Pero qué andas preocupándote de la seguridad de las centrales nucleares, cuando tenemos un holocausto nuclear en ciernes. Así, tal cual, no me lo dijeron. Fueron más directos y bastante menos eufemísticos, y no se lo reprocho, que uno se deja obcecar por la pared agrietada que tiene enfrente y no ve el edificio de catorce pisos que está a punto de derrumbársele sobre los hombros.
Y, obcecado como estaba con los planes franceses de desarrollismo nuclear civil que del militar ya se sabe que la France no entiende de marcha atrás, no reparé en la de megatones que pueden derrumbársenos encima como se nos descongele en las narices la nueva guerra fría puesta de moda por alguna mente preclara de la Casa Blanca.
Que están George Walker Bush y compañía obsesionados con en el país de los ayatolláhs, no porque esté en manos de los ayatolláhs, sino porque no está en las suyas, que es un territorio geoestratégicamente golosillo este Irán, con tanto hidrocarburo suelto. Y tan obsesionados andan que ya tienen un puñado de planes para bombardear Teherán hacia octubre, dicen, antes de las elecciones norteamericanas.
Y eso, con el pretexto de que los iraníes quieren desarrollar armamento nuclear. Visto la de armas de destrucción masiva que se han encontrado en Irak, uno no puede sino esbozar una sonrisa sardónica. Aunque Teherán se esfuerce por demostrar que lo suyo no es más que un plan atómico estrictamente civil, a pesar de que la Agencia Internacional de Energía Atómica constate que no ve amenaza alguna en el programa nuclear iraní, el Pentágono mos- trará imágenes de satélite, difundirá supuestos informes de la CIA, o presentará testigos y testimonios varios que nos convenzan a todos de que Satán habita los espíritus de los dirigentes iraníes, y que lo mejor para la seguridad mundial y para la libertad de todos los seres humanos es bombardear y ocupar el país.
Sentado delante de la tele nueva, la de colorines, uno descubre fantasmas de aquella otra en la que misiles nucleares en blanco y negro sostenían como columnas dóricas una guerra fría que amenazaba con derrumbarse en cualquier momento. Pero no hay que ser alarmistas, no creo que estemos en ciernes de ningún holocausto nuclear. El holocausto ya llegó hace tiempo al planeta Tierra sin necesidad de ingredientes radioactivos. Al menos eso me dice mi tele a diario. -