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Gara > Idatzia > Iritzia > Kolaborazioak 2006-12-21
Mikel Goenaga, Diego Bande, Kepa Ezeolaza y Jos� F�lix Zamakona (*)
Impulsando el proceso de paz

La esperanza abierta tanto por el alto el fuego permanente de ETA como por otras decisiones y tomas de postura de diversos grupos pol�ticos prepar� hace unos meses el campo adecuado para iniciar un di�logo y negociaci�n que resolvieran el largo y doloroso conflicto de Euskal Herria en su relaci�n con los estados espa�ol y franc�s. Como sacerdotes en diversas comunidades de los siete herrialdes vascos tratamos de apoyar y alentar ese proceso de una paz que sea obra de la justicia, y que ahora en estos pr�ximos d�as de Navidad adquiere especiales connotaciones para los creyentes en Jes�s de Nazaret y para muchas personas y grupos.

Sin embargo somos conscientes, juntamente con una gran parte de nuestro pueblo, de que este proceso de paz, buscado y planteado con honestidad democr�tica por una amplia mayor�a pol�tica y social vasca, se encuentra en un momento dif�cil. Los centros de poder estatal oponen crecientes obst�culos, retrasan urgentes decisiones y dilatan respuestas que expresen y hagan cre�ble la voluntad deci- dida de impulsarlo por cauces aut�nticamente democr�ticos.

Como resultado nos encontramos todav�a, despu�s de siete meses de expectativas, con las manos vac�as y con una distancia creciente entre la paz y normalizaci�n deseadas y la realidad pol�tica dominante. En opini�n de muchas personas, los ataques e impedimentos de una oposici�n recalcitrante y la postura de un gobierno, m�s a la defensiva que audaz y empe�ado en llevar adelante sus compromisos adquiridos, est�n imponiendo el bloqueo pol�tico de un proceso de resoluci�n tan esperado. Se mantiene la Ley Antiterrorista, la Audiencia Nacional no cesa en sus detenciones y juicios entre los que el denunciado macrosumario 18/98 y otros procesamientos son graves factores a�adidos a la suma de obst�culos para un digno y justo proceso de paz, los presos y presas contin�a en condiciones de alejamiento y represi�n permanentes, con el consiguiente sufrimiento para sus familiares. Las denuncias por parte de los detenidos de malos tratos y torturas en las comisar�as durante el periodo de incomunicaci�n son constantes. Determinados medios de comunicaci�n se confabulan para enturbiar las informaciones, incluso sirvi�ndose de manipulaci�n de opiniones con total impunidad y falta de �tica profesional, como hace algunas semanas lo hizo la cadena Antena 3-Mundo Televisi�n.

En consecuencia se est� logrando lo que algunos pretenden: que crezca la tensi�n, manifestada a veces en acciones de repulsa en la calle, y que el desaliento se apodere de las conciencias debilitando la esperanza en un proceso de paz que, al parecer, quieren impedir por intereses partidistas.

Por nuestra parte, al igual que en otras ocasiones y ahora con inquietud y tambi�n con firmeza, pedimos a todos los sujetos directamente implicados y responsables, en primer lugar, una lectura honesta del conflicto que nos enfrenta, llegando sin miedo a la verdad y a sus ra�ces que, en �ltima instancia, son hist�ricas y tienen su origen y actualidad en la conculcaci�n de los derechos �ntegros de un Pueblo, con su propia historia e identidad.

En segundo lugar, invitamos a seguir sin reticencias ni condiciones previas dilatorias, excusas culpabilizadoras o requisitos legales obstaculizantes, el camino del di�logo dando pasos hacia una negociaci�n sincera que considere las m�ltiples posiciones desde planteamientos estrictamente democr�ticos y sin exclusiones.

En tercer lugar, insistimos en el talante �tico y democr�tico, contrastado por todas las partes implicadas, abierto a la diferentes propuestas, de forma que todas puedan ser discutidas. En este sentido no entendemos una mesa de di�logo que a priori se descarte plantear un proyecto de autodeterminaci�n o territorialidad, como opciones pol�ticas �tica y democr�ti- camente asumibles.

Y, por supuesto, sin olvidar que, en �ltima instancia debe ser el Pueblo afectado �Euskal Herria� quien deber� decidir el proyecto que juzgue m�s apto para la convivencia tanto interna como con los dem�s pueblos y estados.

Desde nuestra lectura e interpretaci�n �tica y evang�lica subrayamos el momento hist�rico y decisivo que vivimos como un signo de los tiempos que nos invita al entendimiento mutuo, a la b�squeda honesta de soluciones, a formas de reconciliaci�n, desde el respeto a las decisiones democr�ticas. Toda la Iglesia debemos ser parte activa y alentadora de este proceso. Por ello lamentamos las posiciones reticentes de la mayor parte del episcopado espa�ol. En su reciente �Instrucci�n pastoral, Orientaciones morales ante la situaci�n actual de Espa�a�, reconocen en principio �la legitimidad de las posiciones nacionalistas que, sin recurrir a la violencia, por m�todos democr�ticos, pretendan modificar la unidad pol�tica de Espa�a�; sin embargo no dejan de inclinar la balanza ideol�gica, desde su particular �visi�n ponderada�, hacia su modelo de la �unidad hist�rica y cultural de Espa�a�, para cuya �ruptura� no ven razones actuales que la justifiquen. M�s que sembrar interrogantes y sospechas ante la leg�tima libre decisi�n de un pueblo, sujeto de sus propios derechos, nos parece importante seguir la invitaci�n abierta de Benedicto XVI a que �todos intensifiquen sus esfuerzos para consolidar los horizontes de paz que parecen abrirse en el Pa�s Vasco y en toda Espa�a y a superar los obst�culos que puedan presentarse a lo largo de este camino�.

En este tiempo nos invita el evangelio a allanar los senderos y preparar los caminos de la paz, desde la fe en quien quiso le reconoci�ramos en la humanidad sufriente que busca la noticia de su liberaci�n. Es un momento particularmente oportuno para que quienes queremos seguir su mensaje y construir la paz nos unamos a tantas personas y grupos �en especial al llamamiento de Ahotsak� que, desde una voluntad honesta, trabajan en Euskal Herria y en otros pueblos de la tierra por acercarse a la verdad, por realizar la justicia y conseguir un mundo solidario. Pensamos, sobre todo, en todas las v�ctimas que han sufrido y sufren de manera especialmente dolorosa las largas consecuencias del conflicto, se encuentran encarcelados, est�n alejados de su patria, separados de los suyos, encausados�

En los pr�ximos d�as de especial sensibilidad cristiana, de s�mbolos y canciones entra�ables que anuncian la paz y la convivencia deseamos que brille para todos la luz de una esperanza alentada por el desarrollo decidido de un proceso de justicia y paz. -

(*) Miembros de la Coordinadora de Sacerdotes de Euskal Herria


 
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