Jon Odriozola - Periodista
Parménides y la Constitución
Como aplicado ciclotímico, me tumbé en el diván de mi psiquiatra favorito. Verá,doc, ahora relaciono la Constitución española con el gran metafísico Parménides de Elea, quien, como sabrá, polemizó con el materialista Heráclito de Efeso.Para Heráclito, aristócrata y marxista ucrónico, una cosa es y no es al mismo tiempo y todo es devenir. Ya sabe: nunca te bañas dos veces en el Nervión. Parménides encontraba esto absurdo y estableció el principio de identidad básico en lógica formal: el ser, es; el no ser, no es. Según esto, el Ser (o sea, la Constitución) es Unico. No puede haber dos seres pues si los hubiera entonces lo que distingue al uno del otro «es» en el uno pero «no es» en el otro. Y, ¿qué habría entre ellos? El no ser. Y esto, mire usted, es contradictorio. Además, el ser es Eterno. Si no lo fuera, tendría principio y tendría fin. Si tiene principio es que antes de principiar el ser habría el no ser. Pero admitir que hay no ser es admitir que el no ser, es, ¿me sigue, doc? O sea, que antes de que el ser fuese, había también el ser: no hubo principio ni «big bang» ni ostias, sólo materia. Ni tampoco hay fin ni «happy end». Todavía hay más, míster. El ser es Inmutable, no puede cambiar (como la Constitución), puesto que todo cambio es dejar de ser lo que era para ser lo que no era, y tanto en el dejar de ser como en el llegar a ser va implícito el ser del no ser, lo cual es contradictorio. Pero, agárrese, el ser es Infinito, no tiene límites, no está en ninguna parte. Estar en una parte es encontrarse en algo más extenso y, por consiguiente, tener límites. Pero esto no es posible, señor Licenciado, porque si tiene límites, y llegamos a ellos, supongamos, ¿qué hay allende el límite, ein? El no ser. Y ya hemos convenido en que esto no puede ser, a ver si me entiende. Y ya llegamos a lo último, respire. El ser es, como la Constitución, Inmóvil. Porque moverse es dejar de estar en un lugar para estar en otro. Por consiguiente, el ser, que es lo más extenso que hay, aparte el Athlétic (aquí un guiño a Bustillo), no puede estar en ningún lugar, y si esto es así y va a misa. Pues eso. El movimiento no existe, pero eso, dice Parménides, se lo dejo a mi discípulo Zenón, que, por cierto, es de mi pueblo, Elea. Luego vino Diógenes el Cínico y demostró el muy hijoputa el movimiento andando. Como cuando Platón definió al hombre como un bípedo implume y Diógenes se plantó en el ágora con un gallo y, desplumándole, dijo: he aquí el hombre de Platón. Toda la metafísica transformada en un chiste surrealista y la Constitución en un fórceps «sub speciae aeternitatis». -
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