Los hay que pronuncian palabras inmensas como mares sin concretar nada, mareando al de enfrente, capacidad ésta que demuestra ZP hablando de alianza de civilizaciones cuando es incapaz ni tan siquiera de sentarse con el que debe hablar y cumplir la famosa frase de respetar la voluntad de los vascos.
Al hilo de la actualidad y los dichos, asombra ver a Amedo respetado, crecido y feliz en un programa de Antena 3, hablando de los crímenes de estado como quien se echa un pedo alegre y arranca sonrisas de los cómplices tertulianos allí presentes, lamentable no él sino quienes aún permanecen mudos ante lo visto o oído. Pero ya se sabe que en la vecina España el tema vasco se ve con simpatía.
Personalmente ya nada me sorprende en la inexistente democracia monárquica, aunque desearía un poco más de seriedad y como mínimo el mismo trato a otros, contras-tando así los favores que parece ser existen desde el poder y los jueces a los fundadores del grupo que llegó a utilizar dinero público y tuvo apoyo de las cloacas del Estado para asesinar. Conclusión: aún queda mucho para que los señores X, Y o Z o todo el abecedario no sólo no recojan premios y medallas sino que vivan un juicio, porque para ello falta que los que se turnan en el poder pasen a la oposición, es decir imposible.
Claro que las reacciones, si fueran otros quienes hablaran así y con tanta tranquilidad de asesinatos, serían previsibles y temibles tanto desde la extrema derecha opositora como del partido en el poder, el mismo de Bono, Ibarra o Díez, que ya es mucho. No quiero ni pensar en los medios afines que ya han hecho una forma de vida del conflicto vasco.
Pero nada de sobresaltarse, olvidemos los informes de Amnistía Internacional o el juego cruel de la justicia acusatoria española, que al paso que va aparecerá en el libro Guiness de las barbaridades, igualmente las actuaciones de alcaldes populistas y politiqueros jaleando el linchamiento del opositor y demostrando un ardor guerrero, defendiendo lo indefendible, que ya quisieran muchos para la reconquista.
Y mientras, en Euskal Herria, donde los derechos humanos siguen sin respetarse, tenemos la triste costumbre de exigir para los demás lo que para sí no tenemos, miramos demasiado a la lejanía para perder así la razón y las fuerzas que necesitamos en la defensa de lo nuestro y por lo tanto el futuro.
Mientras sigamos creyendo palabras huecas y gestos que sólo son teatro, nos cuelan mil goles y difícilmente lograremos lo que nos pertenece y a mi entender no pueden ni deben concedernos, la libertad para crear nuestro futuro. Lo dicho y no cumplido y lo visto en los medios es lamentable, pero curiosamente justificable por los inventores de la famosa Ley de Partidos. A esto le llaman democracia. ¡Lamentable! -