Belén Martínez - Analista Social
Tristes tópicos
Todavía existen opiniones y creencias que asocian la violencia sexista con situaciones de exclusión y/o enfermedad. Numerosos estudios demuestran que los hombres que practican violencias sexistas pertenecen a cualquier ámbito social, educativo e ideológico (entendiendo por ideológico una adhesión o filiación política determinada, no el grado de coherencia del violento con respecto a los valores que postula la organización política, sindical o social con la que éste se identifica), y que sus diagnósticos psicopatológicos no revelan un porcentaje de patologías psíquicas superior al que se puede hallar en la población en general. No son enfermos mentales que ejercen de manera indiscriminada la violencia. Escogen la víctima y cómo debilitarla, creando un estado de agresión permanente. Eligen los momentos del maltrato (verbal, emocional, psicológico, intelectual, físico, sexual, económico...). La mayoría, independientemente del nivel sociocultural, conoce los márgenes los centímetros y la intensidad que separan lo «socialmente to- lerable» del delito. Los tópicos son el aval social que legitima la violencia sexista. Hay violencias que tienen un mayor impacto mediático y que nos pueden servir para superar esos tópicos. Bertrand Cantat, miembro del grupo Noir Désir, asesinó brutalmente a su compañera, la actriz Marie Trintignant. El capitán del equipo francés de rugby, Marc Cécillon, mató a tiros a Chantal Cécillon, su esposa, en presencia de casi sesenta personas. La pasada semana, la esquiadora suiza Corinne Rey-Bellet y su hermano fueron asesinados por el marido de ésta, Gerold Stadler. La madre de Corinne resultó gravemente herida. El pasado mes de enero, Manuel Cuadrado, un capitán destinado en la Escuela Oficial de Técnicas de Defensa, acabó con la vida de su ex compañera sentimental, Alicia Murcia, y la de su hija de cinco años. Son muchas las mujeres que hacen elecciones que les permiten ampliar sus horizontes de libertad, como es escapar de situaciones de violencia, rompiendo con el hombre que ha devastado sus vidas. Cuando nos involucramos en una relación deberíamos ser capaces de exigir, de forma asertiva, el derecho a la reciprocidad (dar y recibir placer y afecto), negociando y consensuando. Sin coerción ni deseos de dominar, sin subordinar los propios deseos a los deseos del otro, para complacerle. Conocer nuestros derechos y defenderlos es un aprendizaje social. -
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