Por mucho que haya quien pretenda vender la existencia de dos procesos ­uno de paz y otro de normalización política­ la realidad se impone y en las declaraciones de los más significados dirigentes políticos ambos se entremezclan e, incluso, se condicionan. Es evidente que lo que hay ­o debiera haber­ es un único proceso con dos vías de diálogo y acuerdo diferenciadas, y en el que a nadie se le puede escapar que no puede haber resolución del conflicto si no se abordan convenientemente las raíces políticas e históricas del mismo. Ayer, el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcab,a dejó patente la contradicción en la que se mueve el Gobierno español y, al mismo tiempo, apuntó cuál es uno de los nudos a desatar. Asegura Rubalcaba que el diálogo político debe respetar la Constitución española que, según recalca, «no se va a modificar». Y a continuación añade que «la paz tiene que reflejar la voluntad democrática de los ciudadanos vascos y la pluralidad de toda la sociedad vasca». La cuestión, una vez más, es qué hacer si la voluntad de la ciudadanía vasca, expresada libre y democráticamente, no encaja en la Constitución española que, según se insiste, no se va a modificar. Ahí está el núcleo del problema y del conflicto, que no se puede resolver con discursos en los que abundan más los lugares comunes que la reflexión política de fondo. -

Lakua eta martxoaren 3ko biktimak

Andoni Txaskoren eta Josu Ormaetxearen aurkako prozesua bertan behera uzteko eskatu duten eragileei atzo bertan batu zitzaien Lakuako Justizia, Enplegu eta Gizarte Segurantza Saila. Joseba Azkarragak zuzentzen duen sailaren adierazpenak oso hitz gogorrak erabili ditu martxoaren 3ko biktimak auzipetu izana salatzeko, eta Auzitegi espainolari egotzi dio egoera latz honen ardura guztia. Haatik, gogoratu behar da Ertzaintza martxoaren 3ko manifestarien aurka oldartu zela, biktimak eta senideak jipoitu eta atxilotu zituela, eta gertakizunak txosten batean bildu ostean, Auzitegi espainolaren esku jarri zituela. -

Una huelga espontánea

La rebelión estalló en una planta de Carolina del Norte propiedad de la Smithfield Packing Company, primera productora de carne de cerdo del mundo. Mil trabajadores se declararon en huelga espontánea ante la intención de la empresa de despedir a todos aquellos empleados cuya documentación no pudiera ser revisada, en aplicación de las leyes migratorias. Una cincuentena de empleados había perdido su empleo en las semanas anteriores. Tras caer la producción en un 70% por efecto de la protesta, Smithfield accedió a negociar con los trabajadores y a suspender la polémica medida. Una huelga espontánea y eficaz. -