La restauración dejará el castillo de abadia como en la época de su gran señor
Tras diez años de trabajos de restauración, el castillo de Abadia quedará casi como cuando se construyó hace 150 años. Este edificio que se alza sobre la playa de Hendaia deja al descubierto la personalidad del que fue su constructor, Antoine de Abadia.
Si no hay problemas de última hora, en verano el castillo de Abadia presentará un aspecto de recién construido. La restauración, que comenzó hace diez años con el aislamiento del edificio, verá su fin en junio para la llegada en masa de los turistas. El administrador delegado del castillo de Abadia, Frédéric Soulu, explica a GARA cuáles son los trabajos que se están llevando a cabo antes de finalizar el proceso de restauración: «Se están acometiendo trabajos en las cuatro últimas habitaciones y paralelamente diferentes talleres trabajan en la restauración de unos 25 o 30 muebles».
Al acometer los acabados, los equipos de decoración se han encontrado con la necesidad de llevar a cabo trabajos que no estaban previstos. Se trata sobre todo de mobiliario y de decoraciones de las paredes que en un primer momento no parecían demasiado estropeados, pero que con la mejora de las estancias de alrededor, quedaban deslucidas. «La torre al principio no la habíamos tomado demasiado en consideración. La sala de Etiopía, por ejemplo, que al principio parecía que no estaba muy mal, en realidad las telas estaban muy estropeadas. También están las pequeñas cosas que hemos ido descubriendo: las mesas, los sofás, los espejos...», señala Soulu.
«Hay muchos elementos de decoración importantes que están en los talleres y que estarán fuera durante algunos meses -admite este encargado-. Las primeras obras llegarán durante este mes; prácticamente todos los muebles estarán en el castillo para el mes de abril salvo el armario de China y algún que otro mueble que llegarán en junio».
Los administradores del castillo de Abadia quieren que la mayor parte de las obras estén finalizadas para el verano, época en la que la mansión recibe el mayor número de visitantes. En primavera se propondrá otro tipo de visitas, durante las cuales se podrá observar el trabajo de los restauradores. «Las obras en el salón de Etiopía y en el pequeño salón de la señora de Abadia comenzarán durante el mes de febrero o marzo. Al principio no se podrán visitar, pero durante los meses de abril y mayo trataremos de que la gente que visite el castillo pueda ver a los restauradores trabajando», asegura Frédéric Soulu. Las visitas durante la época de restauración tienen por objeto hacer llegar a la sociedad la importancia del trabajo acometido: «Queremos que el visitante comprenda el espíritu de las obras y con que técnicas están hechas. Todo esto cuesta mucho dinero y está financiado con fondos públicos, de ahí nuestro empeño en que la gente comprenda el interés del proyecto», explica Soulu. El castillo también tiene un convenio con el liceo de Nay, por el que los estudiantes se acercan al edificio monumental a aprender observando y ayudando a los restauradores.
Restauración
El tipo de restauración que lleva a cabo el Ministerio de Cultura del Estado francés, que es el dueño del castillo, se basa en conservar la obra de arte en sí misma manteniendo el material de origen al máximo. Ello conlleva un trabajo muy meticuloso y específico para cada obra de arte, tal y como da a entender Soulu: «En la sala de Etiopía vamos a mantener la tela original, a pesar de que está muy deteriorada, la vamos a conservar y se va a quedar en la sala».
El administrador del castillo explica que el tiempo hace estragos y no siempre es posible mantener la obra original. «En la sala de Virginie, por el contrario, la tela estaba tan deteriorada que era imposible conservarla, así que decidimos quitar la tela de la habitación, guardarla en los archivos y crear una copia idéntica. Para ello utilizamos seda con el mismo punto, hicimos los mismos motivos y encontramos los colores que se utilizaron en la época de su creación, hecho con las mismas técnicas artesanales».
Estas dos técnicas de restauración harán que el visitante se encuentre con dos tipos de ambientes al visitar el castillo de Abadia. «En algunas habitaciones van a encontrar los muebles y materiales originales puestos allí por Antoine de Abadia hace 150 años y en otras habitaciones, en cambio, se encontrarán con una reproducción del ambiente que debió de vivir la familia de Abadia», señala Soulu.
El administrador delegado del castillo de Abadia define el lugar como «morada de las estrellas». Soulou ve el castillo como un lugar misterioso, en el que las gárgolas y las esculturas muestran a animales exóticos como cocodrilos o elefantes. «Este lugar une el misterio de los castillos de Irlanda y Escocia con su aspecto neo-gótico, que se inspira en los castillos de la Edad Media, pero que en realidad son casas solariegas. Por otro lado, el castillo era un observatorio científico en el que se pueden ver las diferentes facetas de un hombre extremadamente rico y con intereses muy variados».
El castillo de Abadia saca a la luz en cierta forma al gran hombre que fue Antoine de Abadia. «A través del descubrimiento de las diferentes estancias se puede ver cada vez un aspecto diferente de lo que fue la personalidad de ese hombre complejo», señala. En Euskal Herria, Abadia es conocido por sus acciones a favor del euskara y de la cultura vasca, también como el creador de los Juegos Florales. Pero también alcanzó fama por los viajes que realizó a través del continente negro. «Fue el primer hombre que hizo un mapa de Etiopía y esa faceta suya se puede encontrar en la sala que lleva ese nombre», declara el administrador del castillo. «No hay que olvidar que también fue un hombre apasionado por las ciencias, por lo que construyó aquí un laboratorio de astronomía, de meteorología y un lugar para estudiar el campo magnético terrestre», añade Soulu, refiriéndose al observatorio del castillo. La pasión que profesaba por las ciencias le hizo viajar en varias ocasiones. «Fue a Haití para ver cómo pasaba Venus por delante del sol, fue a Argelia y a Noruega para observar los eclipses de sol», explica Soulu. También financió varias asociaciones de investigación de diferentes partes de Euskal Herria.
Las distintas habitaciones del castillo muestran, así, la complejidad de Antoine de Abadia: «Era un hombre muy creyente, tal y como se puede ver en la capilla, sus orígenes irlandeses se ven reflejados en el Gran Salón, y en esa misma estancia se descubre también su pasión por el euskara, ya que en ella está el diploma que le fue entregado en las fiestas vascas de Donostia». Además de la sala de Etiopía, hay también otras muestras de sus viajes en otros lugares del castillo: «El salón Arabe dice mucho sobre sus viajes a Arabia y también se ve mucha influencia de sus viajes a Etiopía en las pinturas que están en las escaleras», indica el administrador del castillo.
Frédéric Soulu explica que el señor del castillo fue un hombre con una gran curiosidad: «Era un científico amateur. En su época, los científicos empezaron a especializarse y Abadie fue uno de los últimos en interesarse un poco por todo, en querer estar en todas partes». Si como hombre del pasado quería conocerlo todo, Abadia fue muy moderno en lo referente a sus ideas. «Estaba muy adelantado en lo que se refiere a temas como la esclavitud, las relaciones con otras culturas o el respeto y la aceptación de diferentes regiones».