BILBO
La catedral de Bilbo acogió ayer tarde la beatificación de lamisionera Margarita María López de Maturana, fundadora del Instituto de las Mercedarias Misioneras de Berriz, lo que supone la primera vez que se celebra este rito religioso en Euskal Herria desde que Benedicto XVI decidió que se celebren en las iglesias locales. Hasta la fecha, únicamente había precedentes de beatificaciones sin presencia papal en Italia, Polonia y México.
La ceremonia estuvo presidida por el cardenal portugués Monseñor José Saraiva, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos y el delegado papal para esta beatificación, que estuvo acompañado por los obispos vascos, entre ellos el Obispo de Bilbo y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Ricardo Blázquez, así como por una destacada representación de la congregación y el nuncio.
También asistieron el presidente del Senado español, Javier Rojo; el alcalde de la capital vizcaina, Iñaki Azkuna, así como los consejeros de Lakua Gabriel Inclán y Esther Larrañaga, y el delegado del Gobierno español, Paulino Luesma, entre otros miembros de la vida política y social vasca.
Además, la beatificación reunió en Bilbo a unos dos mil peregrinos llegados de distintos lugares, algunos de ellos de China, Filipinas, Congo o Zambia, la mayoría de los cuales tuvieron que seguir el acto a través de una pantalla de televisión colocada en el exterior de la catedral, ya que el templo no podía albergar a los numerosos asistentes.
El acto, que duró más de hora y media, comenzó con unos ritos iniciales, saludos y actos penitenciales, a los que siguió la lectura de la carta apostólica por la que Benedicto XVI declara beata a la misionera bilbaina y establece el 24 de julio como fecha de celebración de su fiesta.
Tras estas palabras, se descubrió una enorme foto de Margarita María que estaba colocada en el altar, momento en el que todos los asistentes rompieron en un aplauso.
Después, el Obispo de Bilbo, Ricardo Blázquez, expresó su agradecimiento al Papa y aseguró que «nos deja un regalo inestimable; nos hace felices y nos llena de gozo que una hija de esta iglesia haya sido beatificada en este templo. Es un día inolvidable dijo en su alocución y un hito en la historia de nuestra diócesis».
Posteriormente se desarrolló la liturgia de la palabra y la liturgia eucarística, seguida de la comunión y del rito de despedida. Como canto final de la ceremonia, todos los presentes entonaron el himno a la Virgen de Begoña, patrona de Bizkaia.