La derrota del Athletic hace diez días ante el Atlético de Madrid (1-4) hizo que los pañuelos blancos afloraran en las gradas de San Mamés para reclamar la dimisión de Fernando Lamikiz. Evidentemente, esta reacción de la afición rojiblanca no surgió a raíz de un resultado aislado. Más bien fue la gota que colmó el vaso. La gestión del hasta ayer presidente ha sido cuando menos controvertida. Como ejemplos, ahí están situaciones como las creadas con el fichaje de Iban Zubiaurre ­pendiente de resolución judicial­, la bronca de la pasada temporada en el seno del equipo femenino, o los relevos de Ernesto Valderde y Javier Clemente al frente del banquillo de la primera plantilla, ambos tras firmar una buena labor. No obstante, en un club de fútbol de estas dimensiones lo que da y quita razones son los resultados del equipo de Primera División. Pese a todo lo anteriormente mencionado, la situación actual sería muy diferente si el Athletic hubiera comenzado esta temporada sumando media docena de puntos más de los que ahora tiene. La dimisión de Lamikiz servirá para aliviar la presión durante unas semanas. Ojalá sea para bien. El público se centrará en animar al equipo y ello redundará en beneficio de los jugadores. Pero si los resultados siguen sin llegar, la tensión volverá a surgir. Y si alguien tiene dudas, no hay más que mirar hacia Donostia. -

Exhibiciones del Ejército español

Como cada año, el Ejército español se exhibe estos días con sus «maniobras» militares por gran número de localidades y carreteras de Euskal Herria. Este ejército que se transformó en «profesional» porque la insumisión ­absolutamente mayoritaria entre los jóvenes vascos­ vaciaba sus instalaciones, nunca ha ofrecido garantías democráticas, menos aún a la ciudadanía vasca, dado que su función máxima es la defensa del Estado frente a proyectos nacionales como el que pugna por desarrollarse en Euskal Herria. En ese contexto, no es de extrañar que su presencia en suelo vasco provoque temor, inseguridad y protestas. -

Respuesta a la pregunta equivocada

El presidente del Gobierno español se hizo preguntar sobre sus expectativas ante el proceso en Euskal Herria tras las acciones de kale borroka y lo de Aritxulegi, para asegurar que mantiene su esperanza «en los mismos parámetros» que el 22 de marzo. Pero la cuestión es que el bloqueo del proceso no deriva de lo ocurrido en los últimos días, sino que viene siendo denunciado por la izquierda abertzale desde el mes de julio y también se ha propuesto la receta para salir de la crisis: avances en la mesa de partidos. Sobre eso debiera responder Zapatero, al igual que Rubalcaba debería explicar por qué no tiene nada que contar al Congreso. -