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Gara > Idatzia > Kirolak > CICLISMO 2006-07-18
Tres jornadas demoledoras que llegan rodeadas de incógnitas
Este Tour está loco y quizá por ello afronta su última semana rodeado de incógnitas. Ni siquiera está claro que las jornadas alpinas decidan el ganador y la carrera no tenga que decidirse en la última contrarreloj. Lo que sí es evidente es que la selección iniciada en Pirineos culminará en este maratón demoledor.

El Tour más loco de los últimos años afronta su última semana sin que nadie se atreva a apostar por un ganador. Entre líderes que no quieren serlo, escaladores que llegan en el «autobús», pelotones enteros fuera de control y escapadas «bidón», el Tour ha conseguido llegar a su fase más decisiva aún rodeado de incógnitas.

Ni siquiera está claro que las tres jornadas alpinas decidan el ganador y los favoritos no tengan que jugársela en la última contrarreloj, al más puro estilo Lemond­Fignon. Y no será porque no haya terreno para dejar la carrera finiquitada. La organización ha cargado este año claramente los Alpes en detrimento de las etapas pirenaicas, con tres jornadas que lo tienen todo. Serán, en total, 569 kilómetros, con cinco puertos de Categoría Especial, tres de 1ª, otros tres de 2ª y uno de 3ª; 179 kilómetros en ascensiones, con un desnivel acumulado de más de 9.500 metros.

Lo cierto es que lo sucedido en la etapa y «media» de montaña disputada la semana pasada deja pocas cosas claras y muchísimas dudas. ¿Conseguirá Oscar Pereiro pasar los Alpes y hacer que Phonak se arrepienta de su jugada? ¿La media hora que perdió en Pla de Beret hay que tomarla sólo como un mal día? ¿Pagará sus 200 kilómetros de escapada? ¿Tendrán fuerza y valentía hombres como Carlos Sastre, Christophe Moreau o Haimar Zubeldia para intentar recuperar posiciones? ¿Se conformarán los escaladores con buscar victorias parciales o intentarán asaltar la clasificación general? ¿Es suficiente aval su actuación en Pirineos para confiar en que Menchov, Leipheimer y Landis también estarán ahora entre los mejores? ¿Se buscarán las cosquillas o se resignarán a jugársela en la contrarreloj de la penúltima etapa?

DOS «REINAS«

Las primeras incógnitas deberían empezar a resolverse hoy mismo, con los 187 kilómetros entre Gap y Alpe d´Huez, en una de las etapas «reina» de esta edición y que además se afronta tras una jornada de descanso, lo que puede hacerla más propicia para los descalabros inesperados.

El pelotón se encontrará con el primer coloso alpino en el kilómetro 86:el Col de Izoard (CE). 14 kilómetros con una pendiende que en contadas ocasiones baja del 7% y en alguna sobrepasa el 12%. Los sprinters empezarán a conformar el autobús y el resto a probar sus fuerzas, aunque el largo descenso hasta Briançon hace prever que las hostilidades entre favoritos no se desaten aún. Quizá tampoco en el Col de Lautaret (2ª), aunque su prolongadísimo y tendido ascenso seguirá mermando fuerzas.

El momento más esperado del día, y casi de todo el Tour, llegará al final, con el ascenso a Alpe d’Huez (CE). Poco se puede decir que no se sepa de las 21 curvas más famosas del mundo. Sus 14 kilómetros, especialmente duros en su primera parte y que sólo se suavizan en las últimas rampas deben convertirse en el habitual «sálvese quien pueda».

A pie de Alpe d´Huez, en Bourg d’Oissans, partirá la segunda etapa «reina» del Tour, con llegada, 182 kilómetros más adelante, en la inédita línea de meta de La Toussuire.

El pelotón, o lo que quede de él, desayunará con la interminable ascensión al Col de Galibier (CE) que, con sus 2.645 metros, repetirá como techo del Tour. Por esta vertiente se asciende primero, aunque no puntúa, el Col de Lautaret, para afrontar después los últimos ocho kilómetros, donde las rampas no se relajan y el oxígeno ya escasea.

Cincuenta kilómetros más adelante, comienza otra ascensión igualmente larguísima y, probablemente, más dura que la anterior, la del Col de la Croix de Fer (CE), en la que también se supera el Glandon. Casi treinta kilómetros de ascenso, con un engañoso porcentaje medio del 6%: pequeños descensos en mitad del recorrido se combinan con numerosas rampas superiores al 10%.

Más corto y, en principio, menos duro, es el Col du Mollard (2ª), aunque a esas alturas de la jornada y del Tour, sus seis kilómetros al 7% y con tramos que superan el 10% también pueden hacer daño.

La etapa, otra vez, debería decidirse en sus últimos kilómetros. Si bien es cierto que La Toussuire (1ª) no es, precisamente, el puerto más duro que debe ascender el pelotón ­como demuestra que «sólo» se le haya catalogado de 1ª, siendo final de etapa­, pero el desgaste previo tendrá mucho que decir en este final inédito en el Tour y en el que Iban Mayo no podrá repetir la bonita victoria que firmó en la última edición de la Dauphiné Liberé.

EL REMATE

Puede que para el jueves la carrera, o al menos el podio, ya estén decididos;o que los favoritos decidan reservar sus ya menguadas fuerzas para la contrarreloj, cediendo el protagonismo a algún valiente. Si no es así, todavía tendrán terreno para intentar decantar el Tour.

Los Alpes se despedirán con una etapa larga, 200’5 kilómetros entre Saint Jean de Maurienne y Morzine, que volverán a ofrecer desgaste de inicio y un final decisivo, aunque en esta ocasión no acabe en alto.

La primera ascensión llegará con el Col des Saisies (1ª), 15 kilómetros al 6’4% y rampas superiores al 10%, que encadenan con el Col des Aravis (2ª), otros seis kilómetros al 7% y el Mont Blanc como telón de fondo. No debe resultar mucho más costoso el Col de la Colombiére (1ª), con doce kilómetros bastante tendidos, que cerrará la primera parte de la etapa.

Si alguien se ha atrevido para entonces, treinta kilómetros más tranquilos con el anecdótico Côte de Chatillon sur Cluses (3ª) de por medio pueden permitir al pelotón recortar distancias para jugársela en el tramo final, con la ascensión al Col de la Joux Plane (CE) a sólo doce kilómetros de la línea de meta. No es un puerto muy alto (1.700 metros) ni tiene demasiados kilómetros (menos de doce), pero su considerable pendiente (9% de media), sin apenas descanso, su peliagudo descenso y las batallas que allí se han librado en más de una ocasión le han permitido convertirse en uno de esos puertos «míticos» de la Grande Boucle. -



Un único vencedor en Alpe d’Huez en carreraTexto despiece reportaje (con fondo)

Entre retiradas voluntarias y forzosas, el Tour ha quedado huérfano de líderes, de favoritos y de referencias. Un ejemplo, George Totschnig es el único vencedor de una de las etapas de alta montaña de la pasada edición presente en ésta. Curiosamente, sí hay en el pelotón un hombre que sabe lo que es ganar en Alpe d’Huez:el veterano Giuseppe Guerini se impuso en la mítica cima en 1999. -


 
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