El objetivo del estudio «Impacto de las enfermedades laborales en España», que ha sido coordinado por Ana María García, profesora del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Valencia, y elaborado por Ana María García, Rafael Gadea y Vicente López, es «calcular la frecuencia aproximada de las enfermedades laborales». Según los datos que aportan en el trabajo, en el Estado español fallecieron 14.016 hombres y 2.109 mujeres por enfermedades relacionadas con su trabajo, aunque en enfermedades osteomusculares y estrés de origen laboral, el efecto negativo entre las trabajadoras es el doble que entre los hombres, según las concluisones extraídas. Sin embargo, como explican, la Administración pública sólo registró dos casos de muerte por causas profesionales. El mayor número de muertes de origen laboral se relaciona con tumores malignos (9.400 fallecidos) y enfermedades cardiovasculares (3.600 muertes).

El trabajo riguroso reconoce que cada año se producen en el Estado español 80.000 casos nuevos de enfermedad laboral, «la mayoría tienen su origen por alteraciones osteomusculares -28.000 casos nuevos al año- y enfermedades de la piel -11.000 casos-». En este sentido, el trabajo establece que el 9% de los trabajadores del Estado español y el 13% de las trabajadoras «padecieron algún tipo de dolencia relacionada con el puesto que desempeñan en su vida profesional». Concluye que 1,8 millones de trabajadores «padecen problemas de salud de origen laboral en el año de referencia del estudio».

Los autores del estudio plantean la existencia de un subregistro de casos de enfermedad motivados por el trabajo diario. El cálculo determina que alcanza al 64%, pero «se acerca al 100% en el caso de tumores malignos, porque sólo hay nueve casos registrados, sobre algo más de 5.000 estimados». La desviación también se produce con las enfermedades cardiovasculares, ya que sólo salieron a la luz trece casos frente a los más de mil estimados por los autores del trabajo. «El registro oficial de enfermedades mentales de origen laboral es nulo, aunque nuestras estimaciones apuntan a la aparición de 7.500 casos al año por esa causa».

Trabas

Los trabajadores se encuentran en multitud de ocasiones con problemas para vincular una dolencia con la tarea que están obligados a realizar durante la jornada laboral. Los problemas para determinar esas enfermedades profesionales, los intentos por parte de los empresarios de disipar cuanto antes cualquier atisbo o indicio de que el puesto de trabajo ha sido el causante del problema de salud e incluso las trabas por parte de las mutuas y de algunos médicos son elementos que juegan en contra del trabajador que, al final, es quien se ve abocado a demostrar que durante su vida laboral, corta o larga, ha estado trabajando en malas condiciones.

El estudio de la fundación de CCOO confirma, por otro lado, que existe «un reconocimiento generalizado de que el sistema oficial de registro de enfermedades profesionales infravalora en gran medida el impacto real de las mismas». Los autores del trabajo reconocen que extrapolando datos de otros países, semejantes en cuanto a mano de obra y sectores económicos, se extraen conclusiones que aproximan el grave problema a la realidad.

En el fondo, sin embargo, subsiste la necesidad de obligar a los empresarios a que acomoden los puestos de trabajo a las personas, no al contrario. Es decir, que prime la salud del trabajador a la producción, a la máquina. Este es un inconveniente que a lo largo de los años está cobrando un elevado protagonismo, sobre todo si se tiene en cuenta que la legislación en materia de prevención de riesgos laborales lleva once años en vigor, pero todavía cuenta con numerosas deficiencias en su aplicación.

García, Gadea y López insisten, entre las conclusiones del amplio estudio, en que en el Estado español se declararon a nivel oficial en 2004 cerca de 30.000 casos de enfermedad debido al trabajo, «de los cuales el 99% fueron sin baja o leves. Sólo 152 casos se registraron como graves y sólo se determinaron dos muertes».