Aunque cabía esperarlo, no deja de ser desagradable tarea la de observar cómo, a diario, los adalides de la derechona hispana enfilan la proa hacia el proceso y tratan de poner otra chinita en los engranajes.Ayer “El Correo Español” editorializaba sobre el tema para denunciar la aparición de algunas cartas en las que ETA pedía dinero a empresarios y sentenciaba que «la primera e incuestionable condición recogida en el acuerdo del Congreso de mayo de 2005 para que el Gobierno pudiera iniciar el diálogo con ETA es la ausencia completa de violencia». Y a continuación explicaba lo que ellos tienen in mente:«Por ausencia de violencia siempre se entendió, y así lo asumieron el presidente y el Congreso, no sólo el cese de atentados, sino también el fin de la kale borroka y de la extorsión económica». Observen que el editorialista extiende su propia idea al conjunto de la sociedad.
A partir de ahí las exigencias:«Ni el eventual carácter residual de estas acciones, ni el tono menos bronco y amenazante de las misivas o su condición minoritaria pueden rebajar la gravedad que implica su mera existencia y el impacto directo que tienen sobre numerosos ciudadanos y colectivos perseguidos durante años por el terror. Para ellos no existe ‘alto el fuego’, sino una continuación refinada del chantaje mafioso y la persecución». Eso me gustaría oírselo decir a ellos.
Y más chinitas:«la discreción no puede utilizarse como un argumento universal. Ante la reiteración de los envíos, el Gobierno está obligado a comprobar la autenticidad de las cartas el efecto intimidatorio lo cumple el mero anagrama etarra y el alcance de una iniciativa que ha sido consustancial a ETA y su supervivencia, y arbitrar todas las medidas a su alcance para proteger a los destinatarios. Escudarse en la ausencia de denuncias expresas no deja de ser una evasiva».
Para concluir, su sentencia:«Mal arrancaría el diálogo
con ETA si la banda terrorista, más que dar muestras de su intención de
abandonar las armas último objetivo de las conversaciones, mantuviera
activos los dos frentes que aseguran su pervivencia, la kale borroka, fuente de
militantes, y la extorsión, su nutriente económico. Ante ello el Gobierno debe
ser tan intransigente como expeditivo». Lo que debería hacer el Gobierno de ZP
para que las cosas avancen es no hacerles caso. msoroa@gara.net