¡Qué contento Sebastián con su tricornio! Sus ojos hacían chiribitas. Remedando a su jefe Benedicto XVI, aunque a éste solamente se lo dejaron un ratito y a nuestro Fernando se lo han dado para él solo y además es de gala, con bonitos ribetes en dorado. Y en el día de la Pilarica, la patrona de su tierra. Lo pudimos ver alegre como unas castañuelas. Pronta ya su jubilación, me lo veo desfilando cada 12 de Octubre, Día de la Raza, atrás y adelante por el pasillo de su casa mientras en su radiocassete suena aquello de «Viva España, Viva Franco,

Viva el Orden y la Ley, Viva honrada la Guardia Civil». Y es que, el de la benemérita, es uno de los himnos más bonitos que existen. Ahora creo que han cambiado lo de «Franco», al parecer ha muerto, por «el Rey» (aquél que designó Franco para que nos gobernase). O sea, que la cosa queda como estaba.

Todo regalo es poco para este luchador contra el laicismo que, como todo buen católico sabe, es el décimo tercio error principal condenado por la Iglesia. Los demás, otros trece, son por orden: Materialismo, Darwinismo, Ateísmo, Panteísmo, Deísmo, Racionalismo, Protestantismo, Socialismo, Comunismo, Sindicalismo, Liberalismo, Modernismo y la Masonería.

La tarea que le aguarda al de Calatayud no es poca. En la tierra que le ha tocado en suerte, masones, panteístas y protestantes, no creo que haya muchos. Pero del resto hay un montón y, además, tozudos hasta la extenuación. Además, al igual que la Virgen del Pilar, tampoco quieren ser franceses y ni siquiera españoles, que ya es no querer.

Cuando Sebastián llegó a Navarra, allá por mayo de 1993, sus primeras declaraciones fueron de crítica al movimiento de insumisión (recordemos que en la cárcel de Iruñea se hallaban, por su mala cabeza, 150 jóvenes). Posteriormente les tocó el turno a homosexuales, nacionalistas (vascos), feministas, científicos, rojos y ateos. Un hombre con principios claros.

Por ello, nuestras autoridades debieran corresponder erigiéndole una estatua al lado de la del Duque de Ahumada. No una en forma estática, que no reflejaría su espíritu dinámico, sino algo con movimiento... no sé... vestido de baturro: cachirulo en la cabeza, chaleco, pantalón hasta la rodilla y medias de perlé con pompones, dando el saltito que caracteriza a la jota aragonesa.

Es de ley. -