Alvaro Reizabal - Abogado
Causa criminal
Tenía y tengo el alma encogida por la muerte del entrañable amigo Jokin Gorostidi, concienzudo tesorero del bolígrafo de cuatro colores, con uno reservado para la alerta de los números rojos. Con ese dolor que te reconcome, tenía encendida la radio, costumbre que practico tanto por razones genéticas mi madre solía tener aparatos encendidos por toda la casa, incluso cuando salía, para ahuyentar a los posibles ladrones como por otras de tipo generacional, que en mi infancia no había tele. Y también por motivos prácticos, pues la radio permite hacer otras cosas mientras la oyes, en tanto que la caja tonta obliga a estar pendiente de ella en exclusiva y además, y sobre todo a ciertas horas, acaba adormeciendo al más atento y despierto de los espectadores. En la radio estaba sonando una voz que por su gracejo en el decir e incluso por el mensaje, identifiqué como la de un Borbón, aunque no supe si era el padre o el hijo. Pero estaba equivocado, era el espíritu santo de Iñigo Urkullu. De repente suena el teléfono y me llega la enésima noticia nefasta de este horrísono sumario 18/98: uno de los acusados de la pieza “Egin”, mi defendido José Ramón Aranguren ha sufrido un infarto. Recuerdo que cuando en el juicio fue preguntado por su profesión, contestó que actualmente era disfrutar de la vida, ya que estaba jubilado. Y ha querido el destino que fallara su gran corazón cuando aprovechando que esta semana no había juicio decidió practicar esa bonita profesión de disfrutar de la vida y se fue a pasar unos días al cálido sol de Tenerife en busca de un descanso que, como desgraciadamente se ha comprobado, le resultaba más que necesario. A lo largo de los me- ses de duración de este nefasto procedimiento son ya muchas las noticias de corte trágico que se han sucedido. Unas en su propio seno y otras en sus aledaños, en forma de muerte en la cárcel. Sería una hipocresía negar que algunos de estos nefastos acontecimientos guardan una relación de causa a efecto con el proceso y con la forma en que se está desarrollando. La negativa de que el Tribunal se trasladase a Bilbo o el empecinamiento en que todos los acusados deban acudir a todas las sesiones, pese a manifestaciones extraprocesales en otro sentido y a la estructura claramente diferenciada de unas piezas respecto de otras, los continuos viajes a horas intempestivas y en precarias condiciones, la tensión propia del proceso en sí y la generada en ocasiones por actitudes, a la vez que innecesarias poco respetuosas con los acusados, unidas a otras circunstancias como el gran número de procesados, la edad en algunos casos y otras que olvidaré pero que también influyen, están convirtiendo esta patata caliente sin sentido en una causa criminal en la más extensa acepción de las palabras. -
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