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Gara > Idatzia > Kultura 2006-06-17
Iñigo ALBERDI | Director general de la Orquesta Sinfónica de Euskadi
«La orquesta es un patrimonio de todos y debe llegar a aquellos lugares donde no lo hace nunca»
El pasado mes de marzo, el bergarés Iñigo Alberdi asumía la dirección general de la Orquesta Sinfónica de Euskadi, tras tres meses de vacío en el puesto y especulaciones de todo tipo. Ahora, una vez instalado en su nuevo hogar, desvela las líneas maestras que seguirá la orquesta los próximos años: buscar una mayor versatilidad e implantación social.

Iñigo Alberdi ha elegido el final de una temporada, y quizá también de una etapa en la historia de la Orquesta Sinfónica de Euskadi, para presentar sus planes de futuro para esta institución.

­El de director general de una orquesta sinfónica es probablemente uno de los trabajos más especializados que existen, y son realmente muy pocas las personas en todo el Estado español que tienen la preparación necesaria para ocupar ese puesto. ¿Qué funciones desarrolla un director general y que formación es necesaria para ejercer el cargo?

El director general ostenta la más alta representatividad de la orquesta. Su tarea principal consiste en coordinar a todo un grupo de personas con tareas muy especializadas, y ser también la locomotora que tira de ese equipo, que lo lidera. Luego está, por supuesto, definir, junto con los directores musicales, la política artística de la orquesta. Debe tener, por tanto, un conocimiento profundo de leyes y de gestión, pero también unos conocimientos musicales sólidos, cuanto más sólidos, mejor.

­El relevo en la dirección de la OSE fue un tanto extraño, con una salida repentina e inesperada de Germán Ormazabal y un proceso de selección de candidatos bastante tenso, por las filtraciones a la prensa. ¿Por qué cree que fue usted, finalmente, el elegido?

En mi caso, yo creo que se da la conjunción de esas dos vertientes. Por un lado, una experiencia en la gestión cultural, en diversos trabajos (concejal de Cultura en Bergara, Ciclo de Organo, colaboraciones con la Quincena Musical, etcétera). Y, por otro lado, he ejercido la crítica musical. En otro ámbito profesional, he trabajado también como profesor y en Kutxa. Yo creo que, al elegirme a mí, se ha seguido con la tónica de las anteriores direcciones generales, por alguien que tuviese ese perfil.

­La OSE es una orquesta con unas características muy particulares, derivadas de su multiterritorialidad. ¿Qué problemas hay que afrontar al gestio- nar un conjunto como éste?

La vida del músico de la Orquesta de Euskadi es muy dura. Tienen que cumplir con sus obligaciones de ensayos y con los conciertos, pero luego, además, tienen que coger el autobús desde otra ciudad para llegar a casa, normalmente a horas muy tardías. La multiterritorialidad complica también la logística y la gestión de las salas, porque hay que conjugar las fechas de los directores y los solistas con la disponibilidad de los distintos auditorios. Por un lado, nos enriquece, porque viajamos mucho, aunque sea en un circuito próximo, y además la OSE nació con la intención de estar presente en las cuatro capitales. Eso es algo que nos diferencia del resto de orquestas, y nuestra forma de trabajar se ha de adaptar, por tanto, a las circunstancias.

­¿Va a seguir con la línea heredada de la dirección anterior o va a reorientar en algún aspecto las actividades de la OSE?

Mi valoración del trabajo realizado por la dirección anterior es muy buena, pero me gustaría fortalecer la presencia de la orquesta en la sociedad vasca. La primera cita importante que tenemos, el próximo año, es el 25 aniversario de la orquesta, y el principal objetivo de los actos que estamos preparando para celebrarlo tiene que ser llegar a toda la sociedad, a sitios, a pueblos en los que la orquesta nunca ha actuado con anterioridad. Los ámbitos más naturales de actuación de la orquesta son, obviamente, los auditorios, pero la OSE es un servicio público, es un patrimonio de todos, y por eso nos hemos planteado el reto de llegar a esos lugares donde normalmente no llega.

En un ámbito temporal más amplio, tengo propuestos dos ejes bastante claros. En primer lugar, está el tema de la versatilidad de la orquesta. Como viajamos tanto, la estructura de trabajo de la orquesta es, siempre, una semana de ensayos y una semana de conciertos. Es un sistema cómodo, pero que nos limita mucho en la cantidad del repertorio que podemos tocar. Hacemos muchos conciertos, pero repetimos lo mismo muchas veces. Por eso, me gustaría introducir algunos programas semanales, en los que podemos ganar en versatilidad y en diversidad de repertorio. La idea es que la orquesta haga más música diferente, que es algo bueno tanto para los músicos como para el público.

La otra línea sería la de la actividad pedagógica de la orquesta. Se han hecho cosas estupendas a ese respecto durante estos últimos diez años, pero me gustaría implantar un gabinete pedagógico en el seno de la orquesta para poder desarrollar un plan mucho más ambicioso, que alcance a un público lo más amplio posible y que oferte iniciativas que queden, por qué no, fuera del ámbito de la música clásica.

­La dirección musical de la orquesta viene funcionando, desde hace unos años, con el sistema un tanto inusual de la doble titularidad. Vistos los resultados, ¿cree que realmente funciona este sistema?

Es claramente un sistema poco frecuente, pero los frutos que ha dado son buenos. Dentro de su especificidad, yo estoy convencido de que aquí, y en el momento que se optó por la doble titularidad, se trató de una buena decisión. Pero es cierto que el trabajar con dos batutas ha aportado una visión del trabajo un tanto diferente.

­A la OSE se le ha achacado a menudo un problema de irregularidad, por su tendencia a alternar un concierto magnífico con uno muy malo. ¿A qué son debidos estos altibajos?

Ahí estamos hablando de muchos factores. La apreciación de la música es subjetiva, y ésta puede depender del día, del repertorio, del director y también de la persona o el crítico que escucha. Yo creo que se trata de la combinación de todas esas cosas. En el futuro, sería maravilloso poder consolidar un estándar que fuera siempre lo más alto posible, pero hasta las mejores orquestas tienen días nefastos.

­En la última etapa, la presencia de música contemporánea en los programas de la OSE ha sido un tanto errática. Además, es un tema que enfrenta al público de la orquesta. ¿Cómo va a lidiar con este problema?

Dentro de la función social de la orquesta, el de la música contemporánea es un tema que tenemos que mejorar. Tiene que haber más música contemporánea, y tiene incluso que contar con presencia en nuestra discografía, pero es difícil encontrar un equilibrio. -


 
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