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Gara > Idatzia > Iritzia > Kolaborazioak 2006-12-08
Rolan E. Gonzalez - Licenciado en Derecho y profesor
De las víctimas

Hay palabras, salvando las (enormes) distancias, que son como las canciones del verano, se ponen (o las ponen) de moda; durante un tiempo sólo se las oye a ellas y al cabo de unos años acaban marcando época. La política es fértil productor de este tipo de términos. En los últimos años han brillado con luz propia palabras como reforma, tran- sición, consenso, terrorismo, demócrata, tregua, procesoŠ Pero hay una que destaca como ninguna entre todos los lapidarios que han sido y son: Víctima.

Según el diccionario de la Real Academia Española víctima es «la persona que ha sufrido daños o ha muerto por culpa ajena». No pongo en duda la sabiduría de la Academia, pero así, tan objetiva, no me parece una definición muy ajustada a la coyuntura. Es saco demasiado grande y se corre el grave, y fundado, riesgo de juntar churras con merinas (perdóneseme la irreverencia).

Tengo para mí que en nuestro país (vasco, por supuesto) hay muchos tipos de víctimas y que, por ello, cierta confusión reina en el tema. Así que sin ninguna pretensión, claro está, dogmática o pedagógica, permítaseme aventurar una catalogación de ellas:

Del terrorismo: víctimas por antonomasia, son aquellas que han muerto o sufrido daños como consecuencia de acciones armadas de ETA. Tienen el reconocimiento y el amparo del Estado, de la inmensa mayoría de las fuerzas políticas y de la opinión pública. Las asociaciones que les representan constituyen un importante grupo de presión y sólo se puede hablar bien de ellas. Además de sus familiares, también tú, lector, puede que estés encuadrado en este apartado, puesto que, según dicen, hoy día el mundo entero es víctima del terrorismo.

De la doble moral: víctimas estas de quienes predican que a nadie se le puede privar de la vida, pero matan justificadamente. De quienes dicen que el fin, en ningún caso, justifica los medios, pero torturan y asesinan para evitar malos mayores. De quienes defienden la libertad pero la secuestran. Estas víctimas tienen el afecto de sus allegados y amigos. En cuanto al reconocimiento, me acojo al derecho a permanecer en silencio. Quienes representan a estas víctimas son grupos que están bajo fuerte presión y represión. Hay que hablar, en todo caso, mal de ellas y, por el bien de quien corresponda, con que los familiares de estas personas también sean víctimas de esta moral, basta y sobra.

Dobles: las que lo fueron de los fascistas en la guerra civil y en el franquismo y a las que asesinaron hasta la memoria. De éstas, mejor ni hablar.

De las circunstancias: quienes cuando pintan bastos (que por estos pagos suele ser casi siempre) están en el sitio equivocado (o acertado, qué más da), con el paso cambiado y/o en malas compañías. Aunque, a fuer de sincero, no estoy muy seguro de este capítulo, puesto que, al parecer, es mucho más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que Atutxa se equivoque o tenga la más mínima intención malévola.

De las víctimas: recorren estos infortunados audiencias y prisiones como consecuencia de las más variopintas acusaciones por parte de las asociaciones de las víc- timas del terrorismo. ¡Quede aquí la cosa!

De la inquina: los que niegan a los familiares de las víctimas de la doble moral (entre otras) hasta la capacidad de sufrir y, por supuesto, cualquier derecho a recordar en público (en privado sí, porque no se enteran) la memoria de sus allegados.

Del miedo: los miembros del Gobierno Vasco (PNV, EA y EB) que, en su Plan de Paz, en más de treinta páginas dedican cuatro frases a las víctimas del Estado en el tantas veces mentado conflicto vasco. Lo es, tam- bién, el PSOE, redactor e impulsor de la llamada popularmente Ley de Memoria histórica que es en el fondo una ley de punto final, de amnistía, para los criminales de guerra del 36 y para los asesinos y torturadores a las órdenes de la dictadura franquista. Los anteriormente mencionados (y más) por no atreverse a promover la rehabilitación, a todos los efectos, de los represaliados por el franquismo y a proclamar la nulidad de los juicios militares amparados por una legislación ilegítima e ilegal por tener su fundamento en un golpe de Estado. Sin olvidar, por último, a todos aquellos políticos vascos que tienen miedo a reconocer en público que en el franquismo y postfranquismo ha habido muchas víctimas por haber luchado por los derechos colectivos de Euskal Herria.

Del atrevimiento: ese soy yo (y alguno más, claro). -


 
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