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Gara > Idatzia > Iritzia > Kolaborazioak 2006-07-18
Francisco Javier Meabe - Justicia y Paz
No somos tan diferentes

I- Sin ignorar la importancia de los acontecimientos más significativos de estos días, algunos de gran relevancia y que necesitarían un análisis más pormenorizado, como el desarrollo del juicio por el asesinato de M.A. Blanco, la evocación del recuerdo del atentado de Hipercor, la declaración misma de ETA, procesos promovidos contra personas presuntamente relacionadas con la extorsión económica, procesos, algunos de los cuales se iniciaron hace tiempo, pero que afloran en estos momentos en los que existen fundadas expectativas de avanzar por el camino de pacificación y normalización de nuestro pueblo, etc, quiero referirme en esta reflexión, a los elementos comunes que generalmente se suelen dar en «procesos de pacificación» de otros países, análogos al que estamos viviendo actualmente entre nosotros.

¿Qué elementos comunes? Es de sobra sabido que si no existe un diagnóstico común o mayoritariamente expresado por las fuerzas políticas, difícilmente se pueden dar los pasos de una solución efectiva al problema. Sin diagnóstico previo no hay curación. Tampoco solución para los problemas de la vida social y política.

Las claves de una estrategia de paz y de solución de un conflicto como el vasco, además de la convergencia en la definición del conflicto mismo, han de incluir la reparación material y moral de todas las víctimas y su no manipulación por las partes enfrentadas, el tratamiento del tema de los presos, y el inicio de un proceso de solución negociado y consensuado. Estos pasos, repito, se han ido repitiendo de forma casi mimética en otros conflictos de esta naturaleza, con las características propias del lugar y del momento histórico en que se dan.

II - Respecto al papel de las víctimas y los presos, nos hemos referido ya en reiteradas ocasiones y lo seguiremos haciendo más adelante. Es claro que las víctimas nunca aceptarán la justificación de la muerte de sus seres queridos. Igualmente será imposible convencer al colectivo de presos de que el sufrimiento que infligieron injustamente a otros no merecía la pena. Más allá de los grandes análisis teóricos sobre la paz, a nivel de la relaciones interpersonales y de grupos, éste problema es posiblemente el punto más difícil para una convivencia integrada, máxime cuando adquiere formas de una subcultura del odio descarnada y cruel. Ciertamente las víctimas tienen un quehacer moral de gran importancia en la reconstrucción de una sociedad reconciliada. Sin embargo no hay que olvidar que son los políticos los que tienen la legitimidad democrática para diseñar, discutir, proponer y llevar adelante las soluciones políticas que demanda un conflicto político, mediante el diálogo, la negociación y mediante acuerdos justos y operativos.

III ­ Para la puesta en marcha de un proceso de solución negociado y consensuado del conflicto, el primer compromiso a obtener del Gobierno ha de ser la legitimación de Batasuna, proscrita por la ley de partidos. Sólo a partir de ese momento se podría hablar de la existencia de mesas representativas y de encuentros legítimamente formalizados entre todos los interlocutores.

En este camino, es probable que se abstengan o se descuelguen grupos más radicales y que estén en desacuerdo con lo que se vaya haciendo, lo que no tiene por qué excluir la existencia de contactos a otros niveles de esos mismos grupos. Por otra parte, no se puede descartar que mientras se debate y se trabaja en la consecución de los puntos señalados, puedan darse brotes de violencia callejera que compliquen el proceso negociador, incluso hasta suspenderlo temporalmente. Actuaciones de esta naturaleza han sido frecuentes en situaciones análogas en otros países.

Alcanzado el acuerdo, todos los participantes en su elaboración deberán manifestar su compromiso público con el cumplimiento de los acuerdos pactados. Debe quedar clara la voluntad pública efectiva de ser fieles a los compromisos alcanzados.

IV - Por último las ideas básicas de estos pasos deberán ser de alguna manera conocidos por la opinión pública, al menos en sus aspectos más importantes. Es ella, la opinión pública, la que se debe movilizar para apoyar, exigir y cumplimentar lo que se plantea y decide en las reuniones de las mesas de negociación. La discreción y la prudencia no están reñidas con la información al pueblo de algo que le atañe tan directamente.

No existen procesos modélicos para todos los casos. Con todo, el cumplimiento de los pasos apuntados nos inducirían a pensar que estamos en el verdadero camino, a pesar de los obstáculos e incertidumbres que puedan surgir a lo largo del mismo, y por desgracia nunca faltan.

En estos momentos de esperanza, reiteramos desde SSD ­Justizia eta Bakea ­nuestro compromiso de trabajar, junto con otros agentes sociales, en la consecución definitiva de una sociedad pacificada y reconciliada. -


 
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