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Iñaki Lekuona Periodista

El bramido del rinoceronte de plástico

De regreso de Irlanda, Arnaldo Otegi repitió aquello de que paz suena a diálogo, a desaparición de todo tipo de violencia y a respeto de la decisión de todos los habitantes de esta tierra. Este mensaje no es nuevo, ni en boca del líder de Batasuna, ni en oídos de este país, pero llega con la garantía contrastada de la experiencia irlandesa, y eso es aire fresco en un cuarto cerrado. Sin embargo, cuando Otegi aún escuchaba el eco de sus propias palabras, han llegado las del jefe de Gobierno español diciendo que la paz no suena así, sino a otra cosa.

Estaba cantado. José Luis Rodríguez Zapatero aprovechó su viaje a Gasteiz para decirle a Arnaldo Otegi que paz suena a final previo de la violencia y a diálogo posterior condicionado al respeto de las leyes españolas y al sacrosanto marco constitucional. Porque todo acuerdo plural entre partidos tiene sus límites no en la democracia de la soberanía popular, sino en la papirocracia incuestionable de la Constitución.

Mi sobrino de cinco años tiene tres rinocerontes de plástico. Un día que su tía jugaba con él, se le ocurrió a ella que uno de los rinocerontes bramara. «Los rinocerontes no hacen así», le espetó el sobrino. «¿Y cómo hacen?». Y ahí llegó la respuesta de un niño de cinco años. «Yo sé cómo hacen los rinocerontes, pero no lo voy a hacer porque no me da la gana». A diferencia de mi sobrino, que no imita el bramido de un rinoceronte porque no sabe y no quiere quedar en ridículo, el señor presidente de gobierno dice que el rinoceronte hace muú, y basta. Y que todo aquel que quiera ver en pie un proceso de resolución del conflicto deberá mugir. No balar, ni relinchar, ni ladrar, ni maullar. Puede que el mugido se acerque al bramido del rinoceronte, y seguro que el estruendo de Barajas dificulta que se oiga la paz, pero por mucho que Zapatero se empeñe, el muú del aparato judicial español, el muú del sistema penitenciario, el muú de la Ley de Partidos, el muú de la Constitución y el muú de las condiciones previas al diálogo están muy lejos de ser el sonido de la democracia.

A diferencia de mi sobrino, Zapatero tiene que saber cómo se hace la paz. Si no, tiene la responsabilidad de aprender. Y todos los medios. Porque mi sobrino no puede viajar a Sudáfrica para escuchar a los rinocerontes. El presidente del Gobierno, sí.

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