No sé qué día es hoy, ni me importa. TotalŠ No sé por qué no trabajáis hoy, pero tomo nota. Igual... Y tomo también en mis manos, como si de papel higiénico se tratara, el calendario hispano-cristiano y acaricio mi esfínter con él después de haberme cagado en la virgen. Pero no confundamos mala educación con necesidades fisioló- gicas tales como la de cagarse en la virgen, sea o no lo defecado una inmaculada concepción.
Me entra la pirrilera al contemplar el devenir de nuestros días, tanta tontería no puede ser buena, y me cago en la virgen. Por ejemplo, me cago en la virgen al escuchar hablar de paz a capos del PNV mientras sus matones apalean a la juventud con más saña que el pikoleto más macarra que haya pasado por Euskal Herria. Me cago en la virgen cuando veo por la tele que el Ejecutivo de Chávez en Venezuela achanta ante el colonialismo español y demuestra que la independencia real dista mucho de la realidad actual, al negar la nacionalidad venezolana a vascos que viven allí desde hace décadas.
¡Ostia, qué retorcijón! Me cago en la virgen otra vez al recordar a De Juana, al imaginármelo en la cama enchufado a la vida por vía intravenosa o al reflexionar en torno a lo poco y lo mal que estamos respondiendo como pueblo ante tal barbaridad. Me cago en la virgen al ver desfilar en la Audiencia Nacional a Unai Romano, acusado ahora de pertenencia a ETA por la cara, cuando fue de este mismo modo como lo conocimos: por la cara. Impresionante.
Y qué más se puede pedir, ante semejante diarrea mental yo me vuelvo a cagar, en la virgen claro está, para variar. Me cago pues en la virgen al cenar con Mañukorta en estas fechas tan señaladas que son las de Durangoko Azoka y corroborar que la estupidez no hace muecas mientras sostiene una copa, sino que, rectangular, se vende en stand-s. Me cago en la virgen pensando que algún día también yo estand-ré, víctima de la mal llamada sensatez que, tal y como tiempo atrás os dije, no es más que periferia de la vejez. Pero tampoco es plan el decir que de este vino no beberé. Es como decir que de ese porro no fumaré.
Me cago en la virgen y escupo al aire esperando no salpicar a nadie, aunque, eso sí, salpique a quien salpique. -