Yasmina Khadra: «El mundo está dominado por la mentira"
Yasmina Khadra, seudónimo con el que ex comandante argelino Mohamed Moulessehoul ha firmado media docena de novelas apasionantes, visitó ayer Bilbo para presentar «El atentado", su último y polémico libro publicado en castellano por Alianza Editorial. Khadra habló de temas como la violencia política, culpó al mundo occidental de tener un desconocimiento sangrante sobre el mundo árabe y dijo no arrepentirse de su pasado militar.
Karolina ALMAGIA | BILBO
A principios de los años noventa empezaron a aparecer en el Estado francés unas novelas contundentes del género negro y policíaco firmados por una desconocida Yasmina Khadra. El misterio y las especulaciones se dispararon en el mundo editorial francés, ya que se adivinaba un alto conocimiento tanto de los bajos fondos argelinos como de las estructuras del poder.
Alianza Editorial publicó en castellano «Lo que sueñan los lobos» sin conocer la verdadera identidad del autor, poco antes de que apareciera en francés «El escritor», un libro en el que Yasmina Khadra desvelaba su identidad y su pasado: fue un niño del Sahara al que ingresaron con nueve años en una escuela militar y que no abandonó el ejército hasta 36 años después, ya con el cargo de comandante, cuando decidió convertirse en escritor.
«Los corderos del señor» y «La parte del muerto» son una aproximación al drama argelino en clave de novela negra. «Las golondrinas de Kabul», ambientada en el Afganistán gobernado por los talibanes, precede a «El atentado», una trepidante novela con el conflicto árabe-israelí de fondo que no ha gustado ni a los palestinos ni a los sionistas. En ella, el protagonista, un médico palestino que trabaja totalmente integrado en Tel Aviv, intenta comprender las razones que han llevado a su mujer a convertirse en una mártir. La fatalidad, el sentimiento de humillación y el miedo son algunas de las claves que se repiten en ésta y otras novelas de Yasmina Khadra, seudónimo de Mohamed Moulessehoul. «Las sirenas de Bagdad», aún no traducida al castellano, es su último libro, que ya está arrasando en el Estado francés. Está ambientado en Bagdad y vuelve a inmiscuirse en el mundo de la clandestinidad, la desesperanza y el odio.
En su comparecencia de ayer en Bilbo, Yasmina Khadra se presentó y denunció las mentiras que percibe en torno al mundo del que proviene. «He sido militar y soy escritor y sé que es algo que muchos no entienden. Pertenezco a una tribu del Sahara conocida por su pasión por la palabra. Gracias a mi doble cultura, oriental y occidental, espero contribuir a serenar los espíritus porque observo que el mundo está dominado por la mentira, lo que se traduce en la desinformación mediática. El mundo atraviesa un déficit en términos de inteligencia, vivimos tan deprisa que no nos detenemos en las cosas fundamentales».
Musulmán practicante, y sin embargo prohibido y censurado en muchos países árabes, Yasmina Khadra tiene muy claras sus ideas. «Hoy se dice que el mundo occidental está amenazado por el mundo musulmán, se habla de crisis religiosa, pero yo creo que lo que vivimos es una crisis política, consolidada por el desconocimiento. Los orientales desconocen la mentalidad occidental y no son capaces de disociar a los pueblos occidentales de sus políticos; una actitud que, de hecho, comparten los occidentales, que no saben disociar la crisis política de la mentalidad de los musulmanes».
Egoísmo occidental
El, como escritor, trabaja desde hace años en tender puentes. «La casualidad ha querido que me detenga más en el tema del terrorismo y la verdad es que tengo prisa por olvidarme de este tema y pasar a otra cosa». De todo esto, ha sacado una conclusión muy sencilla: «Que atacando al terrorismo no se va a acabar con los verdaderos problemas, que son sociales y políticos. No estamos ante un problema religioso. Hay un gran egoísmo por parte de los occidentales que les hace pensar que están realmente amenazados por el terrorismo islámico, cuando las verdaderas víctimas del terrorismo son las gentes de los países árabes. Estamos presenciando una estúpida occidentalización de la indignación; cuando se produjeron los atentados del 11-S y el 11-M fue el planeta entero el que se sintió conmocionado y se movilizó para decir «no». En nuestros países hemos condenado esos atentados, pero Bagdad cada día es Nueva York, cada día es Madrid, y sin embargo nadie mueve un dedo. Y los integristas dicen: mirar, Occidente sólo piensa en sí misma. Si de verdad queremos combatir el terrorismo, es fundamental que nos movilicemos todos».
Yasmina Khadra se muestra especialmente molesto y crítico con los intelectuales europeos. «A mí personalmente me han asqueado algunas actitudes intelectuales en Occidente que pretenden hacernos creer que el terrorismo es una fatalidad, y que la violencia forma parte de la naturaleza árabe y musulmana. Y con eso olvidan a todas las víctimas inocentes que están cayendo a diario. Esa actitud me parece tan condenable como el propio terrorismo. Nos hemos vuelto xenófobos, racistas, anti-árabes y eso es exactamente lo que esperan los integristas de nosotros. Les estamos haciendo el juego».
A su juicio, los pueblos deberían salir a la calle para protestar por lo que está ocurriendo en Chechenia, Irak o Palestina. «Eso sería un primer paso. El segundo sería que los intelectuales no nos tomen por imbéciles. Yo estoy muy amenazado, aunque no me gusta hablar de ello, y lucho por convencer y por explicar. Pero hay gente que desconfía de mí. Esa me parece una actitud totalmente irresponsable. Seamos inteligentes, no nos quedemos encerrados en estereotipos. Hay que restablecer una verdadera confianza entre los intelectuales árabes y Occidente», asegura.
Demonizado
Yasmina Khadra escribe en francés y muchos de los protagonistas de sus libros son árabes con una vida y una mentalidad bastante occidentalizada. Pero él, uno de los escritores árabes más leídos en el mundo, niega que, consciente o inconscientemente, escriba sus libros pensando principalmente en el lector occidental. «Yo escribo para lectores de todo el mundo y ahí es donde Occidente se equivoca: ¡nosotros estamos ya totalmente occidentalizados! Lo sabemos todo de vosotros: conocemos a vuestros cantantes, a vuestros pintores, a vuestros autores. Sois vosotros los que no conocéis a los países árabes. Si no estoy traducido al árabe es porque los regímenes de esos países no lo quieren. Me demonizan para alejarme de mis lectores naturales. Pero cuando mis libros llegan a Argelia, vuelan».