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Lacarra y Pierre bailaron el «Danubio Azul» ante millones de espectadores
El público se rindió ayer a uno de los maestros preferidos de la Filarmónica de Viena, Zubin Mehta, en un sobrio Concierto de Año Nuevo 2007, uno de los ritos tradicionales para empezar el año a ritmo de valses, marchas y polcas. Una de las novedades fue la participación de la bailarina zumaiarra Lucía Lacarra y su marido Cyril Pierre, invitados para la grabación en directo de la versión televisiva en el palacio de Schönbrunn, retransmitida a casi sesenta países.
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VIENA
El director indio Zubin Mehta, miembro de honor de la Filarmónica de Viena desde 2001, y que ayer se subió por cuarta vez al púlpito del la Sala Dorada de la Musikverein, dio durante el concierto la bienvenida a «dos países del Danubio, Rumanía y Bulgaria, a la Unión Europea», saludando expresamente en búlgaro y rumano. Mehta derrochó energía y conocimiento musical para ponerse, a los 70 años, al frente del emblemático concierto de Año Nuevo, seguido con devoción por unos 2.000 afortunados melómanos in situ y por decenas, tal vez cientos de millones, a través de la televisión, en casi sesenta países. Precisamente las escenas del ballet creadas para acompañar la retransmisión del concierto a todo el mundo contaron con la coreografía de Christian Tichy y la participación de la bailarina zumaiarra Lucía Lacarra, quien bailó junto a su marido, Cyril Pierre, al son de la música del más famoso de los valses, el “Danubio Azul”, compuesto en 1876 por Johann Strauss hijo. Los escenarios escogidos para interpretar esta coreografía fueron los suntuoso interiores barrocos del palacio de Schönbrunn, residencia de verano de la mítica Sissi y su esposo, el emperador Francisco José. Al respecto, Lucía Lacarra aseguró, en declaraciones a la televisión austríaca ORF, que «la primera vez que me probé el vestido, me sentí como una princesa en un palacio de cuento de hadas». Cyril Pierre y Lucía Lacarra tuvieron que ensayar cada detalle del ballet, porque la grabación para la televisión se hacía en directo y el seguimiento de la música del concierto sólo podían realizarla a través de unos altavoces situados para la ocasión en el palacio.
Tras el Año Mozart, los Strauss recuperan su protagonismo
VIENA El tradicional concierto vienés de Año Nuevo se inició ayer, bajo la batuta de Zubin Mehta, con la enérgica marcha “Zivio”, de Johann Strauss hijo, cuyo protagonismo este año fue menor en favor del de su hermano Josef y el de su padre Johann. En realidad, el programa del concierto recuperó ayer todo el repertorio tradicional de la saga musical Strauss, tras la inclusión de piezas de Mozart el año pasado con ocasión de su 250 aniversario, y contó sólo con una obra ajena: “Elfenreigen”, del también austríaco Josef Hellmesberger, como homenaje en el centenario de su muerte. Dentro del clasicismo, también hubo renovación en el concierto de ayer, como lo demuestra la interpretación de seis composiciones nunca incluidas hasta ahora en el evento, como las polcas “Irene” y “Matrosen” o el vals “Flattergeister”, de Josef Strauss. Otras novedades fueron “Einzugs-Gallop” y “Erinnerung an Ernst”, de Johann Strauss. Esta última pieza, con la ayuda de varios guiños humorísticos, sirvió para demostrar el virtuosismo de los músicos de la Filarmónica vienesa y arrancó numerosos «bravo» de la sala. Pieza especial fue igualmente el vals “Wo die Citronen blüh’n”, con un sutil toque mediterráneo, acompañado por las imágenes televisivas de la “Palmenhaus”, un elegante jardín botánico acristalado de finales del siglo XIX. Esta pieza fue seleccionada por Mehta, que la considera una obra maestra, aunque especial devoción despertó la polca rápida “Ohne Bremse” de Eduard Strauss que levantó al público de sus asientos para ovacionar a los músicos. El maestro indio demostró su buena sintonía con la orquesta y con la música vienesa no en vano se formó en la ciudad para hacer una interpretación en la mejor línea clásica: un sonido ligero y delicado, pero cargado de melancolía y nostalgia. Los inevitables acordes clásicos de la marcha Radetzky, de Johann Strauss padre, que contó con el acompañamiento con las palmas de los espectadores, marcaron, como es habitual, el final. Para los incondicionales de este evento, la versión grabada estará lista para la venta el próximo día 8 de enero, y será, como siempre, un éxito de ventas.
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