Vale, ni Jim Jarmuchsch ni Matt Dillon son Jack Lemon. Pero esto tampoco es Cannes, ni falta que hace. Viene esto a cuento por lo cansada que estoy de oír todos los años la misma cantinela: que si hay poco glamour, que si está aburrido el Festival. Ya la palabra glamour me pone un poco nerviosa. ¿Qué es glamour? El otro día había dos chavalitas haciéndose fotos en el water del María Cristina. Supongo que se sentían glamourosas de pies a cabeza en ese cuarto de baño tan rococó, pero, no fastidies: ¡es un water!

No soy yo muy mitómana, pero que nos visite gente como Alfonso Cuarón, Bruno Ganz, Steve Buscemi, Max Von Sydow o el propio DiCillo me parece un lujazo. Y bueno, aquí están ya también Jim Jarmusch y Matt Dillon. Dos grandes, gigantes diría yo.

Al genial director de “Dead men” le ví llegar sobre las once de la mañana. Le esperaba dentro del vestíbulo su mujer, la directora surrealista Sara Driver y miembro del jurado, recién levantada de la cama a juzgar por sus pelos. Algún fotógrafo le pidió que saliera al exterior del hotel, para así inmortalizar el tierno momento. «Oh, no! It’s very early in the morning for me». O sea, que con estas pintas, no, por favor. Jarmusch llegó muy cansado del viaje, pero es un tipo simpático, además de larguirucho. Vestido de negro, abundante pelo blanco y gafas de sol, saludó a todo quisqui y, entonces sí, se fundó en un abrazo con la Driver. Tendremos tiempo de seguirle los pasos, pues se queda en Donostia hasta el 1 de octubre. «Y porque no podía más», oí decir a alguien de la organización. Tú sí que sabes, Jim.

La hora Dillon llegó después de comer. Había más fans en la entrada principal del María Cristina, pero sin las aglomeraciones de otros años. No voy a negar que, en un principio, me costó reconocerle. Había un tipo con vaqueros y camiseta dando autógrafos, pero parecía el del bar de al lado y, además, no se escuchaban gritos ni cosas de esas. Pues sí, era EL. Y la verdad, igual que en las pelis. Sin trampa ni cartón. ¿Por qué será que me vinieron a la cabeza esas otras estrellas que nos visitaron el martes, tan llenas de tinte, maquillaje y botox? Sí, hablo de los de “Click”. Traumatizada me dejaron.

Diane Kruge, Agnieszka Holland, directora y actriz, respectivamente, de “Copyng Beethoven”, Luciana Castellina (premio Personalidad Europea de Año, no me pregunten que es eso) y Lucía Jiménez también se dejaron caer. Y, bueno, por la noche llegó Oliver Stone, que de tan habitual ya casi ni es noticia. A los que les vaya el cine de catástrofes y héroes americanos, ya pueden ir comprando la entrada para ver esta noche en el Velódromo “World Trade Center”, que allí estará el director.

Las películas que ayer se pudieron ver en el maratón de cine vasco no tienen mucho que ver con las de Stone, pero al tiempo. El Día del Cine Vasco se celebró en los Príncipe, con gala, premios y el recuerdo a Luis Goya, fallecido el martes en Donostia. En un acto abarrotado de gente, Javier Aguirresarobe recogió el premio Amalur, el cortometrajista Koldo Almandoz el premio Berria y los productores de “Kutxidazu bidea, Ixabel” el premio Ibaia a la producción más arriesgada. Allí estaban los directores y actores de esta película con los nervios a flor de piel ante el estreno mundial que tendrá lugar esta tarde. Expectación.

Y siguen los saraos nocturnos, pero de eso saben otros que no tienen que llenar estas páginas cada día.