¡Baila, pequeña Olive, baila!
La pareja Jonathan Dayton-Valerie Faris no lo va a tener nada fácil a partir de “Little Miss Sunshine” y es que muy pocas veces se ha visto un debut tan brutal como esta magistral comedia que cobra visos de arrasar en taquilla. Sin temor a equivocarme, esta sorprendente comedia se ha convertido en uno de los platos fuertes de este Zinemaldia. Al menos, así cabe esperar a tenor de las sonoras carcajadas y aplausos que se han sucedido a lo largo del metraje. En mi caso, hacía tiempo que no lloraba de risa en una sala de cine. No es para menos. Tomando como base un sólido argumento que podría emparentarlo con otros muchos que han tomado como referencia universos paralelos habitados por freaks, Dayton y Faris han construido una elegante, emotiva y rotunda comedia cuyo crescendo goza de una dosificación difícilmente superable y que nace a partir de las peripecias que deben compartir los integrantes de una familia de “perdedores” con derecho a reivindicar su lugar en el mundo.
La perfecta labor coral del reparto (es imposible destacar uno sólo del resto de los intérpretes) y escenas tan bien planificadas como la del policía de carretera, dan como resultado final uno de los epílogos más rompedores de los últimos tiempos. Y todo ello gracias a ese concurso californiano para Barbies humanas denominado Miss Sunshine.
En este epicentro del horror kitch Faris y Dayton lanzan todo su potencial de ingenio y aprovechan al máximo las posibilidades de este concurso de niñas que suspiran por convertirse en Miss América. Afortunadamente, la respuesta que da la pequeña Olive a este evento, nos descubre que todavía existe vida inteligente en el imaginario infantil USA. -
Koldo LANDALUZE