GaraAzkenak - Paperezkoa - English Edition  |  Le Journal
EUS | ES | FR | ENG
 » PAPEREZKOA
  -Aurkibidea
  - EuskalHerria
- Jendartea
- Ekonomia
- Iritzia
- Mundua
- Kultura
- Kirolak
 » AZKENORDUA
 » ENGLISH EDITION
 » DOSIERRAK
 » DOKUMENTUAK
 » IRUDITAN
 » HEMEROTEKA
 » Produktuak
Gara > Idatzia > Jendartea 2006-08-23
Martin GARITANO
Simón identifica a Josefo
·La vida sigue igual (LXII)

Después de escuchar con atención los escasos datos de que disponía Juanjosito, Simón abandonó el grupo y se dirigió al despacho parroquial. Intuía que también aquella iba a ser una jornada movida. La intuición tampoco le fallaría en aquella ocasión.

Al activar el contestador automático escuchó la voz de Santiago Cañizo:

­Simón, soy el juez Cañizo. Si escucha este mensaje antes de mediodía, le ruego que se ponga en contacto conmigo. Llame al juzgado de Bergara y allí le facilitarán el número de teléfono de mi secretaria. Es muy importante.

El párroco dudó entre atender esta llamada y hablar con el vicario de la Diócesis. Optó por lo último. A fin de cuentas sólo sería cuestión de minutos.

En el Obispado, José Manuel Gaztañaga, el número dos en el escalafón del clero de la provincia, esperaba la llamada del párroco de Uriondo.

­Esperaba tu llamada, Simón. Este asunto nos preocupa mucho. El nombre de la ermita de Santa Ana, el de la parroquia de Uriondo y hasta el tuyo propio, nuestro párroco, ha aparecido demasiadas veces en la prensa vinculados a crímenes horrendos. Y lo que es más preocupante: también aparece en las diligencias judiciales.

Simón explicó algunos detalles de lo que en realidad había ocurrido y el porqué y los límites de su intervención. Gaztañaga aceptó las explicaciones del cura, pero aquello no mitigaba su preocupación principal:

­Me parece razonable todo lo que dices, Simón, pero entiende que las habladurías de la gente y las especulaciones de la prensa nos hacen un daño terrible. Tal vez fuera prudente pensar en trasladarte de parroquia...

­Haré lo que decidáis, José Manuel, pero entiendo que un traslado, ahora, supondría dar credibilidad a las habladurías peor intencionadas y me imagino la reacción de la prensa. Ya sabes cómo son los periodistas.

­Carroñeros en estado puro. Y si se trata de la Iglesia, más.

­Pues por eso. En cualquier caso yo obedeceré vuestras instrucciones, pero te ruego que lo meditéis bien. Ahora te tengo que dejar. Ha aparecido un ahorcado a las afueras del pueblo y el juez me ha llamado. Supongo que será para ayudar a identificarlo.

­¿Otro muerto? Pero, ¿qué está pasando ahí?

­No lo sé. Pero por lo poco que he oído no tiene que tratarse de nada relacionado con lo de Santa Ana...

­Cuando sepas algo más, llámame, por favor.

Tras despedirse de su superior jerárquico, Simón marcó el número de teléfono del juzgado de Bergara. No le costó demasiado identificarse. La telefonista estaba sobre aviso y le facilitó un número de teléfono.

­Es el de la secretaria del juez. Está con él en Uriondo.

Simón volvió a descolgar el teléfono y apenas un minuto más tarde estaba en comunicación con el juez Cañizo.

­¿Santiago? Soy Simón, el párroco de Uriondo. Me han dicho en el juzgado que está usted aquí, en el pueblo.

­En este mismo momento estoy en Eibar. Ya he procedido al levantamiento del cadáver en Uriondo y ahora estamos en el tanatorio de Eibar, en el Anatómico-Forense. Me gustaría poder contar con su colaboración para identificar el cuerpo, quisiera que se acercara por aquí, aunque ya le adelanto que es su amigo, José Barrenetxea, al que conocí durante su detención.

Simón notó que le temblaban las rodillas. Lo había sospechado desde el primer momento, pero la idea de Josefo colgando de un manzano le parecía increíble.

­En media hora estaré ahí.

Al salir de casa, el cura se cruzó con Huesitos y compañía. Luis Mari notó un gesto de preocupación en el rostro de Simón:

­¿Qué? ¿Ha pasado algo?

­Me ha llamado el juez para ver si puedo acercarme hasta Eibar y ayudar en la identificación del cadáver. Pero ya os digo que el muerto es Josefo. El juez ya lo conocía.

­Claro, le interrogó en persona.

­Entonces, ¿para qué coño te llama a tí?

­No lo sé. Será algún trámite legal...

Sobre una mesa metalica

Al llegar al tanatorio de Eibar, Simón distinguió el coche del juez frente a la puerta del Anatómico-Forense. Dos ertzainas lo esperaban y le acompañaron hasta el despacho del forense, donde el juez había instalado su juzgado.

­Buenos días, Simón. Agradezco su colaboración.

­Vamos al grano, Santiago. Quisiera acabar con este trámite cuanto antes. Estoy muy impresionado.

­Lo imagino. Vamos.

El cuerpo sin vida de Josefo yacía sobre una mesa metálica en la sala de autopsias. Estaba cubierto por una sábana que permitía ver el rostro del ahorcado. Simón se acercó, lo miró y asintió con la cabeza.

­Sí, es Josefo, José Barrenetxea.

Al salir de la sala, Simón sintió que se mareaba, tomó asiento en uno de los bancos que se alineaban en el pasillo y esperó cinco minutos con la cabeza entre las piernas. Cuando se hubo recuperado, el juez y la secretaria lo acompañaron al despacho.

­Sólo tiene que formar la identificación y puede usted marcharse. Siento haberle hecho pasar este mal trago, pero era imprescindible.

­Y, ¿por qué no han llamado a su sobrino? Es su único familiar directo que yo conozca, creo que vive en Bilbao.

­Eso es otra historia. Nos era suficiente con que lo identificara usted. Y, además, a usted ya lo tenemos localizado.

En los siguientes minutos la conversación se centró en las acusas de la muerte de Josefo.

­La autopsia acredita que ha sido un suicidio. No había muestras de violencia en el cuerpo y los especialistas de la Ertzaintza tampoco han encontrado más huellas que las de Josefo en la cuerda y en la caja que empleó para colgarse.

­Y, ¿qué ha podido llevarle a esto?

­Eso no lo sabemos por ahora. Pero las investigaciones están muy adelantadas. No lo puedo decir nada más por el momento.

­PeroŠ ¿está relacionado con el asunto de los crímenes?

­Ya le digo que aún no lo sabemos, pero no hemos descartado ninguna de las hipótesis. Ya hablaremos.

­Y los funerales... ¿cuándo podremos hacernos cargo del cuerpo?

­Tampoco lo sé. Quedan diligencias pendientes. Llámeme por la tarde.

Simón se despidió del juez y emprendió el camino a Uriondo.

(CONTINUARA)


 
Inprimatu
...Albiste gehiago
Jendartea
Los pasaitarras serán enterrados en Lugo
Euskal Herria
Juicio hoy al edil del PP de Laudio por el incendio en las txosnas
Euskal Herria
Vera ya tiene el tercer grado y quedará libre bajo control telefónico
Ekonomia
Aumentan los vaticinios de que los tipos subirán hasta el 3,5%
Mundua
Se estrella un avión ruso con 169 personas a bordo tras ser alcanzado por un rayo
Kirolak
Se frustró el sueño cuando comenzaba a tocarse con los dedos
Mundua
Irán se declara abierto al diálogo pero sin aceptar condiciones previas
  CopyrightGara | Kontaktua | Norgara | Publizitatea |  rss