VALENCIA 1
OSASUNA 0
IRUÑEA
Cuestión de tendencias. La de Osasuna sigue inamovible. Aunque sea a ráfagas, el equipo genera ocasiones, pero bien por el desatino la mayoría de las veces, los palos o el acierto del portero rival, el final se adivina siempre el mismo: regreso con los bolsillos vacíos.Desde que se iniciara este cargado trimestre en lo que va a ser un continuo carrusel de enfrentamientos ligueros, europeos y coperos, los navarros sólo han obtenido el raquítico empate del pasado jueves, siguen instalados en la impotencia anotadora y ya ni siquiera la seguridad defensiva es una bandera a enarbolar.
Y la clasificación comienza a convertirse en una obligación más que en un premio. Así como los futuros compromisos ligueros, transformados, por la prolongada sequía goleadora, en obstáculos a rebasar. El derbi del próximo domingo va a ser, sin duda, el de la mutua necesidad.
Todo porque los del ayer gris antracita el fútbol es cada vez más marketing y menos deporte no fueron capaces de sacar algo positivo de un Mestalla que dio bastantes más opciones que en pasadas temporadas. El Valencia se postuló a sus estiletes y a guardar la ropa cuando ya había adquirido ventaja. Ninguna novedad.
Osasuna cayó en esa dinámica interesada de los chés hasta que a Ziganda le dio el chispazo de variar ese sistema que le había dado un magnífico resultado en Balaídos, pero que ayer no permitía salir del atasco al que le sometían la presión de un trabajador, amén de goleador, Villa, junto al resto del medio campo valencianista.
Resituó a Valdo el leonés había jugado hasta ahora en banda derecha desde su anunciada reconversión a delantero como segundo atacante y dio entrada a un David López picado en su amor propio por el bajo rendimiento de sus anteriores partidos.
Aunque el mal ya estaba hecho hacía cuarenta minutos que los locales se habían adelantado en el marcador, la imagen de la escuadra navarra viró en redondo respecto a lo visto en los primeros cuarenta y cinco minutos, repletos de imprecisiones, lentitud y falta de actitud.
Ya sin Albelda, aquejado de un esguince en la rodilla tras pugnar un balón con Muñoz, ni Villa, al que se le acumuló el cansancio tras disputar encuentro de Champions entre semana, en el terreno de juego, Osasuna se entonó y protagonizó de manera intercalada algunas aproximaciones con peligro.
Cañizares y el palo
Tuvieron que pasar setenta y cinco minutos de envite para que los navarros se dieran cuenta que la estadística está para romperla, que el Valencia no era el de otras ocasiones y que puntuar en Mestalla podía dar un golpe de timón a la funesta trayectoria desde que los de Ziganda se clasificaran para la liguilla de la UEFA.
Pero el equipo se volvió a topar con la maldición que le persigue al encarar el marco contrario. Y en esta ocasión le tocó a Valdo, el hombre que en mejor momento de forma se encuentra de la plantilla y el que puede sacar al conjunto rojillo del bache anotador en que se encuentra.Al menos, el polivalente jugador demostró que, además de encontrarse muy cómodo por detrás del punta, no tiene el punto de mira desviado. Tuvo que ser, en primera instancia, un inspirado Cañizares dejó atrás sus cantadas ante su ex equipo la pasada jornada quien abortara un balón que iba a la escuadra y un cuarto de hora después, en tiempo de descuento, el palo el portero gallego había hecho la estatua los que evitaran que Osasuna obtuviera, por lo menos, el premio de un merecido punto.
A la postre, otro fallo de concentración Morientes le buscó muy bien la espalda a Cuéllar y Villa entró solo llegando desde atrás permitió que se acabara escribiendo una página más en la leyenda negra del estadio valencianista.
