GaraAzkenak - Paperezkoa - English Edition  |  Le Journal
EUS | ES | FR | ENG
 » PAPEREZKOA
  -Aurkibidea
  - EuskalHerria
- Jendartea
- Ekonomia
- Iritzia
- Mundua
- Kultura
- Kirolak
 » AZKENORDUA
 » ENGLISH EDITION
 » DOSIERRAK
 » DOKUMENTUAK
 » IRUDITAN
 » HEMEROTEKA
 » Produktuak
Gara > Idatzia > Ekonomia 15-10-2006
«Llegó el día en que me resultó imposible pasar la puerta de la oficina»
«Con el sudor de tu mente» es el título de un libro que aborda, a base de testimonios de trabajadores, el estrés laboral y sus efectos nocivos en la salud y en el entorno familiar del afectado. Las vivencias recogidas por el siquiatra Juan Sánchez Vallejo constatan que un jefe exigente, un mal ambiente en el trabajo o incluso el sistema de turnos pueden derivar en la aparición de esta enfermedad.

El jefe nos quería controlar todos los movimientos dentro de la empresa.Una vez fui al cuarto de baño y, a la salida, me miraba con cara acusadora. Me imagino que porque había tardado mucho en salir. Me disculpé diciendo que tenía la regla. Luego pensé que por qué tenía yo que justificarme de esa manera».

Este es un fragmento del testimonio de L.G., una de las personas que describen su experiencia personal en el libro “Con el sudor de tu mente”, un ensayo elaborado por el siquiatra Juan Sánchez Vallejo sobre el estrés laboral y sus efectos nocivos en la salud física y síquica del trabajador. Sánchez Vallejo, que ejerce de médico desde hace cerca de 35 años, incluye en su libro una selección de las vivencias laborales de los trabajadores que han pasado por su consulta en busca de ayuda médica.

L.G., de 31 años de edad, relata «los roces» con su jefe en una empresa que fabricaba productos publicitarios. Antes de que fuera despedida con motivo de un expediente de regulación de empleo, esta mujer acabó con una baja por depresión a consecuencia del permanente control al que era sometido por su superior.

En su relato, describe a su jefe como una persona «exigente hasta extremos insospechados» que «nos hacía temblar a todos». Su obsesión por evitar distracciones era tal que «nos llegó a prohibir las llamadas de cualquiera de las personas que no tuvieran que ver con la empresa», recuerda. Le prohibió incluso acudir al funeral de un familiar o levantar la vista del ordenador para mirar quien entraba por la puerta. «Paulatinamente me fui cansando de luchar y enfrentarme a él. Empecé a hundirme, llegando el día en que subir las escaleras para llegar a la oficina era un verdadero suplicio. Me pasaba día y noche pensando en esta persona que controlaba todos mis movimientos y criticaba todo lo que hacía. Llegó inevitablemente el momento en que me resultó imposible pasar la puerta de la oficina y salí corriendo al médico de guardia», explica.

E.O., de 50 años, trabajaba en una empresa del sector del metal de la comarca de Deba hasta que le despidieron tras coger una baja laboral provocada, al igual que en el anterior caso, por el estrés derivado de la actitud de su superior. «Tenía un jefe muy torpe, que me estrujaba y malpagaba. Yo no sé las horas que metería al cabo del día. Llegaba a casa rendido. A pesar de no cobrarles nunca las horas que metía de más, jamás me lo agradecieron.La verdad, no quería pedirle las horas extras, porque entonces este jefe hubiera sentido el derecho de estrujarme aún más», indica.

Pero la cosa se agravó cuando acudió con la baja laboral. «Mi jefe reaccionó con amenazas, advirtiéndome de que fuera buscándome otro empleo si continuaba de baja laboral. Y eso que nunca antes había cogido una baja. A partir de aquel momento digamos que entré en barrena, con una depresión tremenda. Me veía mayor, minusválido, inútil... amargado, en resumidas cuentas. Y, encima, con la permanente amenaza del despido», añade.

H.G., profesor de 46 años, sufre «persecución», aunque en este caso por parte de sus compañeros. Esta situación le ha llevado a seguir tratamiento siquiátrico. «Saben que voy al siquiatra y eso debe ser la comidilla del centro», declara.

Mella en la familia

Los ritmos y sistemas de trabajo ­la turnicidad, en especial­ también pueden ser muy perjudiciales para la salud del trabajador. Ese es el caso de S.O., de 58 años, que trabaja en la sección de hornos de fusión de una empresa. «El cansancio y el estrés hacen mucha mella en la salud y en la familia.Los turnos creo que me están machacando. No duermes nunca bien, estás de mal humor, sin ganas ni siquiera de hablar. Y quien paga los platos rotos suele ser la familia. A algunos de mis compañeros me los encuentro cuando llego al trabajo y, al preguntarles qué hacen allí tan temprano ­antes de comenzar su turno­, me dicen que en casa no aguantan y que ni la familia les aguanta», dice.

Destaca que podía ser más grave, ya que «afortunadamente, la empresa no estableció el cuarto turno, que es lo peor de lo peor». Explica que «consiste en que los dos días libres semanales van rotando, de modo que puedes tener como fin de semana un martes y un miércoles, o un miércoles o un jueves. El comité se puso duro con la dirección y se desechó la idea».

No obstante, la turnicidad, que te quita «hasta las ganas de comer», es muy rentable para los empresarios, según remarca C.T., empleado de 50 años que trabaja en otra empresa guipuzcoana del sector del metal. «Trabajar en el tercer ­mañana, tarde y noche­ o cuarto turno es muy atractivo para los empresarios, puesto que con ello multiplican por tres o cuatro la producción de cualquier sección. Pero para el trabajador es totalmente nocivo: enseguida comienzan los problemas de salud como los digestivos, el insomnio, las tensiones familiares y el nerviosismo», apostilla.

Viviendo, además, en una época en la que «el cronómetro ha sustituido al látigo», la presión que supone el trabajo medido es otro de los factores que incide directamente en la salud. «Cuando un cronometrador se coloca al lado de un trabajador para determinar cuántas piezas va a hacer a la hora, eso destroza el sistema nervioso por la ansiedad que produce. Las pulsaciones se te ponen a cien. Algunos incluso no pueden superarlo y tienen que ser susti- tuidos por otros», afirma C.T. en su testimonio.

El estrés y el cansancio acumulado puede derivar en accidente laboral, tal y como coinciden en señalar algunos de los trabajadores que han prestado su testimonio al libro. O viceversa, el riesgo de accidente puede traer consigo el mencionado estrés. «El trabajo en hornos es terrible, sobre todo en verano. Tenemos en el interior de los locales hasta 48 grados de temperatura, aparte de los ruidos, vapores y emanaciones peligrosas. Y el peligro de los caldos de metal fundido, que si se escapa algo atraviesa todo lo que pilla», indica S.O.

«Además, muchas máquinas y el mismo pavimento están en mal estado, lo que ocasiona frecuentes accidentes. Yo mismo he tenido en estos últimos años algunos accidentes, con rotura de menisco. Y en otro caso, me alcanzó el caldo del metal en un pie y me hizo una buena avería», prosigue.

La soledad del ama de casa

Asimismo, el ensayo reserva un espacio al ama de casa, colectivo al que el autor considera «olvidado» a la hora de analizar el estrés laboral. «El ama de casa sabe que trabaja, no sólo para ella, sino también para sus seres queridos. Sabe que de su trabajo cotidiano va a depender en gran medida el bienestar, el confort y hasta la felicidad de éstos, con lo que ello supone. Con la enorme carga de responsabilidad que ha de sobrellevar día a día, sin más reconocimiento que alguna lacónica frase sobre la calidad de lo cocinado ese día», reconoce Sánchez Vallejo.

Además de frustración, el autor afirma que este colectivo suele sufrir depresiones, ansiedades, hipocondría y soledad afectiva. -

EIBAR



Mobbing y burnout, variantes del mal
En el libro, Juan Sánchez Vallejo describe detalladamente dos síndromes derivados del estrés laboral: mobbing y burnout.

Sobre este último, explica que se trata de una afección producida por un paulatino desgaste profesional. Recuerda que fue descrito por primera vez en 1974 por Freudenberger como «un conjunto de síntomas inespecíficos que aparecen en el ambiente laboral y que son resultado de una demanda profesional excesiva y agobiante».

El autor corrobora que es una variante del estrés laboral y que es frecuente, sobre todo, en las llamadas profesiones «vocacionales»: médicos y sanitarios en general, funcionarios y enseñantes, entre otros oficios.

En cuanto al mobbing, calificado por algunos expertos como «sicoterrorismo en el trabajo», Sánchez Vallejo recuerda que Lorenz lo describió como «el ataque de una coalición de miembros débiles de una misma especie contra otro más fuerte que ellos». En el ámbito sociolaboral, indica que es Leymann quien lo definió en la década de 1980 como «el continuo y deliberado maltrato que recibe un trabajador por parte de los jefes o de los otros trabajadores para conseguir su destrucción sicológica y obtener su salida de la organización».

Algunos estudios señalan que el mobbing alcanza al 11,4% de los trabajadores, siendo las mujeres de más de 40 años el contingente social más afectado.

El estrés afecta al 30% de los trabajadores europeos

En el acto de presentación del libro, celebrado en Eibar, Juan Sánchez Vallejo señaló que los datos oficiales afirman que el estrés afecta al 30% de los trabajadores de Europa y que supone una pérdida de 20.000 millones de euros al año con motivo de las bajas. Manifestó que entre el 50% y el 60% del absentismo laboral es, directa o indirectamente, producto del estrés. Añadió que el 50% de los trabajadores afectados por esa dolencia tienen riesgo de sufrir infarto de miocardio. -


 
Inprimatu
...Albiste gehiago
Iritzia
Mensaje de firmeza y pocas cosas nuevas
Jendartea
Condenado a once meses por agredir a un inmigrante
Jendartea
«Orain da garaia AHTren aurka etengabe ekiteko»
Euskal Herria
Ningún sector político niega ya que el derecho a decidir corresponde a la ciudadanía vasca
Kirolak
Athletic Reala baino dezente gehiago izan da historiako lehen derbian
Mundua
El Consejo de Seguridad impone sanciones rebajadas a Pyongyang
  CopyrightGara | Kontaktua | Norgara | Publizitatea |  rss