Eran las doce y media de la madrugada del 25 de abril de 1974. Radio Renascença emitía la canción de Zeca Afonso «Grândola, vila morenaŠ O povo é quem mais ordena». Era la señal de los capitanes del Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) para derrocar la larga dictadura iniciada en 1926, tras un golpe militar encabezado por Salazar. Grândola se convertía junto con los claveles rojos colocados en las bocas de los fusiles en el símbolo de la «Revoluçao dos Cravos» (Revolución de los Claveles). Yo era una cría y no era consciente de lo que significaba todo aquello.
Mi primer viaje por Portugal coincidió con la conmemoración del décimo aniversario de la revolución. Fue un largo viaje, rico en descubrimientos y experiencias que iluminaron y enriquecieron mi conocimiento. Tuve la inmensa fortuna de disfrutar de la compañía de mujeres y hombres que habían vivido aquellas jornadas de lucha, de anhelos de libertad y de emancipación. Aprendí, a través de las historias orales, la importancia y el valor de la memoria colectiva para alumbrar culturas de solidaridad. Portugal fue la tierra fértil donde comenzaron a florecer y a echar raíces los ideales que me acompañan hoy en día.
Sin ser capaz de establecer una «línea de continuidad» entre lo que proponía el MFA en 1974 y la respuesta de los colectivos anti-mili y mili KK en el año 84, creo que el Movimiento de las Fuerzas Armadas, devolviéndole al pueblo la democracia, era radicalmente antimilitarista. Su programa incluía una nueva política económica y social basada en la defensa de los intereses de las clases trabajadoras; una política externa orientada a la defensa de la independencia e igualdad entre los estados, a la no injerencia en los asuntos internos de otros países y a la defensa de la paz (recuerdo la foto de las Azores); unas relaciones internacionales fundamentadas en la amistad y la cooperación; el reconocimiento de que la solución a las guerras coloniales de ultramar es política y no militar, abandonando así el proyecto de una «gran nación marítima».
En una placa del Cuartel do Carmo se pueden leer estos versos de Sophia de Mello Breyner Andresen: «Esta es la madrugada que yo esperaba/ El día inicial entero y limpio/ De donde emergimos de la noche y del silencio/ Y libres habitamos la sustancia del tiempo». Memoria de lo que fuimos esos días: fusiles y pétalos. Generosa y lúcida utopía. -