Estimado Señor Alcalde: Coincidiendo con la celebración del VIII Festival de Teatro y Danza Contemporánea de Bilbao, hemos asistido estos días al más que esperado debate entre un teatrero y un concejal de Cultura del Ayuntamiento de Bilbao. Voces que hablan sobre la situación teatral de nuestra ciudad. Han comenzado las ampollas, las manos en la ca-beza, los telediarios que les quedan a algunos, las amenazas judiciales... Desde luego se echaba de menos un poco de jolgorio en este remanso de paz que es el panorama de las artes escénicas de Bilbao.

Lo cierto es que hace ya tiempo nos reunimos algunas compañías y grupos para debatir sobre tal cuestión. Las coincidencias a la hora de establecer los problemas fueron claras y a día de hoy seguimos constatando nuestra penosa situación. Se ha escogido el BAD como excusa, cuando el descontento va mucho más allá.

La queja principal está en la poca consideración de la institución (entiéndase en este caso, el Ayuntamiento de Bilbao) hacia los artistas, NINGUNEADOS desde tiempo inmemorial en su labor creativa. La falta de interés por vertebrar las artes escénicas en la ciudad afecta a todos los ámbitos. Porque «vertebrar» adecuadamente no es llenarse la boca, como hacen algunos políticos, de magnificencias de nombres y renombres que poco dicen y hacen por nuestra ciudad. Tampoco es abrir un pequeño local en los márgenes de ninguna parte, y decir que es algo que se nos entrega con toda la buena voluntad. ¿Que es mejor eso que nada? Ahí se encuentra un falso paternalismo que atufa y que nos considera «arte menor».

El Area de Cultura no ejerce un acto de responsabilidad con el medio. Es arbitrario y discurre sus intereses muy lejos de todos nosotros. Nadie pide las cuentas y, por supuesto, nadie las justifica. ¡MISERIA! Sí, con «M» de menosprecio, mamoneo y manipulación.

La ciudad que aspira a ser un referente de las artes escénicas, de la que tanto se habla, produce una sensación extraña. ¿Qué es eso? ¿En qué consiste? Y sobre todo, ¿a quién va dirigido este «discurso»? No nos engañemos señor alcalde. Ni a los artistas ni al público. Esto va dirigido a la medra de sus propias señorías, que ven en ello la posibilidad de venderse, de quedar bien a costa de todo un arte escénico que merece más respeto. La foto es lo que manda. Y eso no puede ser.

Nos encontramos con que los procesos creativos se han convertido en verdaderos actos de fe. Sin dinero, sin recursos adecuados, sin salas de calidad al alcance de nuestras manos. Sufrimos todo tipo de exigencias desproporcionadas; porque, eso sí, nos lo piden todo. ¿Y qué ofrecen ustedes? ¿El IMI? ¿Un curso de gestión? ¿Cien fotocopias en cualquiera de los centros cívicos? Es curioso, ustedes viven de ello, podría decirse que en parte de lo que generamos con nuestras continuas propuestas. Así que es vergonzoso permitir este desaguisado. Es ignominioso. Y lo que es peor, llevan tratándonos así más de 25 años... Quieren construir un gran país y dan por hecho que el futuro de muchos está en la capital del reino.

Para vertebrar un entorno adecuado de las artes escénicas hay que hacerlo desde la base. Y la base de esta ciudad, aquí y ahora, les guste o no, somos nosotros. Tenemos que decidir en cuestiones importantes que afectan a esta ciudad. Es una exigencia. Un discurso compartido sobre una problemática amplia y apasionante, con miras de futuro, supone en sí mismo un compromiso con los creadores que a día de hoy sigue pendiente.

Hay mucho por hacer y ya es hora. Ha pasado demasiado tiempo. Se abre el telón. -

(*) Carmelo Santamaría firma en representación de un grupo de profesionales de la escena bilbaina