YAKARTA
Las agencias regionales advirtieron de que un maremoto de 7,7 grados de magnitud en la escala abierta de Ritcher era lo suficientemente fuerte como para lanzar una ola mortífera hacia el país asiático que ya fue el más afectado por el terrible tsunami de 2004, pero las víctimas no recibieron a tiempo las alertas que les podían haber salvado la vida, porque la isla carece de un sistema de difusión adecuado.
La zona más afectada por las olas gigantescas, aparentemente, fue Pangandarán, un idílico balneario al que acuden turistas del país y extranjeros, donde, según indicaron testigos presenciales, la gente, al grito de «¡tsunami, tsunami!», trepaba a los árboles o se congregaba en las mezquitas para rezar. El «boca a boca» salvó a miles de personas en un tramo de cerca de 180 kilómetros de la costa meridional de la isla de Java.
«Todas las casas están destruidas sobre la playa», señaló en el balneario de Pangandarán una mujer que se identificó como Teti a la emisora de radio El Shinta. «Los hoteles pequeños están totalmente destruidos y por lo menos un restaurante fue arrastrado», agregó.
En un principio se desconocía la magnitud de los daños en la costa, ya que algunos caminos estaban bloqueados y ciertas zonas carecían de electricidad y comunicación telefónica.
Rudi Bahro, un diputado local, declaró a la cadena de televisión Metro que al menos 37 personas murieron en Pangandarán y «la cifra sigue aumentando». Al menos una persona más falleció en bahía Puring, unos 100 kilómetros al este, indicó el jefe local Rustriningsih, añadiendo que había 19 desaparecidos.
El diputado indonesio Rudi Supriatna Bahro comparó el desastre de ayer al ocurrido el 27 de diciembre de 2004, otro tsunami que causó la muerte a cerca de 170.000 personas sólo en Indonesia, y 60.000 en otros países bañados por el Indico.
La ola gigante de ayer fue originada por un maremoto de 7,2 grados de magnitud cuyo epicentro se situó a unos 200 kilómetros del litoral javanés y a 48,6 kilómetros de profundidad, según información facilitada a los medios por la agencia estadounidense Earthquake Hazard Program.