Sigo revisando el cuaderno de notas abierto al inicio de este nuevo proceso político y a cada lectura me ratifico en la idea de que habrá de ser el optimismo congénito y la buena voluntad los que me muevan a no arrojar la toalla.David Pla y Aitor Lorente son las últimas víctimas del estilo con el que Zapatero pretende afrontar la negociación con ETA y con las fuerzas políticas vascas. Antes hubo otras víctimas de la mal llamada «doctrina Parot» (si hubiera que bautizar la estratagema leguleya habría que llamarla «doctrina Zapatero», no se llamen a engaño) pero el estrambote alcanza grados tragicómicos en un caso en el que un juez decide liberar a dos ciudadanos en el día en que concluye su condena ni un sólo día antes y otro decide mantenerlos en prisión y juzgarlos con penas de hasta treinta años.
Y sin salir de las mismas salas de la Audiencia Nacional, allí donde el impulso político del Gobierno se viste con toga y puñetas, contemplamos el espectáculo patético de un juez que acusa a una abogada por amenazas cuando la letrada anunció que «adoptaría medidas» para hacer valer el derecho de sus defendidos.
Nada de lo anterior sucede, sin embargo, por capricho de jueces enturbiados por el odio o el afán de protagonismo. Nada.
Dijo Zapatero que el proceso sería, largo, difícil y duro. No lo dijo como premonición, aunque así lo entendieran algunos: estaba, simplemente, hablando de la estrategia que mantendrá su Gobierno. Lo harán largo para debilitar a la otra parte; lo dilatarán en el tiempo para que el letargo termine por consumir la capacidad de lucha política de la parte abertzale.
Lo hará también extremadamente difícil; lo complicará con maniobras de distracción a las que no serán ajenos sus tradicionales aliados del jelkidismo. Repasen las declaraciones de su portavoz.
Y lo está haciendo duro, muy duro. Sobre todo para los más indefensos. El ejemplo de Pla y Lorente es un buen botón de muestra .
Y, a pesar de todo, cierro el bloc y sigo pensando que hay razones para continuar por el camino emprendido. Porque, aunque Zapatero no lo crea, va a ser la sociedad vasca la que no le va a permitir seguir jugando con los tiempos y con las personas. Antes de lo que crean Zapatero y sus aprendices de brujo, una fuerza social emergente destapará sus ardides. Y ese día el proceso no tendrá vuelta atrás. -