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Gara > Idatzia > Iritzia > Gaurkoa 2006-07-11
Juan de Jasso no sirvió al rey católico

El actual gobierno de Navarra ha abierto una exposición con motivo de la celebración del V Centenario de Francisco de Xabier, y en ella se exponen diversos documentos. Entre ellos, varios sobre Juan de Jasso que, en su momento, no pude consultar por haberse cambiado de lugar en el archivo, sin que se diese notificación del mismo. Cuando fueron consultados por Cros y Escalada se citaban en un lugar y actualmente se encuentran en otro distinto. Ante la imposibilidad de encontrarlos, deduje la posibilidad de que su valor fuera nulo. Pero no es así, y rectifico. Me quemé la mano por confiar en las que debieran ser correctas directrices del Archivo. Es triste ver que el Archivo del «Reino de Navarra» se halle controlado por quienes defienden un único «Reino de España», y en el nuevo «ordenamiento», se clasificaron los documentos en diferente lugar, sin citar dónde se depositaban, lo que me hizo errar en mis apreciaciones.

Investigar a favor del que manejó los hilos de la historia tiene sus ventajas, mientras que tratar de historiar lo ocultado resulta una tarea llena de obstáculos. El conquistador dejó que quedara la documentación que le interesaba y ocultó o destruyó la que podía perjudicarle. Y lo triste para los navarros es que sea el propio gobierno de Navarra el que fomente, publique y dé cobertura a datos que favorecen las tesis del vencedor, negando la difusión de las contrarias.

El doctor Jasso y sus cargos. El doctor Jasso se doctoró en Derecho por la universidad de Bolonia el año de 1478, y recibió del rey de Navarra, Juan de Aragón, padre del católico, los títulos de Maestro Real de Finanzas (1472) y alcalde de la Corte Mayor (1476). Los reyes don Juan y doña Catalina lo nombraron presidente del Consejo Real de Navarra (1495), cargos que ostentaba en el momento de la ocupación del reino (1512).

El 17 de setiembre de 1512 el católico nombró su primer presidente del Consejo Real de Navarra (recién tomada Tudela y entregados los pueblos navarros), en la persona de Rodrigo del Mercado, obispo de Mallorca, ordenándole que «las provisiones de gracia sean señaladas en las espaldas como allá se acostumbra», y éstas fueran el doctor Jasso y el bachiller Lizarazu, «ambos de nuestro Consejo». La firma de los consejeros era imprescindible para toda clase de gracias, mercedes o nombramientos. El doctor Jasso no firmó ninguno, aunque figuró como tal cargo.

La historia desde el ángulo oficial y sus contradicciones. Los documentos presentados en la citada exposición revelan que Juan de Jasso cobró del rey católico la nómina del año de 1512 (por los servicios prestados al rey Juan de Albret), tras una entrevista que tres días antes mantuvieron en Medina del Campo.

Luego firmó los recibos de pago de las nóminas de 1513 y 1514, emitidos por cédula Real, cantidades anotadas en el asiento de los libros de Comptos, e incluso el cardenal Cisneros ordenó pagar a la familia (12-XII-1516) la nómina de Juan de Jasso como consejero del año 1515.

Pero los hechos muestran otra realidad, una guerra abierta contra el doctor. En los años 1513-14 le derruyeron el castillo de Azpilcueta; en 1515 ordenaron la desposesión del doctor Jasso del término del Real de Sangüesa, adjudicándose una parte a Sos (en Aragón); y en mayo de 1516 le derribaron el castillo de Xabier y la casa.

Resulta, pues, un sarcasmo y una ironía de total cinismo el pago a sus herederos los servicios del año 1515, después de fallecido en diciembre de 1516, cuando en mayo de ese mismo año se había procedido al derribo de su casa y palacio. Con los pagos citados, pues, se procedió a la liquidación y cierre de una etapa de la conquista de los naturales navarros. En adelante, y en los pleitos llevados por María de Azpilcueta y sus hijos a partir de 1520, ni siquiera les fueron admitidos por el fiscal los recibos pagados como consejero, reivindicados para conseguir las indemnizaciones de los derribos.

La otra cara de la historia. Juan de Jasso y su familia no tuvieron que tomar postura, pues ya la tenían. Abandonaron la Alta Navarra, acompañando a sus reyes, familia y leales. Podemos mantener incuestionablemente que no se encerraron en Pamplona cuando las tropas españolas fueron sitiadas, obligación al uso, requerida siempre a los adeptos, como prueba de lealtad y fidelidad. ¿Dónde estuvieron durante el intento de recuperación, entre octubre y diciembre de 1512?

Más aún, el silencio sobre el doctor es absoluto. En las Cortes celebradas en marzo de 1513, 1514 y 1515, su ausencia y la de todos sus familiares también fue total.

Los libros de Mercedes, que recogen nombramientos de consejeros, las gracias del monarca, las personas que las recibían, cantidades, motivos, etc., no citan al doctor, ni como compareciente, ni como firmante, ni como otorgante, ni como receptor. Según los citados libros, no acudió a ninguna sesión, y estas funciones eran esenciales del cargo. Tampoco demandó el ejercicio del puesto. Los documentos que registran los pagos de las nóminas tampoco registran ni una sola actuación del doctor. Los Comptos, donde los consejeros reputan las cuentas anuales, tampoco cuentan con su asistencia. Los consejeros constituían también cargo de jueces. Tampoco actuó en causa alguna. La presencia del doctor es nula en toda clase de actos públicos, y hay que tener presente que el Consejo era el órgano oficial de gobierno.

La inestabilidad de su posición, con la posesión de un cargo que no ejercía, fue total. Su titulación de Consejero se hallaba carente de nombramiento formal. ¿Se consideró su cargo un paso natural de una dinastía a otra, un mal menor en evitación de causas que animaran a la rebelión, o fue obligado a mantener el título? Las posibilidades de lo ocurrido son muchas y las pruebas pocas.

Si tenemos en cuenta que Juan de Jasso era doctor en Derecho por la universidad de Bolonia, cuyos estudios jurídicos se reconocían en toda Europa, y había jurado a los anteriores reyes de Navarra, algo se debió de concretar que no ha llegado a nosotros. Conocemos la actitud y razonamientos del mariscal para no jurar al católico, excusando su juramento por el prestado al anterior monarca, pero no la defensa que hiciera Juan de Jasso del suyo.

Que su cargo otorgado por los reyes anteriores se mantuviera sin acceder a su ejercicio, no fue el único caso. Lo más probable es que el doctor Jasso hiciera valer sus conocimientos y derechos en un reto personal y con una ética que hoy todavía no son conocidas ni reconocidas.

Luego se produjo el intento de recuperación del reino y el encierro de los leales al rey castellano en la fortaleza de Pamplona. Correa, biógrafo coetáneo de la conquista, resalta a los fieles que se encerraron con las tropas ocupantes, y entre ellas no hay un sólo miembro del núcleo de las familias Jasso, Azpilcueta, Jaureguizar, Otondo, Olloqui, etc. Al doctor se le supone acompañando al rey destronado que, por cierto, estuvo personalmente en el cerco a Pamplona. El siguiente paso conocido del doctor Jasso fue la visita que mantuvo con el rey Fernando, en compañía de Miguel de Espinal y Alonso de Peralta, en Medina del Campo (ambos también defenestrados de sus cargos), el 18 de enero de 1513.

No cabe ninguna duda de que la conversación versó por cauces de reclamación, demandas y derechos. El doctor Jasso logró así cobrar posteriormente la deuda reconocida de los reyes depuestos por sus servicios durante 1512. El desconocido desarrollo de las conversaciones y acuerdos nos impide concretar los detalles. Pero el doctor Jasso, buen conocedor del derecho, negociador nato y experimentado precisamente con el católico, consiguió mantener el título de Consejero. El no transferirse al libro de Mercedes refleja que no fue una nueva concesión. El rey católico ni lo nombró ni lo destituyó: otorgó la presidencia a otro, y lo mantuvo de consejero sin ejercer en dicho oficio.

Opresión, humillaciones y situación. Una cédula del rey Fernando desposeyó al señor de Xabier del término del Real en Sangüesa. El doctor Jasso no recurrió ante el Consejo ni ante el virrey, sino que acudió a las Cortes, como órgano del reino, para que le defendiera en sus derechos. Lo ocurrido prueba cómo fue tratado el doctor Jasso y como defendió éste su derecho, sin acudir a la colaboración. El doctor Jasso disfrutaba el despoblado del Real, hasta que el católico, mediante Cédula Real, repartió sus términos entre las villas de Sos (Aragón) y Sangüesa, bajo la fórmula de compra (43.000 y 32.000 sueldos jaqueses), para indemnizar a los nietos del aragonés Alvarado.

El doctor Jasso, como señor de Xabier, acudió ante las Cortes en suplicación de agravio. Éstas aceptaron e hicieron suya la defensa de la petición, sosteniendo que «él estando en pacífica posesión de gozar las aguas, hierbas, pastos y términos del lugar del Real, Su Alteza, a menos de ser oído en su justicia, ha sido mandado (ha mandado) fuera echar de su posesión, lo cual es agravio e contra-fuero. Se suplica con mucha instancia el debido remedio». La respuesta del monarca señala su supremacía. Lo envía ante el Consejo Real (órgano asesor del rey), del que se supone debía formar parte: «Dice Su Alteza, que reclame al Consejo, pues hasta aquí segunt el visorrey dice, no ha reclamado».

Es decir, el rey promueve la humillación del doctor Jasso, para que recurra directamente a un órgano que no reconoce, y contra la decisión propia, que no ha de rectificar. La situación de los Jasso-Azpilcueta al fallecimiento del cabeza de familia, sin bienes reconocidos, y con las haciendas derruidas y en litigio, revela la verdadera voluntad del monarca sobre ellos. La falta absoluta de su firma en documentos oficiales muestra que no participó en las funciones del cargo. Y toda la documentación de dicha familia desapareció a manos del ocupante. La carencia es absoluta en contratos matrimoniales, testamentos, defunciones, recibos de derechos, escrituras de mercedes, posesión de haciendas, etc. No existe una sola firma del doctor Jasso en documento público ni privado entre 1498 y 1515 (a excepción de los citados recibos), ni presencia en los órganos institucionales (Consejo, tribunales, sesiones, ejercicio de funciones, Cortes, etc.).

La defensa de los derechos del doctor Jasso y su familia se coartaron desde el momento mismo de la ocupación, pues le fueron arrebatados todos los documentos de la familia. En cuanto a lo público, el doctor Jasso, a pesar de hallarse en nómina, no ejercitó las labores de consejero real, probablemente en rebeldía. No se puede obviar que la única referencia existente de la presencia física de Juan de Jasso en Navarra durante esos tres años de su vida proceda de la fecha de su muerte, y que el único documento de ello sea la testificación de un soldado. -


 
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