capital, Katmandú, la Policía antidisturbios impidió que miles de personas, al grito de «Abajo la monarquía, fuera el rey», accedieran al centro de la ciudad.
En el oeste, en Phokara, miles de personas desfilaron ayer desafiando el toque de queda. Fuentes locales denunciaron que 250 estudiantes y profesores fueron detenidos.
Con estas muertes se eleva a por lo menos once el balance de víctimas mortales de la represión policial en los ya quince días de huelga general, a la que el régimen del rey absoluto Gyanendra respondió imponiendo el toque de queda.
Un toque de queda general que el régimen absolutista decidió ayer ampliar en Katmandu, en vísperas de una gran manifestación convocada para hoy por la oposición, que agrupa a siete partidos.
El Gobierno, que advirtió que disparará contra todo aquel que participe en protestas hasta las ocho de la tarde de hoy, justificó la medida denunciando planes de la guerrilla maoísta «para utilizar a los manifestantes como escudos humanos».
Argumento peregrino, cuando la oposición, en la que participan los comunistas y que ha alcanzado un acuerdo con la guerrilla, planea reunir a medio millón de personas y recorrer los 27 kilómetros del anillo que rodea Katmandú, que tiene dos millones de habitantes.
Más aún cuando la guerrilla maoísta mantiene vigente su alto el fuego unilateral en la capital, precisamente para facilitar las protestas civiles, medida que no rige en el resto del país.
Tras semanas de silencio de la llamada «comunidad internacional», actitud duramente criticada por importantes ONG, el Al Comisariado de la ONU para los Derechos Humanos exigió ayer, por boca de su portavoz, Ian Martin, que cese la represión militar y policial.
El representante de la ONU pidió al rey que permita la celebración de manifestaciones, mostró su preocupación por los 4.000 detenidos y defendió «una solución política» con la guerrilla maoísta.
Mediación india
El enviado especial del Gobierno indio, Karan Singh, y el más alto funcionario indio de Exteriores, Shyam Saran, tenían previsto ser recibidos ayer por el rey. «No queremos inmiscuirnos en asuntos internos de otro país pero la situación está fuera de control y se deteriora a cada hora que pasa», declaró Singh. India ha denunciado estos días el «desproporcionado uso de la fuerza» en Nepal. -
La zona turística de Katmandú se une por primera vez a las protestas
SAM TAYLORKATMANDU El barrio turístico de la capital nepalí, Thamel, ha abandonado su habitual neutralidad y vibra estos días con las protestas contra el rey. Nueve turistas que participaban en una manifestación fueron detenidos hace días por la Policía, oficialmente por no respetar el toque de queda, a lo que siguió una marcha de cientos de empleados de los hoteles exigiendo la dimisión del rey absoluto Gyanendra. Hasta ahora, las manifestaciones opositoras no entraban a la zona turística, conocida por sus puestos de venta de material de montaña, marihuana, ropa hippie, CD y DVD piratas. El turismo es crucial para la economía nepalí. 270.000 turistas visitaron el país el año pasado, lejos del medio millón largo de 1999. Pero ahora muchos de los que viven del turismo se han unido a las protestas. «El turismo va a peor y no mejorará hasta que haya un cambio total del sistema», asegura en su puesto Anil Amatya. También hay turistas que se implican en la lucha del pueblo nepalí. Es el caso del alemán Johannis Jappen, organizador de la protesta. Pero los hay que, respondiendo al esquema más típico, huyen de la tensión. Es el contrapunto de Efrat Barzel, iraelí que llegó hace una semana. «Nos vamos a India. Todo está cerrado y no podemos movernos por el país como habíamos planeado».
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