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Basuras que «viajan" bajo tierra a 60 kilómetros por hora, una técnica de recogida que toma fuerza

No las vemos, pero están ahí, soterradas a varios metros de profundidad y viajando a 60-70 kilómetros por hora. Son las basuras de la recogida neumática, una técnica que comenzó a aplicarse en el norte de Europa y que se está extendiendo en Euskal Herria.

Iñaki VIGOR

Los vecinos depositan la bolsa de basura en un buzón instalado en el interior del edificio o incluso en su propia vivienda; la bolsa llega hasta un tubo de medio metro de diámetro enterrado a varios metros de profundidad; una corriente de aire la transporta a 60-70 kilómetros por hora hasta una central instalada en las afueras de la ciudad; las basuras se compactan y se separan en contenedores y después son trasladadas en camiones hasta el lugar de tratamiento. Este es el funcionamiento básico de la recogida neumática de basuras, una técnica que surgió en Suecia hace más de cuarenta años y que se ha ido expandiendo de forma ininterrumpida, hasta el punto de que en la actualidad existen más de 500 instalaciones repartidas en una treintena de estados. «Esta técnica comenzó a aplicarse en 1961 en un hospital de Estocolmo, la capital sueca, para la recogida de ropas y de productos hospitalarios, principalmente, y en la actualidad atiende a más de 2.000 viviendas. Más tarde fue adaptándose a otros materiales y en 1990 llegó al Estado español», informa Aurelio Vidaurre, técnico del Departamento de Residuos de la Mancomunidad de Iruñerria.

En Suecia existen localidades en las que el 40% de la basura generada se recoge con este sistema. Más cerca de Euskal Herria se encuentra Barcelona, que recurrió a esta técnica con motivo de la celebración de los Juegos Olímplicos de 1992.

Pocas instalaciones en Euskal Herria

En Euskal Herria apenas hay media docena de instalaciones de este tipo, que son bastante desconocidas para la mayoría de la población. Gasteiz, con cinco, es la localidad vasca que cuenta con mayor número; en Bizkaia, Bilbo, con dos, Portugalete y Barakaldo también disponen de recogidas neumáticas de basuras; y en Donostia, Iruñea, Laudio y Agurain ya tienen sendos proyectos en marcha, pero todavía no han entrado en funcionamiento. Las instalaciones de la capital navarra serán las primeras del herrialde en ponerse en marcha, dentro de un par de años si se cumplen las previsiones. Han sido impulsadas por la Mancomunidad de Iruñerria y los ayuntamientos de Iruñea y del Valle de Aranguren. En conjunto, el proyecto abarca a unas 7.800 nuevas viviendas que se están construyendo en el barrio de Arrosadia, en el Soto de Lezkairu y en la urbanización Entremutilvas (Mutiloagoiti y Mutiloabeiti), que agruparán en total a más de 20.000 habitantes. Dada la proximidad entre sí de estos núcleos, los respectivos ayuntamientos han decidido utilizar la misma tecnología y construir una única central de recogida, por razones de economía y de eficacia en la gestión.

«Habrá tres bocas de vertido: una para materia orgánica, otra para envases y otra para cartón y papel, igual que en los contenedores de las calles. Una red empalmará todas las bocas, en una especie de espina de pez, y en cada una de las puntas habrá una entrada de aire. En la central de recogida se colocarán grandes turboventiladores que aspirarán las basuras gracias a un sistema informático que permite abrir las compuertas de esos buzones y succionar los diferentes tipos de residuos», explica Aurelio Vidaurre.

La alta velocidad con que viajan las basuras impide que queden residuos en la tubería por la que llegan hasta la central, de forma que permanece limpia para el siguiente viaje. Esta tubería puede construirse expresamente para este cometido o bien formar parte de galerías subterráneas que se utilizan igualmente para otros cometidos, como es el caso de Alde Zaharra de Iruñea.

Todo sistema tecnológico tiene sus límites. Por ello, en este caso, desde la central donde se acumulan las basuras hasta el punto más alejado de la instalación no puede haber más de 1.800 metros. «La distancia podría ser mayor, pero en ese caso -precisa este técnico del Departamento de Residuos de la Mancomunidad de Iruñerria- habría que instalar unos turbos impresionantes para poder crear una corriente de aire con suficiente potencia para absorber las basura».

En el proyecto impulsado por la Mancomunidad de Iruñerria, la central de residuos estará ubicada en Lezkairu, desde donde serán trasladados en camiones al Centro de Tratamiento de Basuras de Gongora o a otros centros gestores autorizados, según se trate de residuos reciclables o no.

Ventajas e inconvenientes

Las instalaciones para posibilitar la recogida neumática de basuras se van construyendo al mismo tiempo que las urbanizaciones, de forma similar a como se hace, por ejemplo, con la red de desagües. En Iruñerria, todas las nuevas urbanizaciones de más de mil habitantes ya están obligadas a incorporar este sistema, según establecen las ordenanzas de la Mancomunidad.

Una de sus ventajas es que los vecinos pueden depositar las basuras en cualquier momento del día o de la noche y sin moverse prácticamente de su vivienda, ya que las bocas o buzones de recogida suelen estar instalados en el propio edificio. Además, como las basuras permanecen acumuladas (nunca más de doce horas) o «viajan» en tubos bajo tierra, se evitan los malos olores.

Sin embargo, esta técnica no está indicada para todo tipo de residuos. «Los fabricantes de esta tecnología no garantizan la vida de la tubería si se utiliza sólo vidrio, porque es muy agresivo, muy abrasivo y acabaría rompiendo la tubería. En cambio, sí dan garantías en el caso de que el vidrio vaya mezclado con otro tipo de residuos», aclara Vidaurre, quien se muestra convencido de que la recogida de vidrio seguirá haciéndose como hasta ahora, es decir, con contenedores colocados en la calle expresamente para estos residuos.

Otro aspecto que hay que tener en cuenta es que el tamaño de las bolsas de basura de materia orgánica, envases o cartones no tienen que superar los 40 centímetros de diámetro, para poder introducirlas sin problema por los buzones. Eso significa que los cartones de gran tamaño no se pueden sacar tal cual, sino que hay que plegarlos, partirlos o trocearlos.

«La recogida neumática soluciona una buena parte de la gestión de los residuos, pero no toda. Si alguien quiere quitar un sofá de su casa -pone como ejemplo el técnico del Departamento de Residuos de la Mancomunidad de Iruñerria-, deberá llamar a los Traperos de Emaús para que vayan a su casa a recogerlo. Salvo este tipo de excepciones, es una tecnología con una buena aplicación».

Quizás una de sus mayores ventajas es que los camiones no tienen que adentrarse hasta la misma urbanización para recoger la basura -con las molestias de ruido, atascos y contaminación que ello implica-, ya que la recogen directamente del centro de almacenamiento situado en las afueras de la ciudad o de la urbanización.

Aunque este tipo de instalaciones hace que aumenten los gastos de inversión en las nuevas urbanizaciones, a medio o largo plazo resultan rentables, ya que abaratan los costes de explotación.

En Gasteiz los usuarios del sistema están «encantados"

«En su día hubo mucha polémica con este sistema de recogida de basura, porque era algo desconocido, pero ahora los usuarios están encantados". Así lo asegura Marisol Monte, responsable de Gestión de Residuos del Ayuntamiento de Gasteiz. Esta fue la primera capital vasca donde se puso en marcha la recogida neumática de residuos, hace un par de años. El sistema tradicional de recogida estaba generando grandes problemas en el casco histórico, debido a la estrechez de las calles, y había que realizar la recogida puerta a puerta y en un horario muy concreto. «Con la recogida neumática se resolvió el problema. Ahora ya no tienen que entrar los camiones de basura, que parece algo tercermundista", comenta Monte. El nuevo sistema se ha extendido a Ibaiondo, Zabalgana y Salburua, y el PGOU obliga a instalarlo en todas las nuevas edificaciones. Iñaki VIGOR
kilómetros
La distancia máxima para que sean efectivos los turboventiladores que absorberán las basuras, entre la vivienda y el almacén, es de 1,8 kilómetros.

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