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«Los nazis creyeron en el Jesucristo ario y se vengaron de los judíos"

MONTSERRAT RICO GÓNGORA AUTORA DE «LA ABADÍA PROFANADA"
La escritora catalana Montserrat Rico Góngora se ha fijado el reto de viajar, con cada obra, a un siglo distinto. Con «La abadía profanada" ha vuelto la mirada a un pasado no tan lejano para exponernos, en forma de novela, las conclusiones de su estudio sobre las tendencias esotéricas de los nazis. La investigación le ha llevado tres años.

Izaskun LABEAGA | BILBO

La tendencia esotérica de Heinrich Himmler ha servido a la autora el argumento perfecto para su nueva novela. El fundador de las SS visitó la abadía de Montserrat, en Catalunya, el 23 de octubre de 1940, día en que se produjo el famoso encuentro entre Franco y Hitler en Hendaia.

El monje Andreu Ripol acompañó a Himmler por ser el único miembro de la congregación que conocía el alemán. Tuvo ocasión de entrevistarle antes de su muerte. ¿Qué le contó?

El padre Andreu Ripol me corroboró la teoría del Jesucristo ario. En un momento dado, Himmler le expuso la idea de que los arios y Jesucristo descienden de Jacob y de que los judíos lo hacen de Esaú. De alguna manera ellos intentaron que se cumpliera la profecía que dice `no le quedará ningún superviviente a la casa de Esaú'.

¿Opina que estas creencias están en la raíz de la persecución a los judíos?

Indudablemente. En los campos de concentración se mató a homosexuales, gitanos... pero la gran obsesión fue matar a los judíos; lo consideraron un sacrificio humano necesario para hacer desaparecer la raza judía de la nación. Se ha estudiado siempre el exoterismo nazi como algo aislado, sin que nadie lo haya integrado en el discurso sociopolítico de la época.

Afirma que la búsqueda del cáliz ha tenido mucha más importancia de la que se le concede en los acontecimientos más terribles del siglo XX.

Los grandes imperios necesitan siempre talismanes para poder sostenerse. Napoleón se interesó mucho por las dinastías merovingias, que supuestamente eran los descendientes de Jesucristo.

La historia de amor que introduce, ¿quiere poner el contrapunto al relato histórico?

Quiere poner el contrapunto humano. También tiene algo de alegato feminista, esa historia subordinada que escriben todas las mujeres.

Además del drama de los campos de concentración, estos personajes arrastran su propia tragedia personal. ¿Por qué?

Porque no era una época para frivolizar, era una época de grandes dramas personales. A veces la historia te supera, aplasta tus percepciones humanas sobre la felicidad y la infidelidad. No quería ribetes fantásticos y nada hay menos fantástico que contextualizar las guerras -la Guerra Mundial y la Guerra Civil- de esa manera.

¿Cuál diría que es la aportación que realiza su novela?

Que los nazis creyeron en el Jesucristo ario y que el holocausto judío fue una venganza porque los judíos mataron a Jesucristo. Lo que aporto, además, se puede demostrar.

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