Operatio Est Ethica
Ines INTXAUSTI
Crítica de televisión
FDF o Factoría de Ficción es un canal que aglutina y reproduce las series del género que se producen y emiten en todas las televisiones del Estado, sean generalistas, privadas o, simplemente, caníbales. Algunas han demostrado unos éxitos insospechados de taquilla en el universo de índices de share con los que todos los programadores desayunan mientras se meriendan los unos a los otros. «Los Serrano», «Aquí no hay quien viva», «Aida», «7 vidas» o «Benito y Manolo Corporeision» son ejemplos de una fidelización de la audiencia muy similar a la de los culebrones latinoamericanos, capaces de, al igual que el fútbol, hacer llorar a un país entero a la misma hora. La lista cursiva de títulos tiene un elemento común y definitivo a la hora de justificar semejante tirón: el humor. Un humor de barrio, cañí, castizo y popular, pero, sobre todo, español, muy español, cuyo esperpento sería el de «Torrente». No en vano, el personaje parido por Santiago Segura pronuncia una frase final en su primera entrega de este pelo: «Sólo hay una cosa más importante que ser policía nacional: ser español» (o viceversa). Personajes semanales como Mariano, Mauricio, Santi, Benito y Manolo prototipifican el masculino más machista de la ficción televisiva. Y el genial actor Carlos Iglesias se lleva el Oscar de gotelé en este apartado. Sin olvidar que encarna a un personaje repugnante que maltrata a su madre y a su hijo, insulta a los emigrantes, no da un palo al agua y resulta el mayor atractivo de la teleserie desde el punto de vista del género; en este caso, del género ficción, no se me malinterprete todavía. Si no fuera porque los guiones de la serie resultan del todo increíbles (nadie en su sano juicio contrataría a dos tipos como Benito y Manolo, y menos para restaurar las Meninas...) estaríamos a las puertas de una discusión pública sobre lo edificante que resultan semejantes contradicciones de género. Pero está claro que, lejos de ser vista como una excepción en la pantalla, se trata de una remodelación estética que cabalga sin fin a lomos de una bolsa de basura en la que se ha convertido la ruleta rosa del mando televisivo.