Joep OOMEN | Coordinador de la Coalición Europea para políticas de drogas justas y eficaces (ENCOD)
«La guerra a los pequeños cultivadores de cannabis da el negocio a los grandes»
Joep Oomen, holandés, residente en Amberes, participó ayer en el simposio «Hablemos de cannabis», un acercamiento a la actualidad jurídica, administrativa y sanitaria de esta planta, organizado por el Derpartamento de Asuntos Sociales del Ejecutivo de Lakua. Oomen defiende «un circuito cerrado para consumidores y productores, que sólo quieren un producto de buena calidad y buen precio destinado a consumidores adultos».
Desde que en el año 2001, coincidiendo con la ofensiva
norteamericana contra los musulmanes, el Gobierno holandés acometiera políticas
represivas contra el tradicional mercado interior del cannabis, «los italianos,
por ejemplo, compran en los coffe-shops de Amsterdam hierba producida en Italia,
tras pasar siete fronteras y a un precio cinco veces más caro que el de
producción», asegura Oomen.
El cannabis y Holanda, asociación de interés...
El cannabis, a través de la disponibilidad en los coffe-shops, se ha normalizado tanto en la sociedad, que ha llegado a ser un fenómeno que ya no tiene que ver exclusivamente con los consumidores. Ha llegado a ser una cultura aprovechada, por ejemplo, por algunas agencias de turismo. Amsterdam recibe cada año cientos de miles de turistas que vienen porque quieren disfrutar del ambiente ideal en estos establecimientos y, además, van a los hoteles, a los bares, a los museos y gastan mucho dinero. La Administración sabía bien que si acababa esta política, acabaría también, en gran parte, el turismo
¿Hay algún otro elemento, por ejemplo, de rentabilidad social?
A través del cultivo masificado del cannabis holandés se ha visto que el sistema puede ser también aprovechado para integrar mucha gente que antes estaba más tentada a introducirse en el mercado ilegal, gente con pocas perspectivas sociales y económicas que se dedicó a tener pequeñas huertas en sus casas, producciones de veinte o treinta plantas, para después vender la cosecha al coffe-shop.
¿Qué ha ocurrido estos años?
El Gobierno central de Holanda ha intensificado la guerra, ha puesto en marcha la tecnología para detectar esas pequeñas huertas, invadir casas y sacar a la gente. Algunos han manipulado los medidores de consumo eléctrico necesario para el cultivo, ya que si las compañías eléctricas detectaban el incremento, po-dían informar a la Policía. El cobro de esa manipulación supone pérdida de estatus social, de futuro, y la Administracón municipal comprueba las consecuencias negativas y es consciente de que el cultivo seguirá, aunque los pequeños cultivadores pararán y habrá, otra vez, negocio de los grandes. Las organizaciones criminales pueden volver a tener grandes cultivos en almacenes vacíos y viejas haciendas, no sólo en Holanda, también en Alemania o Bélgica. Son prácticas de la criminalidad que habían desaparecido. La hierba holandesa era un producto de calidad y ahora, por esta prohibición y por esta política, reaparece la hierba manipulada. ¿También manipulada? Con sustancias para hacer la hierba más pesada y otras que parecen ser cannabis, pero no lo son. Es una lección en cuanto a que la prohibición, la aplicación de la represión, empeora la situación para los consumidores y para la seguridad pública.
¿A qué responde esta política?
La versión oficial apunta a que la hierba holandesa ha incrementado el contenido de tetrahydrocannabinol (THC), lo que implicaría mayores efectos, pero las autoridades sanitarias han investigado que, un alto contenido de THC, no tiene por qué tener repercusiones negativas en el consumo; cuanto más potente en THC sea el cannabis, menos fumará la gente y también fumará menos tabaco. Algunos productores han tratado de obtener con la hierba un producto tan potente como el hachís, sustancia con alto contenido de THC. Lo ocurrido es también consecuencia de que algunos cultivadores buscan mayor rendimiento el precio de mercado de variedades más altas en THC es más alto. Con un sistema reglamentado no se elevaría el índice de THC.
Usted hace otra lectura...
El argumento real es el viejo moralismo del Partido Cristiano Demócrata, el PP de Holanda aunque entre ellos el consumo de alcohol es importante junto a la posición de Holanda, como aliado fiel de EEUU, sobre todo desde 2001, utilizando cualquier argumento para restaurar una política de seguridad pública, como ideología de su política; endurecen leyes metiendo en el mismo saco a jóvenes musulmanes, drogas, etcétera. A nivel de municipalidades y de ciudadanos, sin embargo, se intuye cada vez más el fracaso de estas políticas. -
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