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Pedro J. descubre la batidora

Maite Soroa

 


La manipulación de la realidad puede parecer un juego pero, créanme, termina por convertirse en una adicción.


En «El Mundo» llevan dos años empeñados en atribuir a ETA el atentado del 11-M y, como la cruda realidad les da la espalda, han perfeccionado una técnica de manipulación que ya se empieza a conocer como «La Batidora de Pedro J.». Se trata de mezclar elementos, nombres, fechas, circunstancias, calles... y batirlos hasta conformar una pasta espesa en la que resulta prácticamente imposible distinguir sus componentes.

Ayer en su editorial titulado «La conexión ETA-Asturias estaba escrita», el de Pedro J. Ramírez revelaba que «la Guardia Civil tuvo conocimiento a comienzos de 2003 por un preso de la cárcel de Villabona que Antonio Toro había estado negociando con ETA la venta de Goma 2». En realidad lo que dice ese informe es que al tal preso se lo contó «un amigo común». Ya empieza a batir.


El escribiente se muestra ufano porque «El Mundo ha tenido acceso a ese informe» y porque en el mismo consta que «el preso se llamaba J. I. P. M., y declaró a los agentes de la UCO que «unos jóvenes que pertenecían a ETA realizaron negociaciones [con Toro] para adquirir explosivos si bien, al parecer, su intención era quitárselos y no comprarlos». Como la cosa parece de poca entidad, el editorialista se encarga de agregar más tropiezos al puré: «La versión de este preso concuerda con los testimonios de Lavandera, El Nayo y Zouhier, que informaron a las FSE en diversos momentos que Toro y su cuñado, Emilio Suárez Trashorras, traficaban con importantes cantidades de dinamita. El abogado de El Nayo había revelado a la Fiscalía en 2002 que su cliente le había dicho que Toro manejaba cientos de kilos de explosivos que quería cambiar a ETA por armas». Dice «quería», fíjense bien.


Y la prueba del nueve, en opinión del batidor de trolas, está en la pregunta: «¿Por qué ni el juez ni la fiscal ni las Fuerzas de Seguridad quisieron investigar esa posible conexión con ETA, que queda reforzada por la casualidad de que el coche que la banda hizo explotar en Santander fue robado en el callejón del almacén de Trashorras?». Me han dicho que hay alguien que ha hecho algo en algún sitio... Parecen Gila, ¿verdad?

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