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Gara > Idatzia > Kultura 2006-07-07
XXX FESTIVAL DE JAZZ DE GETXO
Conservadurismo y espectáculo

Un año más, el jurado del concurso de grupos pecó de excesivo conservadurismo a la hora de la entrega de premios y consumó un divorcio absoluto con el público.

Mientras éste premiaba, con verdadero acierto en mi opinión, la propuesta más original y arriesgada del grupo Jazz Kamikaze, el jurado les relegaba al segundo lugar dando como ganadores a los alemanes Magnus Mehl Quintet, cuyo trompetista, Brice Moscardini, era elegido, además, mejor solista. Ante un panorama tan reiterado, cabe preguntarse si alguna vez tendrá opciones a la victoria cualquier grupo que se salga de los cánones interpretativos de un bop más o menos energético. Los chicos de Jazz Kamikaze demostraron al jurado que el jazz existe después de los 60 y que puede ser fresco y creativo si se combinan inteligentemente estilos e influencias diversas, pero sólo obtuvieron un escaso segundo premio.

A continuación, y para finalizar una edición que nos ha dejado memorables actuaciones, el Billy Cobham-Didier Lockwood string quartet ofreció otro gran espectáculo. Una formación de extraordinarios virtuosos de sus respectivos instrumentos, que se completaba con el bajista Alan Caron y el guitarrista labortano Luc Silvain. Este último, apenas comenzado el concierto, ofrendó al público su particular omenaldi, en el que se apreciaban esencias del folklore euskaldun diluidas en armonías jazzísticas. Por su parte, Caron protagonizó uno de los momentos descollantes del festival, con su impresionante uso del slap en la composición titulada ‘‘Decode’’. Billy Cobham, no se quedó atrás por lo que a espectacularidad se refiere y su empleo maestro de las dobles baquetas fue de los que hacen dudar de los sentidos. En cuanto a Didier Lockwood, podemos decir que entabló en todo momento un diálogo desafiante con sus compañeros sobre el escenario, empleando el violín, bien como un arma arrojadiza, bien como un poderoso instrumento de seducción de nuestras voluntades. Espléndido.

También la sección Tercer Milenio concluía con una destacable actuación. El cuarteto francés Le Monde de Kota sorprendía agradablemente a los asistentes con sus curiosas armonizaciones (¡para armónica, trombón, guitarra y contrabajo!), ritmos juguetones y composiciones originales de imprevisible desarrollo.

A pesar de las discutibles decisiones del jurado del concurso, el balance de este trigésimo festival ­que ha reunido a doce mil asistentes­ ha sido francamente positivo, con un neto superávit de calidad musical, que esperamos se repita en próximas ediciones. -

Javier ASPIAZU


 
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