BILBO
Lamikiz concluyó ayer su etapa como presidente del Athletic. Se marcha por la puerta de atrás y empujado por las críticas que ha recibido. Ganó las elecciones de 2004 con una aplastante mayoría, pero muchos que en su día le apoyaron perdieron hace tiempo la confianza.
Aunque el primer aviso llegó a finales de mayo en el último partido de Liga ante el Barcelona, San Mamés dictó la definitiva sentencia contra su figura en el encuentro ante el Atlético. Al final, diez días después, ha tenido que rendirse a la evidencia. Los aficionados le culpan de la mala situación del equipo y no le quedaba otra salida. Dejar el cargo y evitar que la situación se convulsionara más.
En los dos años de mandato que han trascurrido desde que accedió al sillón de Ibaigane, el presidente rojiblanco ha vivido envuelto en polémicas que han terminado por quemarle. La propagación de debates y tertulias en televisiones y radios locales, han contribuido a acelerar su marcha. Sin embargo, no se puede negar que en muchos de los «líos» generados ha tenido gran parte de culpa.
Las polémicas han estado a la orden del día desde su llegada. Comenzó con cosas pequeñas como la camiseta de Dario Urzay o declaraciones demasiado eufóricas. Para acabar con el enfrentamiento dialéctico con Aitor Ocio en verano o la destitución de Clemente como entrenador tras dos días de pretemporada y dos meses después de haberlo ratificado en el cargo. Sin olvidar el caso Zubiaurre que tiene mayor gravedad al ser su profesión la de abogado. Demasiado para poder salir a flote.
El error principal, sin embargo, y con el que comenzaron la mayoría de los males del equipo, lo tuvo al no convencer a Ernesto Valverde para que renovara. Con «Txingurri» como entrenador el equipo funcionaba y tenía aspiraciones. Debía de haber conseguido que se quedara en el Athletic, pero no lo hizo y ya no importan las razones.
Dos años más tarde, el Athletic se encuentra en proceso de construcción y sin encontrar la brújula para caminar con solvencia por Primera División. La excusa de que la plantilla no da más de sí es falsa. ¿Si antes podía porque ahora no?
La involución deportiva que ha experimentado el equipo en sus dos temporadas como presidente son evidentes. No ha sido el único «culpable» jugadores, técnicos y los demás miembros de su Junta también tienen su parte, pero sí el máximo responsable al ser el encargado de dirigir todos los hilos.
