BARAKALDO

Uno de los heridos es un joven de Algorta, A.U.M., de 20 años, que permanece ingresado en el Hospital de Cruces con heridas y golpes provocados por la actuación de los servicios de seguridad del metro. En palabras del joven a GARA, la herida más grave la sufrió tras un ataque de un perro de los guardas de seguridad, un rottweiler que le alcanzó la axila, provocándole una herida abierta que ha precisado varios puntos de sutura. Junto a ello, recibió varios porrazos con porras manuales y extensibles, estando el uso de estas últimas completamente prohibido. Tendrá que permanecer, al menos, 3 días más en el centro sanitario.

La versión ofrecida por el joven indica que hubo inicialmente un problema entre dos cuadrillas, una de ellas del ámbito de la ikastola del joven hospitalizado y sus amigos. «Al principio no sabía qué pasaba, pero fui con un amigo, porque estaban implicados unos conocidos dos años menores que nosotros de la misma ikastola. Se oía algo sobre el robo de una cartera, también una pelea e incluso escuché algo de una navaja, una vez ya en comisaría».

La disputa y persecución se prolongó hasta la estación del metro, donde, en palabras del joven, uno de los integrantes del otro grupo fue retenido. Varios jovenes de Algorta se agruparon para reclamar que les dejasen arreglar su disputa con el retenido. Según A.U.M., comenzaron entonces los golpes de los miembros de Prosetecnisa, sólo contra la gente que esperaba junto a las máquinas de acceso al metro; A.U.M. estaba entre ellos. El vecino de Algorta recuerda que «se me colgó un rottweiler durante 5 ó 6 segundos, yo miraba al perro, pero a la par me daban porrazos que en el momento ni sentía porque estaba intentando zafarme del animal». Destacó que «si llego a medir 20 centímetros menos, me pilla todo el cuello y no estoy aquí». En esta zona el agredido tiene la marca de una de las garras del animal.

Una vez retenido, el joven recuerda que «se me echó encima un vigilante con alrededor de 110 kilos. Yo soy grande y peso 90, pero me empezó a dar cabezazos cuando me tenía en el suelo», al tiempo que le decía «verás qué hostias te voy a dar». Una vez esposado a una de las barandillas de la estación, el joven, golpeado y ensangrentado, recuerda que le fue denegado telefonear, e incluso no hubo alarma a la DYA hasta que llegó la Policía Municipal. La familia denuncia «la denegación de auxilio». El joven tiene una herida por la mordedura, un dedo desgarrado al intentar zafarse del perro y numerosos golpes y arañazos por todo su cuerpo.