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Gara > Idatzia > Kultura 2006-08-23
La epigrafía muestra una sociedad «vasca» en vías de integrarse en el mundo romano
·Pilar Ciprés, profesora de la UPV, intervino en el curso «Romanización e identidad indígena en el Arco Atlántico»

No es tan espectacular como los recientes hallazgos de Iruña-Veleia, pero la epigrafía romana en piedra también aporta información interesante sobre la sociedad «vasca» de los primeros siglos de nuestra era. Con la particularidad de que, en lo que no se estudien a fondo los materiales de la «civitas» alavesa, es una de las pocas fuentes con que cuentan los especialistas para acercarse al tema. Ayer lo hizo Pilar Ciprés en los Cursos de Verano de la UPV.

DONOSTIA

Estrabón y otros autores clásicos no proporcionan mucha información sobre la organización social de las gentes que habitaron en la antigüedad lo que hoy es Euskal Herria. Tampoco la arqueología, a pesar de los notables avances de los últimos años. En este contexto, la epigrafía de época romana en piedra, es decir, esos breves textos en latín de carácter funerario o votivo esculpidos en columnas o lápidas, son una de las pocas vías de acercamiento al tema. Así lo puso de manifiesto ayer Pilar Ciprés en el marco del curso “Romanización e identidad indígena en el Arco Atlántico”, que dirige Juan Santos Yanguas.

«Esos breves textos, de entre los siglos I y III, dan testimonio de la lenta pero progresiva implantación del modelo de organización político y jurídico romano en el territorio y entre las gentes que lo habitaban», afirmó la profesora de la UPV.

¿Cómo cabe llegar a esa conclusión a partir de unos textos que, por lo general, apenas recogen el nombre y la edad de un individuo, junto a una escueta fórmula funeraria? «Porque existe una relación entre el ‘nombre’ de esos individuos y su estatus jurídico», indicó Ciprés. La profesora recordó que entre los hombres libres del Imperio había, básicamente, dos categorías: la de los ciudadanos romanos de pleno derecho y la de los «peregrinos». Estos últimos, en general «indígenas», estaban sometidos al Imperio, pagaban sus impuestos y contribuían al ejército, pero carecían de los derechos inherentes a los ciudadanos, «es decir, eran extranjeros desde el punto de vista del derecho romano», explicó.

Esta situación, que no cambió hasta que Caracalla concedió a todos la ciudadanía romana en 212, se refleja en la epigrafía. Los ciudadanos romanos ­con independencia de que su origen fuera indígena o no­ dejaban constancia de su condición en las lápidas a través de los tria nomina (praenomen, nomen y cognomen), a los que añadían la filiación (el praenomen del padre abreviado) y el nombre de la tribu a la que pertenecían. Los «peregrinos», en cambio, normalmente sólo empleaban un nombre y la filiación.

Entre los epígrafes de «peregrinos» hallados en Euskal Herria, son mayoritarios los nombres de origen indígena. «Son antropónimos de raíz indoeuropea ­hizo notar Pilar Ciprés a GARA­. En la CAV, por ejemplo, hasta el momento sólo se han identificado tres posibles casos de raíz vasco-aquitana, similares a los que encontramos al otro lado de los Pirineos, uno en Oiartzun y dos en San Román de San Millán».

En general, la epigrafía evidencia un fuerte sustrato indígena pero también una creciente integración en el modelo romano, fruto de la aculturación. Así, no son raros los epígrafes en los que el padre tiene nombre indígena y el hijo, romano. «Por tanto, existe un proceso de latinización del nombre, pero ese proceso no es completo, en el sentido de que la onomástica indígena no llega a desaparecer y, de hecho, incluso en época tardía, nos encontramos con nombres indígenas».

Llama la atención que buena parte de los nombres romanos de los epígrafes coinciden con los de los generales que participaron en la conquista, como Sempronius o Pompeyus. «Es difícil saber a qué se debe, pero podemos barajar un par de hipótesis. Una, que aquellos generales dejaron buen recuerdo y su nombre se consolidó y transmitió de generación en generación. Otra, que a algunos de los soldados que, por ejemplo, lucharon a las órdenes de Sempronio les hubiera sido concedida como recompensa la ciuda- danía romana y ellos hubieran adoptado el nombre del general que les había favorecido».

Una vía de estudio limitada

En todo caso, el estudio de la epigrafía de época romana hallada en tierras vascas permite vislumbrar que el modelo social imperante no era diferente al documentado en otras zonas. «Lo que vemos es una sociedad en pleno proceso de integración en el mundo romano, en la que perviven elementos de la tradición indígena», aseguró Ciprés.

La profesora hizo esta declaración con todos los matices, porque, reconoció, «acercarnos a la sociedad antigua desde la epigrafía es tanto como pretender hacerlo a la nuestra a través de las lápidas de los cementerios, con la particularidad de que en aquella época cualquiera tampoco se podía pemitir una lápida en piedra». Sucede, asimismo, que el número de epígrafes con el que se cuenta ­unos pocos cientos­ tampoco es grande, y muchos de ellos son fragmentarios o, como en el caso de Iruña-Veleia, algunos se han perdido. Además, si bien la epigrafía de Nafarroa es algo más rica, pues en ella aparecen citas incluso de magistrados, lo que ya habla de determinada organización político-admnistrativa, en el caso de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa todas las piezas son de carácter privado. «Son inscripciones funerarias o exvotos y en ellas no aparecen citados personajes con cargos políticos, religiosos o militares». La distribución de los epígrafes de que se dispone tampoco es homogénea en todo el territorio. En Nafarroa destacan, lógicamente, Iruñea y Andelos; en Araba, Iruña-Veleia y San Román de San Millán; en Bizkaia, Forua-Lemoa, y, en Gipuzkoa, sólo se han encontrado dos piezas. «El resto es un territorio desierto desde el punto de vista epigráfico».



El reto de Iruña-Veleia y otros grafitos
M.A.

DONOSTIA

Pilar Ciprés se refirió ayer exclusivamente a las inscripciones en piedra. Existen otros grafitos de época romana realizados sobre soportes más domésticos, sobre todo, cerámicos. «Al fin y al cabo ­explicó la profesora­, encargar una inscripción en piedra no estaba al alcance de cualquiera; un exvoto en cerámica, en cambio, era más asequible».

Estos grafitos «más modestos» podrían aportar una importante información complementaria sobre la sociedad «vasca» antigua. Pero los especialistas carecen aún de un estudio de conjunto de estas piezas. Además, ahí están los casi trescientos grafitos reciente- mente encontrados en Iruña-Veleia, «tan espectaculares ­afirmó Ciprés­ que todo lo demás queda como en un segundo plano».

La profesora Pilar Ciprés apuntó que el estudio de todos estos grafitos, tanto los de Veleia como los de Oiasso y otros que hayan podido aparecer en otros yacimientos, es «el próximo reto, ya que seguramente ahí hay una información a la que hasta ahora no se le ha hecho mucho caso y, sin duda, puede ayudarnos a ir completando el puzzle».


 
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